2013
Las
Siete
Plagas.
Por:
Enrique Guillermo Avogadro.
En diciembre de 2011, cuando comencé a reunir a
un gran grupo de amigos de todos los colores políticos y de muchas profesiones
diferentes, el acento de las preocupaciones estaba puesto en la economía, pese
a que todos coincidían en descartar, por completo, un colapso similar al de
2001.
En la última
de esos encuentros mensuales, antes del verano, ya la preocupación de todos
había cambiado de sentido, y había casi unanimidad en que la política sería la
que marcaría los tiempos a partir de entonces, influyendo netamente sobre la
economía.
Como se ve,
mis brillantes amigos tenían razón ya que hoy, a comienzos de un año electoral,
todos los problemas que entonces se preanunciaban se han presentado, juntos, y
el pronóstico tiende a empeorar, precisamente porque este año se definirá la
suerte del “modelo” y, con ella, la de sus esforzados y exitosos destructores
del país.
Quien haya
tenido la asombrosa paciencia de leer estas notas sabe cuánto descreo de una
salida democrática para este fin de fiesta, ya que ninguna de las dos patas
sobre las que se sostiene este asombroso “relato”, tan reñido con la realidad,
es decir, la ladrona y la ideológica, estará dispuesta a entregar el poder si
los hados del futuro inmediato se mostraran desfavorables; en esta negra
apreciación me acompañan –y lo he comprobado- todos aquéllos que no imaginan
siquiera a doña Cristina ejerciendo el poder sin un Congreso totalmente
domesticado y con la Presidencia con fecha de vencimiento cierta.
Si los
números –los verdaderos, no los inventados por el Indec- no les permitieran
convencerse de un triunfo electoral cierto, harán cualquier cosa (desorden
social, estado de sitio u algún otro conejo que sacarán de la galera) para
evitar esa derrota. Un dato alentador es que, a pesar de que se realizan
diariamente, los gobiernos nacional y provincial –los únicos que hoy gastan
dinero en ellas- no están difundiendo encuestas; esa conducta sólo puede
obedecer a que sus resultados son terriblemente desfavorables.
Por ello,
2013 será el año de suerte y verdad. Y esa es la razón por la cual el Gobierno
ha comenzado a tirarse con todo por la cabeza, mientras pone toda la carne en
el asador; la Casa Rosada necesita el alineamiento total de Scioli y de Massa,
traducido en la sumisa entrega de sus listas de legisladores nacionales a los
deseos de la viuda de Kirchner y su micro-mesa y, a la vez, no quiere ni
aceptará a ninguno de los dos como herederos de la corona imperial. Que los
chicos de la Provincia de Buenos Aires no tengan clases –y, con ello, no
accedan a los comedores escolares- es sólo una de las siete plagas que han
comenzado a asolarnos, por obra y gracia del “modelo” en peligro.
El tema es
que los ladrones no confían en ninguno de los dos, ni en la posibilidad de que
les garanticen una real impunidad frente a la nueva “comisión nacional de
desaparición de fondos” que la sociedad exigirá cuando esto termine, y los
ideólogos los ven como burgueses liberales de centro, y no como partícipes de
la revolución imaginaria en la que viven.
En junio,
cuando las listas deberán estar cerradas, conoceremos el futuro más claramente,
ya que el Gobierno se empeñará en cometer un fraude monumental en las primarias
abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) de agosto; los opositores, que
siguen religiosamente la agenda que Olivos les impone, aparecen como distraídos
frente a este tema, olvidando que será allí donde se decidirá, verdaderamente,
la elección de octubre. Si doña Cristina y su fabuloso aparato comunicacional
consiguen imponer el mito de su triunfo –es altamente probable que el
cristinismo se transforme en la primera minoría- y, sobre todo, una enorme
diferencia respecto al resto de las listas para las legislativas, podrá
respirar tranquila de cara a octubre.
El
angustioso e imprescindible grito de Alejandro Borensztein –en su nota de hoy,
“El lado luminoso del Gobierno” (http://tinyurl.com/bd6l4lr)- debiera repicar en el cerebro de cada uno de los
líderes opositores y llamarlos a la inmediata reflexión, porque los tiempos se
han acabado. Ya no queda margen para seguir discutiendo por personalismos
estúpidos que, en el fondo, no son más que flor de un día; para confirmarlo,
basta recordar los cinco millones de votos que obtuvieron Pilo Bordón, Chacho Alvarez o Lilita Carrió, que desaparecieron en la
siguiente elección.
Hoy, la
ciudadanía está exigiendo terminar con este “modelo” y se niega a permitir que
nos suceda lo mismo que pasó y sigue pasando
en Venezuela; tampoco quiere este misterioso acuerdo con Irán, que nos aísle
aún más del mundo, ni la nefasta prepotencia de Patotín Moreno ni la impune sonrisa de Guita-rrita Boudou. Los opositores deben
ofrecer una alternativa seria, tal vez de no más de cuatro o cinco puntos
básicos, para volver a la normalidad como sociedad y terminar con esta división
tan marcada que puede terminar en un enfrentamiento gravísimo.
Para ello,
el trabajo que hizo Capriles y su movimiento democrático en tierras del
chavismo es un ejemplo a imitar porque, cuando el desparpajo de los energúmenos
oficialistas reclama a quienes disienten la propuesta de una propuesta de gobierno diferente,
debiera bastar con responderle que esa plataforma está escrita en la
Constitución Nacional, y a ella queremos regresar.
Sólo así,
con opositores decididos a unificar su accionar ya mismo para quitar el poder a
este nefasto régimen, la Argentina tendrá futuro. De lo contrario, sólo
existirá la anarquía y la nada, que la hará desaparecer del escenario como
nación independiente y su geografía irá a parar a manos de todos nuestros
vecinos.
Como siempre digo, no tengo más
información que nadie, pero observo lo que sucede a mi alrededor y, con esos
datos, saco mis conclusiones. Pero le reitero una pregunta: ¿se puede vivir en
este desmadre casi tres años más?.
Bs.As., 10
Mar 13
Enrique
Guillermo Avogadro
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