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jueves, 21 de marzo de 2013

   2013




Malentendidos


Por :

Ernesto


Bobek 


Caceres.

Abogado.

Justa Causa



Una mentira no tendría sentido, 
si la verdad no fuera percibida como peligrosa. 
Alfred Adler (1870-1937)
Pocas veces, como tras la elección de Francisco, han quedado en evidencia las miserias de gran parte de políticos y “gurúes” del oficialismo. 
Simultáneamente, las políticas Nac & Pop, -coherentes con su inviabilidad práctica-, sin tapujos ni eufemismos están brindando los únicos, fatales y esperables resultados para todos los estamentos del quehacer nacional, que se resumen en una palabra: Fracaso.        Todos los alineados K copiaron el egocentrismo que emana desde el eje del poder.
               Dispararon contra Su Santidad desde el odio y la mentira. 
               Nadie imaginó que Jorge Bergoglio podía llegar a ser ungido por sus pares como papa en forma tan contundente. 
             Tarde y mal, el gobierno tuvo que intentar desmentir que desde el oficialismo existieron “operativos preventivos” para restarle posibilidades a nuestro hoy Francisco.
              Es tal su soberbia que saboreaban los aromas de la victoria sin medir previamente las posibilidades de fracaso. 
              Las atrocidades y mentiras llegaron a la injuria y calumnia proferidas desde ámbitos seudo académicos del oficialismo y desde periodistas travestidos por dinero. 
              Algunos, tras ver el cambio de actitud de nuestra presidente intentaron amortiguar el impacto provocado desde su propia torpeza. Pero ya era tarde. 
              La imposible “reparación” del daño que intentaron infligir, cobró un giro poco frecuente. 
Todo se vino en contra. 
Fue entonces que se comenzó a hablar de interpretaciones y malentendidos, pero también era tarde. 
Nadie puede malentender los “tweets” del despreciable periodista V. H. Morales y sus horrorosos deseos hacia el papa. 
No se puede aclarar lo inaclarable. 
Hay que hacerse cargo de cuanto se dice y hace.
 Ahora muchos están arrepentidos de haber hablado, y no se animan a afirmar:        
Me obligaron a decirlo. 
Lo que resulta impactante es la transformación de las preferencias de los medios de comunicación, incluyendo a los oficiales. 
Se dejó de nombrar a Hugo Chávez y al socialismo del siglo XXI. 
Está sucediendo algo que para los cultores del populismo clientelar se convirtió en una verdadera pesadilla:
 El agotamiento de los modelos despóticos.           Concomitantemente los argentinos debemos pagar la fiesta de 10 años de kirchnerato. 
Se agotaron las reservas monetarias y morales. 
Hay provincias en estado comatoso. 
La provincia de Buenos Aires, saqueada con el 40 % de aporte de fondos coparticipables no tiene para pagar el aumento solicitado por los docentes. 
Y no van a aceptar ningún porcentaje de aumento o recomposición, ya que hay un tema político que prima sobre la racionalidad. Eso liquida las posibilidades de nuestros jóvenes de educarse en forma adecuada. 
       Los vaivenes del dólar son reveladores de la crisis en que estamos inmersos.
 Nos quedamos sin moneda y padecemos de retracción de actividad de todo tipo esencialmente la industria de la construcción, dadora de mano de obra por excelencia. Nada se hace por la seguridad. Disminuyó el empleo formal. Aumentan impuestos y servicios. Perdemos calidad de vida. 
                El gobierno busca nuevos o viejos enemigos a quienes responsabilizar de todos los males en los productores rurales, a quienes pretenden obligar a vender contra su voluntad, toda lógica y preceptos constitucionales. También señala enemigos en algunos políticos y periodistas que no responden a las consignas del modelo del fracaso. 
                Por otro lado, vemos un incremento desorbitado del gasto público, empresas cada vez más deficitarias y con una relación costo/calidad de servicio que hace que el contribuyente ruegue para que las cierren. Pero estamos en un año electoral, y hace falta mucha platita. Cuando esa “mucha platita” es para comprar voluntades, queda al desnudo la corrupción que todo lo arrasa. 
               Esa corrupción es la que denunció nuestro papa Francisco como responsable de muchos de los males que padecemos en el país.
 Y más pronto que lo que nadie esperaba, nuestro Santo Padre se está convirtiendo en la reserva moral del país y del mundo. 
Tiene Su Santidad una enorme ventaja sobre quienes lo quieran enfrentar: 
No predica desde los dichos, sino desde los hechos. 
Su vida entera es el mejor ejemplo de entrega por los más necesitados, la verdad y la Justicia. 

CABA, 21 de marzo de 2013 

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