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domingo, 17 de marzo de 2013


 2013


¿Por qué era 
segura” 
la casa 

de Garré 

durante el  
proceso militar?
Por :
Guillermo Cheranshni.
Para:

elinformadorpúblico.com

La Defensora del Pueblo de la Ciudad, Alicia Oliveira, relató que durante los ‘70 se desempeñaba como jueza designada por el gobierno constitucional y que luego del golpe del ‘76 fue echada de su cargo. Agregó que el entonces superior provincial de los jesuitas, padre Jorge Bergoglio, la protegió enviándola a una casa segura, el departamento de la ex diputada nacional Nilda Garré. Ésta ingresó a la Cámara de Diputados en mayo del ‘73, propuesta por la Juventud Peronista y con sólo 26 años. Al año siguiente, se salvó apenas de ser expulsada del bloque oficialista por el general Juan Domingo Perón, quien sí despidió por televisión a los entonces diputados Carlos Kunkel, Carlos Muñiz Barreto, Santiago Díaz Ortiz y otros cinco más.

Más tarde Garré integró el “grupo de los ocho”, que pedía la renuncia a la presidencia de Isabel Perón y al cual muchos vincularon con el proceso militar. Ya iniciado este último, un miembro de ese grupo, Julio Bárbaro, fue detenido y torturado.

A todo esto, Garré era la esposa de Juan Manuel Abal Medina, el padre del actual jefe de gabinete y entonces secretario general del PJ, que estaba asilado en la embajada mexicana. Los vínculos de Garré con los mandos militares venían de lejos. Ella se recibió muy joven y enseguida pasó a revistar como asesora del entonces ministro del interior Guillermo Borda durante la dictadura que encabezó el general Juan Carlos Onganía. Distintas fuentes coinciden en señalar que la joven abogada habría ingresado en esa época a alguno de los servicios de inteligencia militares, desempeñándose como personal civil de inteligencia. Ésta sería la explicación de por qué Oliveira, durante el siguiente gobierno militar, consideraba “seguro” el domicilio de Garré. En cuanto a Verbitsky, habría ingresado a la Fuerza Aérea como personal civil de inteligencia en julio de 1966. Por entonces, tuvo una actuación destacada en la campaña mediática para defenestrar al presidente Arturo Illia, trabajando a las órdenes de Jacobo Timerman, director del semanario Confirmado. Verbitsky fue el editor general el mismo.

Jamás perseguidos.
Después del golpe del 24 de marzo del ‘76, Garré nunca fue perseguida y ella lo reconoce, ya que afirmó que entre el ‘76 y el ‘83 sólo fue detenida durante unas horas sin que haya constancia de que este hecho fuera cierto. Sí, en cambio, sobran pruebas de sus fuertes contactos con altos mandos del proceso y de su intervención en gestiones ante dirigentes terroristas exiliados en Europa. 

Después del ’76, los destinos de Garré y Verbitsky vuelven a converger, ya que el periodista militante estaba en Perú para cobrar parte del rescate de los Born, cuando la conducción de Montoneros lo acusó de traición y envió al capitán Martín Grass a ajusticiarlo. Hoy Grass es un funcionario nacional a cargo de los programas de educación militar. 
El caso es que a último momento se habría producido una negociación: Verbitsky les había entregado a Montoneros la parte del botín en sus manos a cambio de que le perdonaran la vida. 
En el ‘77 se instaló en Buenos Aires como colaborador del célebre comodoro Juan José “Cadete” Güiraldes, a quien le escribió el prólogo de uno de sus libros. 
Por entonces, su relación laboral con la Fuerza Aérea seguía intacta. Por esa época protagonizó un extraño episodio, ya que apareció en una revista española reconociendo su vinculación con el atentado en el comedor de Coordinación Federal, que le costó la vida a 33 policías. El periodista americano Martín Andersen interpretó que Verbitsky era un delator o un monto de poca monta que se prestaba para las operaciones de acción psicológica de los militares.

Ahora, ante las significativas declaraciones de Alicia Oliveira -ex esposa del líder montonero Roberto Cirilo Perdía- no se escuchó la esperada palabra de la ministro de seguridad aclarando o desmintiendo que su casa era segura. Y, sobre todo, porque lo era. Por su parte, Verbitsky motoriza desde hace diez años una campaña contra el flamante Papa para vincularlo a la represión ilegal junto a buena parte de la cúpula de la Iglesia argentina. Ésta apoyó el golpe a través de los obispos Victorio Bonamin y Alfredo Tortolo. Por esa época, el famoso nuncio apostólico en Buenos Aires, Pio Laghi, se pronunció contra el accionar de la guerrilla. Pero no hay informaciones de ningún tipo que vinculen al entonces superior jesuita Jorge Bergoglio con los militares. Excepto en el sonado caso de dos sacerdotes de la orden que fueron secuestrados y por cuya liberación se movilizó Bergoglio. El odio de Verbitsky contra éste no tiene una explicación clara, aunque podría tener que ver con la vinculación del ahora Papa con la agrupación peronista Guardia de Hierro, que se oponía a la violencia terrorista de Montoneros, a los cuales Verbitsky no sólo abandonó sino que no los delató también. A partir del 2003, él fue decisivo para convencer a Néstor Kirchner de que había que reabrir los juicios a los militares, cosa que había intentando unos meses antes sin éxito ante el entonces presidente Eduardo Duhalde. 
Lo cierto es que la sociedad Verbitsky-Garré terminó por destruir a las Fuerzas Armadas y de Seguridad. 
Ahora, el primero tomó como blanco a Francisco. 
Su ataque no prosperó, pero logró en alguna medida ensuciarlo en los medios de comunicación.

Giusseppe Bonanno Castrogiovanni
marzo 17, 2013 at 12:02 pm

Lo cierto es que:
en la Argentina hubo 22.000 atentados explosivos, 1500 homicidios y 1350 secuestros extorsivos protagonizados por el terrorismo marxista organizado, entrenado y financiado por Cuba y no hay ningún terrorista procesado o condenado.

No podemos seguir ignorando esta realidad irrefutable. 
Los culpables de esta abominable situación de falta de justicia deben ser juzgados y condenados tanto como los perpetradores de esos infames delitos.

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