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martes, 24 de julio de 2012

Este miedo sonso y suicida,. . .

Este miedo sonso y suicida.

por Enrique G. Avogadro‏.



"Que ser valiente no salga tan 
caro, 
que ser cobarde no valga la 
pena”. 

"Que ser valiente no salga tan 
caro, 
que ser cobarde no valga la 
pena”. 
Joaquín Sabina. 

El Gobierno, prácticamente desde su prehistoria, en mayo de 2003, ha infundido en los estamentos dirigentes de la sociedad argentina, un temor que ya raya, a la vez, en lo ridículo y en lo trágico. Que los gobernadores, los empresarios, los militares, los funcionarios, los legisladores, los periodistas, los consultores, los profesores, los jueces, los fiscales, los colegios profesionales, las asociaciones gremiales y los sindicatos –todos ellos, salvo algunas honrosísimas excepciones- hayan callado ante los permanentes avances del Poder Ejecutivo sobre los derechos individuales y sobre las instituciones democráticas y republicanas, dice mucho, y muy malo, de nosotros como sociedad.

domingo, 22 de julio de 2012

2065 años antes ... ¿ Y ahora?


    CITA DE MARCO 

    
    TULIO CICERÓN.


"El presupuesto debe equilibrarse, 

el Tesoro debe ser reaprovisionado, 

la deuda pública debe ser disminuida,

la arrogancia de los funcionarios públicos

debe ser moderada y controlada, 

y la ayuda a otros países debe eliminarse, 

para que Roma no vaya a la bancarrota. 

La gente debe aprender nuevamente a 

trabajar, en lugar de vivir ...

a costa del Estado."

Año 55 a .C.


SIN COMENTARIOS.




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jueves, 19 de julio de 2012

La calidad ¿ democratica ?


     CRISIS DE CALIDAD
        DEMOCRÁTICA .


