La Bastilla y la
Rana
“La lengua es el
vestido del pensamiento”.
Samuel Johnson.
Por
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
Contra esta Corte Suprema, tan loada en los primeros ocho años del
neo-imperio ganancial de los Kirchner, tengo viejos agravios como abogado y, como
ciudadano. Critiqué fuertemente, y aún lo hago, haber destruido, a través del
tema de los derechos humanos (de los que interesan a Olivos), toda la
estructura jurídica que nos regía –principios de inocencia, de legalidad, de
juez natural, de ley anterior al hecho del proceso, etc.-, no haber reaccionado
ante el desconocimiento flagrante de sus sentencias por el Poder Ejecutivo
–casos Badaro y Procurador Sosa-, no haber defendido a los jueces inferiores
ante las persecuciones policiales y de los servicios de inteligencia a que
fueron sometidos por no fallar como la Casa Rosada pretendía –las reservas del
Banco Central, el caso Ciccone y las cautelares al grupo Clarín- aún cuando
ello implicara arrasar con un fuero completo, o no adoptar una posición común
–de expulsión o de renuncia colectiva- ante el descubrimiento de la propiedad
de prostíbulos del Juez Zaffaroni o de su evasión fiscal.
En
cualquiera de esos temas, en todos, la Corte debió formular las pertinentes
denuncias y solicitar al Poder Legislativo el juicio político de los inquilinos
de la Casa Rosada, aún a sabiendas que las mayorías oficialistas bloquearían el
proceso. A cambio de una actitud tan noble y constitucional, se han dejado
insultar –y la sociedad lo ha permitido- impunemente por personeros de un
régimen en el cual nadie habla sin pedir permiso.
Hoy, alguien que hubiera podido merecer algún respeto por su
coraje personal, pero que lo ha malversado con su recalcitrante oficialismo y,
sobre todo, con la corrupción que envuelve a las Madres de Plaza de Mayo desde
que las asoció con Shocklender para robar dineros públicos, se ha permitido
amenazar a los integrantes de la Corte con tomar el Palacio de Justicia si no
destraba de inmediato el tema de la inconstitucionalidad de dos artículos de la
Ley de Medios Audiovisuales, como si éste se tratara de una Bastilla reciclada
y ella encabezara la Revolución Francesa. Pese a las horas transcurridas desde
entonces, y el premeditado anuncio de su futura extorsión a los jueces con
carpetas reales o inventadas -¿recuerda las cuentas atribuidas a Enrique
Olivera y a Luis Juez, o el tráfico de drogas imputado a Francisco de Narváez?-,
ningún juez ni fiscal de la Nación ha denunciado a Hebe de Bonafini por cometer
el delito previsto en el artículo 209 del Código Penal.
Es cierto que esta energúmena mujer se siente, con la razón que
le dieran don Néstor (q.e.p.d.) y doña Cristina, por encima de la Constitución
y de las leyes, como lo estuvieron esos guerrilleros cuyos atentados con bombas
y asaltos a cuarteles defiende a ultranza, como lo hizo con los de ETA en
España o con las torres gemelas, y nunca fue reprimida por ello; antes bien, fue
premiada pública y reiteradamente por decir aquello que se le ordenaba. También
es cierto que los fiscales deben haber puesto sus barbas en remojo después que
la oposición en el Congreso permitiera la designación como Procuradora General
de la Dra. Gils Carbó, tan obediente a los designios de Olivos. Sin embargo,
hubiera podido esperarse mayor coraje cívico de quienes tienen el deber de
velar por las instituciones.
La verborragia twittera de ayer de la señora Presidente desde
su “lugar en el mundo”, que hoy reproducen todos los diarios, no es más que el
paroxismo de esa actitud, verdaderamente golpista y destituyente, de un Poder
Ejecutivo que se niega a compartir la cabeza del Estado con los otros dos; con
el Legislativo le ha resultado fácil, después del ya inexplicable 54% de su
triunfo en octubre de 2011, pero ha encontrado en el Judicial más piedras que
halagos. Tal como presumía cuando escribí la nota anterior –“La Nariz”- la
Sociedad Rural Argentina obtuvo una razonable medida que impide a la Casa
Rosada avanzar con este desaguisado jurídico (¡ uno más !) con el que pretendía
disfrazarse de nac&pop pero que terminó llevándola a una
nueva derrota; ello bastó para el furibundo y renovado ataque presidencial
sobre los jueces.
La autocalificada “abogada exitosa”, obviamente, ha olvidado
hasta los más elementales principios de derecho constitucional, materia que
debió rendir para recibirse en La Plata, si es que alguna vez lo hizo. El
Profesor Segundo Linares Quintana debe haber anticipado su fallecimiento para
que éste se debiera sólo a su mucha edad y no al asco que sentiría hoy si aún
estuviera entre nosotros.
Pese a todas estas aberraciones del cristinismo, como la
generalizada corrupción, la sociedad parece seguir adormecida. Obviamente, no
bastó el éxito del 8N para traducir el descontento generalizado en una
resistencia civil frente a los desmanejos del Ejecutivo. Está optando, la
ciudadanía, por la actitud de la rana cuando comienza a cocinarse; se la
sumerge en agua fría, a la que se va calentando de a poco hasta que el animal
se adormece y pasa de la vida a la muerte sin notarlo; a este ritmo, pronto nos
quedaremos sin Constitución y sin República.
Es necesario que todos nos pongamos frente al Palacio de
Tribunales cada jueves, cuando se intenten las pseudo puebladas a las que
convocó Bonafini, o nos reunamos en el sector militar de Aeroparque, cuando la
señora Presidente viaje al exterior y nos deje en las sucias manos de Guita-rrita, para decirle a la señora Cristina
E. Fernández W. de Kirchner que hasta aquí llegó, que no estamos dispuestos a
permitir que continúe matando a la República, que hemos notado que el agua
comienza a hervir, pero que resistiremos, como lo manda nuestra carta magna en
su artículo 21.
Espero, fervientemente, que el miércoles próximo, cuando la
“Libertad” llegue a Mar del Plata, los argentinos nos pongamos de pie para
repudiar los usos y abusos del Gobierno y no compremos, una vez más, el
discurso falsamente nacionalista, agresivo y soberbio de quien ejerce, hoy, la
primera magistratura.
Bs.As., 6 Ene 13
E.mail: ega1@avogadro.com.ar
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