SU
SANTIDAD
EN LA
ROSADA.
Por :
Ernesto
Bobek
Cáceres
Abogado (Justa Causa)
Los índices delictuales por homicidios, robos, saqueos, tomas de espacios privados y públicos -en la mayoría de los casos con inusitada violencia sobre indefensas víctimas- crecen en Argentina en forma exponencial. Los hechos que denunciara hacia fines de 2010 en “El Imperio de La Inseguridad” se superan día a día ante la pasividad del gobierno nacional. No nos debería extrañar, ya que apañados y encubiertos desde el poder siguen en la función pública responsables del ferricidio de Once -entre cientos de otros hechos teñidos de corrupción- que hace largo tiempo debieran estar presos.
En medio de esta vorágine que nos hace vivir aterrorizados -cada vez más gente empastillada con clonazepam-, se produjo un acontecimiento impar por su significación y trascendencia internacional. La elección de Jorge Bergoglio como nuevo Sumo Pontífice es una noticia enorme, que trasciende todas las fronteras. No resulta posible desde esta columna esbozar siquiera el índice de la obra y personalidad de un ser humano tan sencillo como brillante. Se lo vio viajando por la ciudad en transportes públicos logrando el contacto directo con la gente de a pie. Con esa misma austeridad y firme convicción condujo su activa vida, priorizando siempre a los más necesitados.
Resultan gratificantes las manifestaciones con que a nivel internacional se saludó su designación. Desde las tan emotivas como profundas del presidente de los Estados Unidos, hasta las de mandatarios de países de todo el mundo y máximas autoridades de los más diversos credos. Todos avizoran el arribo de un ser humano excepcional con fundadas esperanzas de que logrará positivos cambios en todos los órdenes. Sería ilógico que tantos se equivoquen.
Los que no piensan igual estaban geográficamente muy cerca pero desde la racionalidad e ideológicamente, muy alejados. Resulta tragicómico que mientras los medios del mundo estaban detenidos en lo que acontecía en la Capilla Sixtina, la Televisión Pública transmitía Paka, Paka. Se aplica como pocas veces una muletilla de resignación muy nuestra: “Es lo que hay”. Dejo al lector la libertad de calificar “lo que hay”.
El enanismo mental de los arrastrados se vio reflejado en los dichos de Gabriel Mariotto, al referirse al Santo Padre como “un papa peronista”. Desnudó su nula capacidad intelectual como la de quien lo impusiera como vicegobernador de la provincia más rica del país, y aclaremos que no fue Sicoli, que ya bastantes problemas tiene además de su vice-.
Resultó inevitable el malestar de la Casa Rosada por la designación de un papa argentino no adscripto al pensamiento único del cristinismo -ni antes del kirchnerismo-. “Es un opositor”. Pero que una hora después de su designación, la presidente fuera a Tecnópolis a hacer una alocución, mencionara a Su Santidad y que el séquito de aplaudidores pagos le dedicara a Francisco I una rechifla, demuestra la miseria moral en que estamos sumidos.
Un mínimo criterio de sentido común sugería que cuanto menos desde lo formal la presidente reconviniera a su tropa. Queda en evidencia que cualquier actitud conciliadora repugna a las políticas de confrontación y atropello con que se maneja lo público. Que tome nota el arco opositor de lo acontecido, ya que el 90 % del mismo con sus “límites” es cómplice de que sigamos jugando a la ruleta rusa con todas las balas.
CABA, 14 de marzo de 2013.
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