Por Ernesto Bobek Cáceres
Abogado (Justa Causa)
Cuando sucesivos gobiernos gestionan a espaldas de quien les dio la más alta responsabilidad, cabe preguntarse qué falla con la gente y con el sistema electoral. Se suceden preguntas sin respuestas plausibles o siquiera tolerables que nos mueven a preocupación. ¿Cómo puede ser que demos nuestra representación una y otra vez a candidatos que nos dejan varados en absurdas e innecesarias catástrofes sociales y financieras?
            Resulta curioso que desde que recuerdo, -y seis décadas no son poco- estamos siempre afectados por lo que García Venturini llamaba la kakistocracia, o sea el gobierno de los peores. Y esto no lo predico desde partidismo alguno o “sensación” sino desde resultados palpables y visibles.
            Sería óptimo que nuestra presidente rectificara su forma de gestionar la política; se atuviera a la letra de la sabia Constitución Nacional a rajatabla y no empleara más decretos de necesidad y urgencia, ya que quedó demostrado que cada vez que lo hizo la única necesidad y urgencia la tenía ella y su entorno, y no el país. Dentro de este esquema se incluye no intentar una vez más el manoseo de nuestra carta fundamental. Ya se hizo antes y quedó probado es que no fue de ninguna utilidad.
            Las muestras de actitudes antidemocráticas no son siquiera originales. 
Ya las vimos en muchos presidentes que la precedieron, y no por ello dejamos de espantarnos por las consecuencias cada vez más perniciosas que pagamos por las transgresiones a la legitimidad. Lo que sí es cierto y no menos lamentable es que la tendencia absolutista y totalitaria del discurso único se va arraigando hasta identificarse como cuño de una democracia devaluada que alimentamos una elección tras otra.
            Hay temas fundamentales que se declaman pero nunca se van a practicar, sino “tal vez en la próxima elección” (léase jamás). Y me estoy refiriendo a poner fin a las listas sábana, para que no votemos a representantes con más prontuario que currícula. Muchos podrán decir que lo que manifiesto está fuera de los tiempos. Sabemos que quedan tres años y medio de mandato presidencial a la Sra. CFK, y en realidad le deseo que termine su mandato y además que le vaya mucho más que bien ya que estamos todos en el mismo bote. Pero ante la inexistencia de división de poderes y por ende de democracia, terminamos siendo meros espectadores del vandalismo de oportunistas que sabotean nuestro presente e hipotecan nuestro futuro.
           Implementar reformas a la ley electoral para mejorarla lleva mucho tiempo, esfuerzo, tolerancia, ánimo de convivencia y espíritu democrático Precisamente lo que necesita nuestra joven democracia es poner en acto la potencialidad que parecemos tener hasta que en la urna le damos el voto a un impresentable para que no gane otro que nos parece aún peor. Algunos lo atribuirán a la falta de candidatos potables; otros a la falta de educación. Podemos estar de acuerdo con ambas opiniones o no; pero lo cierto es que si no maduramos cívicamente, seguiremos padeciendo los gobiernos que votamos, surgidos de listas donde tal vez conocemos a quien la encabeza pero ignoramos todo dato de todos los que lo secundan. Y como según la Ley de Murphy todo lo bueno puede ser peor, seguramente a algunos de éstos sí los conocemos, aunque no quisiéramos tenerlos de vecinos ni del otro lado del barrio.
            La crisis de calidad democrática nos conduce a una carencia de identidad. No encajamos en el mundo salvo por las deudas y papelones a que nos someten los políticos de turno. Somos mal vistos, pero nuestros representantes nos quieren hacer creer que estamos insertados en el mundo globalizado y que estamos mejor que el 95 % de la población mundial.
               En el mundo actual, para aspirar a superarse el hombre debe estar dispuesto a hacer lo posible y mucho más. Esa actitud se llama sacrificio, y aunque nos parezca un término salido de una película de terror, a poco que investiguemos los problemas socioeconómicos y culturales que padecemos más nos daremos cuenta del valor de esa actitud, lógicamente embebida como corresponde de premios y castigos, y sin relegar por eso a los más necesitados que requieren de asistencia.
                 Nuevamente la pregunta del millón: ¿Es culpa de los ciudadanos que debamos obligatoriamente votar listas sábana, en franca oposición a nuestras legítimas y necesarias aspiraciones de superación?; ¿Cómo logramos que nuestra mentalidad se nutra de esta actitud y de valores democráticos, republicanos y de amplio respeto a la Carta Magna? La respuesta resulta obvia, pero la falta del justificado reclamo de la ciudadanía ante quienes gobiernan en oposición a tan elementales como necesarios principios ponen la encuesta en crisis.
            Los argentinos carecemos de identidad cívica. Votamos por imperio legal y no nos asombra que muchos preferirían no hacerlo. ¿Cuántas veces escuchamos: “Yo no votaría, ¿para qué perder tiempo si son todos iguales”? Sin consecuencias visibles enorme cantidad de autoridades de mesa no concurre a la citación para un deber cívico e ineludible.
            Para superar la molestia que provoca el mero hecho de elegir a quienes en realidad nos representen hace falta educación. Y ya no hablo solo de la educación cívica. La educación básica de la República Argentina resignó en calidad más del 70 % de los atributos que tenía 15 años atrás. Nuestra escuela pública y las universidades nacionales han perdido groseramente el posicionamiento internacional de privilegio que tenía en un mundo altamente competitivo. Vamos para atrás. Y lo seguiremos haciendo mientras políticas de mediocres y corruptos regulen discrecional y caprichosamente desde la historia hasta las matemáticas que se imparten a los educandos, distorsionando desde los hechos hasta los números.
CABA, 19/07/12.

miércoles, 18 de julio de 2012

Critica situación del federalismo . . .

El federalismo fiscal 
agoniza en cada 
provincia.

Por Carlos Brown. 

La crítica situación financiera que deben afrontar las administraciones subnacionales, algunas al borde del default salarial, nos coloca ante la necesidad de abordar una discusión de fondo sobre nuestro federalismo fiscal . Hemos experimentado particularmente durante la última década una fuerte concentración de recursos en manos del poder central , que ha desfinanciado a las provincias y sus municipios, subvirtiendo nuestro sistema federal.

