Buendianoticia 8.Blogspot.com

domingo, 10 de marzo de 2013

2013

ENDECHAS

SOLITARIAS

DE UN 

ARGENTINO

ATORMENTADO.



Por : Carlos Berro Madero.




Cuando los hombres beben, parecen volverse ricos y exitosos para resolver sus problemas; y son felices y ayudan a sus amigos. 
¡Rápido!  Tráiganme una copa de buen vino, así puedo humedecer mi cerebro
y obrar con inteligencia” 
(Aristófanes)



Tráigannos también a nosotros esa copa de vino, para unirnos a 
Aristófanes; porque luego de haber oído a Cristina en el Congreso echando su mirada al mundo que nos rodea, convendría que nos
convirtiésemos rápidamente en bebedores consuetudinarios.
Estar embriagados nos impediría enojarnos al sentir que nuestra realidad es como una réplica de un aguafuerte de Picasso, en el que un pobre
toro termina picaneado por la saña de una “matadora” impenitente y sentiríamos en cambio la bienaventuranza de “pertenecer” a una sociedad “pintada al óleo” que no alcanzamos a ver ni con gafas de aumento.

Comprenderíamos asimismo que cuando los funcionarios que rodean a 
la Presidente –y ella misma-, se hacen ricos, es al solo efecto de poder
exhibirse en el listado de grandes fortunas del mundo que publica la revista Forbes, proporcionándonos así una alegría “nacional y popular” a todos los argentinos por “pertenecer” a ese ranking selecto.
       Y sabríamos por qué mientras “aspiran” fondos públicos para enviarlos con rumbo desconocido, contribuyen también a alejar cualquier prosperidad inútil de nuestra vida, para que solo nos baste con un modesto mendrugo de pan para caminar felices y sonrientes, haciendo
“sopita” con él al sumergirlo en nuestra copa de vino.
O podríamos hacer turismo, visitando los túneles del Vietcong o las plazas públicas de Angola disfrazados con un lindo sombrerito de paja y
guirnaldas multicolores emulando a nuestra Presidente, bailando como ella sin complejos, dichosamente, al compás de un tamboril.

O mandar mensajes en chino y felicitar a los ciudadanos de ese país 
por el año de la serpiente, o cualquier otro motivo que se nos ocurra, sin
fijarnos demasiado si nos sobra un signo alfabético o nos falta un motivo.
O “democratizar” definitivamente la sociedad “in totum” para que los asnos y los loros puedan ser elegidos -con el auspicio de la Sociedad Protectora de Animales-, como miembros del parlamento, y a las voraces avestruces se les permita actualizar las estadísticas del INDEC y
de la AFIP (lo que seguramente harían mejor que Moreno y Echegaray).
O concurrir a alguna reunión política del kirchnerismo, donde se hable de cosas esotéricas y se lancen al aire impresos con leyendas alusivas a los “enemigos” de la democracia; y aplaudir frenéticamente con los asistentes al acto, cambiando con ellos miradas extasiadas de gozo,
aunque no supiéramos bien por qué razón pudiesen invadirnos.
Comprender asimismo que cuando algo malo sucede “en tiempos como éstos”, como dice nuestra Presidente parodiando a Paul Harvey,
ello significa que seguirá habiendo siempre “tiempos como éstos” y podríamos embriagarnos alegres y sonrientes, sabiendo que todo será
igualmente feliz en el futuro que ella pretende diseñar e imponernos por nuestro propio bien.
Sentiríamos así que gobernar está destinado a las criaturas más fuertes y mejor dotadas: Cristina y los leales al “modelo K”. 
Gracias a ellos, no necesitaríamos sufrir por la cotización del dólar, por ejemplo, porque sabrían qué hacer para que no volviésemos a verlo nunca más, aliviando así una ansiedad que nos consume.
Siempre se nos dijo que la vida está llena de cosas buenas, pero al estar bebidos no sabríamos cuáles son: si es que estamos rodeados de lo
mejor o de lo más siniestro; y no podríamos medir el futuro por las mismas razones. 
Por lo que reiríamos y cantaríamos, abrazándonos entre nosotros e ignorando en realidad por qué lo hacemos.
¡Tráigannos esa copa de vino entonces, porque querríamos ser felices como algunos políticos kirchneristas que lucen tan relajados, diciendo
cosas que no entendemos, riéndose entre ellos…y de nosotros!
Podríamos convencernos también que, como dijo desencantado Orson Welles alguna vez, “la justicia no existe y solo se trata de que se tenga
buena o mala suerte”; lo cual nos importaría un comino, porque lo que deseamos en realidad es vivir como auténticos bebedores y ninguna otra cosa.
Y reiríamos así todo el tiempo confundiendo la mediocridad con la sabiduría, sintiendo que no es tan importante sufrir por la pobreza o morir en la abundancia, si podemos dedicarnos a beber sin límites echando nuestras responsabilidades sobre las espaldas de una mujer excepcional como Cristina.
carlosberro24@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario