Las Mil y Una Noches
de Cristina
Por :
Enrique
Guillermo
Avogadro.
Julio Bárbaro.
"Sherezade, según cuenta la leyenda,
sería ejecutada al amanecer por orden del sultán, como les había sucedido a
todas sus antecesoras que, diariamente, eran conducidas a la alcoba real. Para
evitar tal suerte, la heroína contó a su amo una historia apasionante que,
cuando el sol apareció, no había llegado a su final; el soberano, intrigado, le
perdonó la vida ese día y ordenó que la llevaran a sus aposentos a la noche
siguiente para saber cómo terminaba el cuento. La relatora repitió la maniobra
mucho tiempo, y logró así evitar la muerte por casi tres años; nadie sabe qué
sucedió después.
La Constitución argentina impide –y
mal que le pese a la Araña Conti, lo seguirá haciendo- que la
“vida” de nuestra primera magistrada continúe cuando amanezca el 10 de diciembre
de 2015. Con la siempre comprensible vocación de prolongarla, doña Cristina ha
resuelto transformarse en una Sherezade moderna, inventando noche a noche, una
ficción que, según su criterio, debiera fascinarnos tanto como le sucedió al
sultán con su antecesora. Lamentablemente, los de ésta eran otros tiempos, en
los cuales la relación del hombre con sus deidades era más cercana y todas las
fantasías resultaban creíbles.
Hoy, de los mil y un cuentos que
contiene la obra sólo permanece como algo verdadero y actual el de Alí Babá y
los cuarenta ladrones; Guita-rrita (¡está a cargo del Ejecutivo!),
los chicos de La Cámpora y muchos otros funcionarios –incluida la propia CFK-
se han ocupado con enorme eficiencia, la misma de la que carecen a la hora de administrar
empresas públicas, salvo en su propio beneficio, de mantener la historia viva.
Sin embargo, y ahora desde hoteles,
aviones y escenarios tan suntuosos que recuerdan los palacios y los desiertos
dorados de la narradora original, sea en Emiratos o en Indonesia, en Vietnam o
en Cuba, doña Cristina,
envuelta en lujosos encajes y acompañada por una barbie a su imagen y
semejanza, insiste en intentar convencernos de la veracidad de sus relatos
diarios. La reiterativa enumeración de logros inexistentes, las inauguraciones
repetidas dos y tres veces, los anuncios rimbombantes, la catarata de
inversiones nunca concretadas, no consiguen convencer al ciudadano de a pie
que, en lugar de viajar en helicóptero y a una distancia tal de la superficie
como para que las lacras no se vean, debe luchar todos los días contra hechos
que, durante las veinticuatro horas, demuelen el relato presidencial.
La infraestructura de caminos y
ferrocarriles colapsada, los cortes de luz a viviendas e industrias, la falta
de agua y cloacas, la inseguridad, el sideral desarrollo del narcotráfico, la
genocida corrupción y la inflación, que se come a enormes mordiscones planes y
subsidios, se han constituido en verdaderas paredes contra las que choca la
fantasía con la que la viuda de Kirchner intenta conquistar la inmortalidad.
En estos días, y tal como puede
verse en mi blog, he dejado de ser el único que menciona al “rodrigazo” como
futuro de este modelo económico, comandado por los más torpes funcionarios que
el país recuerde, encabezados por la única persona a la cual el relato
convence: ella misma; voces de próceres tan autorizadas como las de Roberto
Lavagna, Jorge Brito o Ignacio de Mendiguren han sumado sus preocupaciones al
respecto. Desde el exterior, ha sido O Globo, el diario más importante de
América, quien ha denunciado la verdadera situación que la fantasía de la
señora Presidente pretende ocultar.
Sucede que, en realidad y más allá
de la prepotencia de sus modos, doña Cristina ejerce un poder débil: usó a
Mariotto para intentar destruir a Scioli y fracasó; quiso echar de su “lugar en
el mundo” al Gobernador Peralta, y también fracasó, envió al MultiusoPicheto y al Gobernador
Weretilnek a destituir al Intendente Goye de Bariloche y debió soportar los
desplantes de éste; y hasta el Intendente de Olavarría, absolutamente harto de
las presidenciales payasadas, se dio el lujo de negarse a participar de una
teleconferencia para reinaugurar una fábrica.
Es que, después de diez años de una
bonanza y de una recaudación inédita -recomiendo una imperdible nota de
Fernando Iglesias, “Apocalipsis frío” (http://tinyurl.com/ayddsms) el final del
sistema ferroviario ya resulta innegable. Ferrobaires ha debido cancelar su
tradicional servicio a Mar del Plata, el soterramiento del Sarmiento se ha
detenido casi al nacer y sus formaciones descarrilan diariamente y el Roca, el
San Martín, el Urquiza y el Mitre se han convertido en inmundicias rodantes y,
por supuesto, el “tren-bala” no pasó de ocupar una noche de cuentos. Lo malo
para el relato de nuestra heroína es que ya estamos encima del 22 de febrero,
cuando la protesta nacional recordará en calles y plazas el aniversario del
crimen de Once y, finalmente, se verá que la reina está desnuda.
La señora Carrió ha pedido el juicio
político a la señora Presidente por su coautoría intelectual en ese horror, aún
a sabiendas de que resultará imposible que prospere, al menos hasta diciembre
de este año. Pero ese gesto es sumamente importante, ya que permitirá también
relevar los valores individuales de cada uno de sus colegas en la Cámara de
Diputados; desde esta columna y, espero, desde muchas otras, expondremos a la
luz pública cómo votará ese proyecto cada uno de los legisladores disque
opositores, quiénes exhibirán coraje cívico y quiénes continuarán especulando y
chapoteando en este chiquero en que se ha convertido nuestra política cotidiana.
Mientras tanto, desde el Lejano
Oriente, doña Cristina insiste en contarnos historias por Twitter o Facebook,
intentando que los mandatarios extranjeros -¡piensa que no están informados de
la realidad!- la acompañen en sus delirios mesiánicos a nivel global. Pero ya
nadie, salvo sus poquitos incondicionales, por la ideología o la rapiña, tiene
interés en sus cuentos, porque todos conocemos el final.
Bs. As., 20 Ene 13
Enrique Guillermo
Avogadro
Abogado
Abogado
No hay comentarios:
Publicar un comentario