Debemos replantear la relación fiscal entre las diferentes jurisdicciones. Los recursos están. El problema no es cuánto se recauda, pues de hecho se recauda como nunca, sino cómo se distribuye lo recaudado , si el recurso llega efectivamente a quienes tienen la responsabilidad primaria de gasto y deben dar respuesta inmediata a las demandas de la ciudadanía.

Un caso emblemático se da con la Provincia de Buenos Aires, la jurisdicción en proporción más relegada en el reparto de recursos federales .

En efecto, del total recaudado por la Nación durante 2011, cerca del 40% en la propia PBA, el conjunto de las provincias recibió de manera directa y automática alrededor del 25%, de lo cual la PBA recibió tan sólo el 20%. Es decir, números redondos, por cada $8 de recaudación nacional generada en la PBA, ha vuelto directamente a ella ¡sólo $1! Mas allá de las consideraciones que puedan formularse respecto de la calidad de la gestión del gobernador Scioli, resulta innegable el retaceo de recursos federales que legítimamente corresponden a la Provincia .

Necesitamos por tanto establecer urgentemente una mayor correspondencia entre quien es titular del recurso y quien tiene la responsabilidad de gasto. De esta forma se materializa el auténtico federalismo.

Caso contrario resulta un concepto abstracto, un postulado constitucional anacrónico, vacío de todo contenido .

Sin lugar a dudas lograremos así mejores condiciones de gobernabilidad para nuestras provincias, contribuyendo en definitiva a brindar más y mejores soluciones al conjunto de los argentinos.

Diario Clarin
Publicado en la Edición impresa del 17 de julio de 2012.


Edicion Impresa
Fuente: 

martes, 17 de julio de 2012

Dios no lo permita . . .



LA PERPETUACION


EN EL PODER.


por Jorge R. Enríquez (*)

Se ha tornado agobiante hasta el hastío el uso enfermizo que la presidente hace de la cadena oficial, no precisamente para realizar anuncios de trascendencia, sino para recitar estadísticas misteriosas de difícil comprobación y, fundamentalmente, para criticar y agraviar a quienes no adscriben al credo oficial u osan pensar diferente a ella.
En sus últimas versiones telúricas de “Aló Presidente”, su blanco preferido ha pasado a ser Scioli, contra quien carga duramente en cada oportunidad que se le presenta.
Hace algunas semanas el gobernador de la provincia de Buenos Aires le solicitó fondos al gobierno nacional para el pago de sueldos y aguinaldos de los empleados públicos. Cristina Kirchner dijo que las provincias debían administrarse bien, y que gobernar no era sólo poner la cara para las fotos, sino gestionar con tanta eficiencia como lo hacía ella y antes lo había hecho "él".
La modestia nunca fue una virtud de nuestra primera mandataria, pero en este caso el desacople con la realidad es llamativo. Si hubiera administrado bien, no estaríamos hoy enfrentando los graves problemas económicos que nublan el horizonte argentino. No, ha administrado pésimamente. Ha despilfarrado la mayor bonanza que benefició a la Argentina en más de un siglo.
Finalmente, le concedió a Scioli sólo una parte de lo que pedía, por lo que podrá pagar los sueldos pero el aguinaldo deberá abonarlo en cuatro cuotas, de ahora a octubre, con las consecuencias de paros y cese de servicios públicos que está enfrentando el mandatario provincial y que, en definitiva, terminan castigando al pueblo bonaerense.
Para humillarlo más, le designó al ministro de Economía, Lorenzino - que, por lo visto, sigue en funciones -, como una suerte de auditor ante el cual Scioli deberá rendir examen para que la Señora determine si es merecedor de su generosa ayuda.
Está todo trastocado. Son las provincias las acreedoras del gobierno nacional, el más unitario de nuestra historia, que centraliza todos los recursos y los distribuye con absoluta discrecionalidad, para premiar a los incondicionales y castigar a los que muestren algún grado de autonomía.
Scioli es sancionado porque tuvo el atrevimiento de decir que le gustaría ser presidente si Cristina Kirchner no fuera reelecta. Esa natural aspiración de cualquier político de cierta envergadura (Scioli ha sido por voto popular vicepresidente de la Nación y dos veces gobernador de la principal provincia argentina), expresada además con extrema prudencia y de un modo conjetural, fue tomada en el Palacio como un pecado mortal.
Se le reprocha al gobernador bonaerense, por ejemplo, que dedique muchos fondos a la publicidad oficial y molesta, especialmente, que parte de esa publicidad vaya a Clarín y La Nación. Se le recrimina que habla con dirigentes opositores o que juega al fútbol con Macri y con Moyano.
Lo que debería ser normal en un país en serio, es tomado como actos de traición.
Así estamos. El conflicto ha ido escalando. ¿Cómo seguirá? En un escenario de restricciones crecientes de la economía, cuando tanto el gobierno nacional como el provincial hace apenas 6 meses que iniciaron su segundo mandato, el futuro aparece muy complicado.
El meollo de la cuestión se asienta en que una de las preocupaciones que desvelan a la presidente y a su séquito de sumisos aduladores es la sucesión presidencial. Todo gobierno populista y autoritario aspira a la eternidad.
 En un sistema político como el argentino, según viene siendo moldeado por el kirchnerismo, esa aspiración, conforme esa nefasta visión, es hasta comprensible: como el que gana se lleva todo, y además debe cimentar su legitimidad en la denostación de quien lo precedió, la situación del que queda a la intemperie puede ser dura, sobre todo si pesan sobre él o ella actuales o potenciales causas judiciales.
 Ya se sabe que muchos jueces federales son de una conmovedora coherencia: siempre oficialistas.
 Por eso la señora de Kirchner, prestamente auxiliada por el coro de obsecuentes que la rodea, ya lanzó la idea de la reforma constitucional.
 Lo hizo, claro, de la hipócrita manera en que actúa el kirchnerismo: negando con la palabra lo que exhibe sin pudor con la conducta. Pero ya pretende ir creando el clima, para lo cual organiza supuestos debates sobre el tema.
 Primero se valió del juez de la Corte Eugenio Zaffaroni, quien promueve la instauración del parlamentarismo. Era una vía de acceso muy burda, porque nada puede ser más lejano a la concepción caudillista e hiperpresidencialista del kirchnerismo que un sistema parlamentario de corte europeo.
 Ahora ya no se sabe bien cuál será el fundamento alegado para la reforma. Se habla vagamente de ampliar los derechos, de terminar con el constitucionalismo neoliberal, etc. Para tal fin, emplea a "constitucionalistas" como Luis D´Elía y otros de similar tenor, para quienes insólitamente hace unas semanas se prestó una sala de la Facultad de Derecho de la UBA, como si se tratara de un acto académico, y no una reunión partidaria que podría haberse realizado en una unidad básica.
 No saben muy bien qué proponer, pero todos sabemos qué quieren: que Cristina Kirchner pueda ser reelecta, para alcanzar esa "Cristina eterna" que postuló Diana Conti.
 El efecto de esta desembozada pretensión ha sido el adelantamiento de la lucha sucesoria. Esto ha servido como un catalizador del proceso político, que se aceleró enormemente, a la par del deterioro de la situación económica.
 Hoy por hoy, el oficialismo no tiene los números en el Congreso para la reforma. Si se profundiza la recesión, como todo lo indica, y si la inflación sigue su curso, es improbable que las elecciones de 2013 modifiquen esos números en favor del kirchnerismo.
 Pero en la Argentina actual hablar de 2013 es más propio de la pluma del recientemente fallecido Ray Bradbury que de un analista político.
(*) El autor es abogado y periodista
  Dr. Jorge R. Enríquez
jrenriquez2000@gmail.com twitter: @enriquezjorge 

lunes, 16 de julio de 2012

Un principio, con triste final . . .

Cristina y su 
Guerra total.
Enrique Guillermo Avogadro .

“La guerra total tiene mil frentes; en tiempos de una guerra así, todo el mundo está en el frente, aunque nunca haya pisado una trinchera ni disparado un solo tiro” Ryszard Kapuściński.


¿Qué significa pensar en la guerra? 
La realidad de la guerra no es sino un mundo 
de máxima y maniquea reducción que elimina 
todos los colores intermedios, suaves y 
cálidos, para reducirlo todo a un agudo y 
agresivo contrapunto, al blanco y al negro, a 
la más primitiva lucha entre el bien y el mal. 
¡Nadie más cabe en el campo de batalla! 
Tan sólo el bien, es decir, nosotros, y el mal, 
sea, lo que se enfrenta a nosotros, y lo 
que metemos al por mayor en la nefasta 
categoría de “enemigo”.
 Obviamente es así en el onírico universo 
construido por la señora Presidente y 
alrededor de ella, en ese escenario donde la 
permanente confrontación es el 
instrumento elegido para lograr el objetivo 
final. 
Éste, tal como lo explicó en su discurso del 
lunes pasado en Tucumán, mientras 
festejaba el tiempo transcurrido desde el 
venturoso 25 de mayo de 2003, se define a 
la unidad nacional, tan deseada, como el 
encolumnamiento de todos los argentinos 
detrás del virtuoso “modelo”. 
A partir de allí, quienes no se sumen a su 
histórica gesta son y serán combatidos con 
todos los medios del Estado, siempre al 
desembozado alcance del deseo imperial.
Al masivo y abusivo uso de la cadena nacional de radio y televisión -¿no le recuerda a Goebbels, Ministro de Propaganda de Hitler?- se sumó ahora la pública confesión de un delito, la violación del secreto fiscal, y la transparente y obscena utilización de todos los medios disponibles, sean legales o no, para someter a esos adversarios que, en el imaginario de doña Cristina y sus secuaces, combaten contra la pretensión de “venezuelizar” a la Argentina.
Su amigo y socio en oscuros negocios, el 
papagayo caribeño, comete, desde hace 
años, los mismos estropicios en su pobre 
país. 
El sistema de gobierno de don Hugo Chávez 
Frías, y su objetivo de perpetuar su 
“socialismo del siglo XXI” en el poder, ha 
incluido siempre la persecución a la prensa 
independiente, el encarcelamiento y la 
Congreso y el sometimiento de la Justicia, 
rodeándose de unas fuerzas armadas cuyo 
generalato ha sido corrompido hasta el 
tuétano, con prebendas asignación de 
cuotas en el mercado de las drogas.
La viuda de Kirchner, inspirada por el Chino 
–por aspecto y por ideología- Zanini, no ha 
llegado aún a esos extremos, pero va en 
camino de hacerlo. Mientras tanto, la 
ciudadanía no ha tomado conciencia y mira, 
impertérrita, cómo se avanza en el proceso 
de cambiar la Constitución que nos rige –aún 
la que surgió de la reforma de 1994- por 
otra, que implante conceptos tales como la 
limitación a los derechos personalísimos, 
incluido el de propiedad. Si bien hoy la 
matemática, que requiere de dos tercios de 
las cámaras legislativas para resolver la 
necesidad de la modificación, no parecen 
favorecerle, no hay que descartar que 
reverdecidas banelcos vuelvan a funcionar 
para convencer a los más díscolos: el ex Hº 
Congreso ha perdido, en estos años, cuanto 
pudo tener que mereciera ese tratamiento.
 Ese es el objetivo, y no otro. 
Todo lo demás sólo sirve para un propósito: 
permitir que la dinastía política fundada por 
doña Cristina –el “kirchnerismo” está tan en 
el arcón de los recuerdos molestos como el 
mismo peronismo- logre imponer su voluntad 
de transformación, traspasando el mando, 
cuando ello ocurra, a alguien capaz de 
continuar en ese camino. 
Vuelvo a recomendar, para entender qué 
pretende este grupo que rodea a la señora 
Presidente, “El Partido: secretos de los 
líderes chinos”, de Richard McGregor 
(Turner, Madrid, 2011). Recalco que no se 
trata, a mi entender, de una dinastía de 
sangre sino política, por lo cual es inútil 
mirar qué hacen Alicia, Máximo o hasta 
Florencia Kirchner; el sucesor deberá ser 
alguien elegido para perfeccionar aquí lo 
mismo que el autor describe allí.


La concepción autoritaria, radial, unitaria y centralista del poder que el Gobierno ejerce se endereza sólo a ese propósito: terminar, para siempre, con el peronismo y todos los demás partidos, para que el “modelo” pueda ser ejecutado sin cortapisas de ninguna índole, sea ideológica, personal o territorial. El desconocimiento de los fallos de la Corte Suprema, la persecución a los medios independientes, la conformación de un conglomerado mediático sin precedentes, el abuso de la propaganda oficial, la pública demostración de la descarada utilización de la AFIP para la persecución de los díscolos o disconformes, el exilio de los amigos de don Néstor (q.e.p.d.) y la progresiva represión a los negocios de éstos, el sostenimiento a ultranza de repudiadas espadas -como donPatotín, don Guita-rrita, don Echegaray, don Anímal y varios más-, el férreo cerco a la información oficial, la negativa a dar conferencias de prensa, la utilización de los gobernadores para realizar el ajuste, inclusive la persecución y la eventual destrucción del campo, nuestra principal fuente de ingresos, no son tanto una muestra del desprecio que la “mesa chica” que rodea a doña Cristina siente por la opinión pública sino, principalmente, los instrumentos indispensables para que ese núcleo duro pueda actuar en el sentido indicado, es decir, la guerra total para transformar a la Argentina en lo que creen que debe ser.

Aunque continúe ausente reacción pública 
de la clase media frente a tales abusos, 
la construcción del futuro que anhela ese 
grupete de iluminados tiene, todavía, 
algunos condicionantes: la economía y el 
control de la calle. Si ambos fallan, y la 
torpeza y la ignorancia de quienes operan 
–no conducen- la primera están indicando 
que así será, la perpetuación del “modelo” 
dependerá de la represión a la protesta 
y, en ésta, todo le estará permitido. 
Falta saber hasta qué extremos estarán 
dispuestos a llegar en ese terreno; no 
resulta inimaginable, hoy, un escenario de 
violencia generalizada, con todas sus 
previsibles consecuencias, y cuánto tienen 
que ver con este planteo los pactos 
firmados con los bolivarianos -que 
permitirán acceder a las armas de Irán, 
de Rusia y de China- es algo que está por 
verse.
En otro orden de cosas, es literalmente 
falso que el mundo se nos haya caído 
encima, como le gusta repetir hasta el 
cansancio a la viuda de Kirchner. 
Por el contrario, los precios record que
está obteniendo la soja, la tendencia a 
cero en las tasas de intereses 
internacionales, la recuperación de Brasil 
y el módico impacto de la crisis en 
China e India, son signos claros del 
viento de cola que aún infla las velas 
de toda América Latina; 
para demostrarlo, basta mirar alrededor 
observar cuánto pagan los demás países 
Uruguay, Brasil, Chile, Perú, Colombia y 
hasta Ecuador- por los préstamos que 
obtienen a plazos de hasta treinta años y 
pensar por qué la Argentina tiene el  
mayor riesgo-país de la región y la 
inflación más desbocada, superior 
incluso a la de Venezuela.
El fracaso de los planes para la confiscada 
YPF o la falta de recursos multilaterales 
para infraestructura no se deben tanto a 
los peligros que nuestro país exhibe frente 
a los inversores sino a que cuanto aquí 
expongo lo ven con absoluta claridad 
analistas de todo el mundo, leídos 
apasionadamente por quienes deciden 
el destino de los monumentales fondos 
que hoy buscan destino. Sin embargo, como 
sucedió en la China de Mao, en la Rusia de 
Stalin y en la Camboya de los Khmer o 
sucede en la Cuba de Fidel Castro y en la 
Venezuela de Chávez, en la medida en que 
el individuo no es más que un objeto social, 
su sacrificio, aún masivo, no es una 
consideración que pueda desalentar a 
quienes se sienten imbuidos de una fe 
ciega en el destino colectivo de una 
transformada sociedad.