2013
cada
vez
más turbada.
Por :
Enrique Guillermo Avogadro.
“Como los ‘aprendices de brujo’,
habían desatado fuerzas,
que no sabían cómo controlar
sin invocar a la muerte,
hasta el fin”.
Héctor Ricardo Leis.
Bajo las órdenes de su única mariscala de la derrota, el
cristinismo militante sigue avanzando, ahora convocado a una “batalla” contra
quienes no están dispuestos a enterrarse con él. Cuál es el verdadero
significado de esa palabra -que una Cristina, bipolar como nunca, utilizó ex
profeso en los espectáculos circenses en que transformó la celebración por los
cuatro siglos de la Universidad de Córdoba y el Día de la Bandera, en Rosario,
cuando llegó a bailar el Himno Nacional ejecutado con ritmo de cumbia tumbera-
lo descubriremos los argentinos rápidamente, a medida en que se acerquen los
tiempos finales del “modelo”; conociendo el paño, nada bueno cabe esperar.
Mi impresión es que la Corte, con su fallo de
inconstitucionalidad de la “democratización” de la Justicia, le hizo un enorme
favor. Imagine usted qué hubiera sucedido con “Ella” si la oposición, con una
única lista de candidatos a consejeros, disponía de la facultad de expulsar a
todos los jueces que, desde Comodoro Py, han garantizado diez años de impunidad
a la familia imperial y sus cómplices.
Quienes continúan declamando su fidelidad debieran comenzar a
poner sus barbas en remojo. Las sociedades en general, y la nuestra muy
especialmente, cuando sufre una crisis grave sale a buscar, con desesperación,
alguien a quien echarle la culpa, a quien transferir la responsabilidad, la
quite de sus propios hombros y le permita sentirse inocente, aún cuando la
tragedia se haya debido a su voto.
A partir de 2003, don Néstor (q.e.p.d.) escogió a los militares
y, con el silencio cómplice y cobarde de toda la comunidad y hasta de sus
camaradas, mandó a una multitud de ancianos a comparecer en juicios amañados (http://www.youtube.com/embed/tekIciiYVLk) y a morir
en las cárceles, en condiciones infrahumanas.
A diferencia de los actuales, que han ejercido el poder
humillando tanto a propios y extraños, nadie odiaba a los funcionarios menemistas.
Muchos de ellos, por lo demás, fueron incorporados por ambos cónyuges a su
proyecto, y se transformaron en sus más obsecuentes defensores. Con la única
excepción de María Julia Alsogaray y, ahora, del desastre de la causa de las
armas, los demás se fueron a dormir en paz.
Cuando la herencia de la “década ganada” pase a manos de
nuevos ocupantes de la Casa Rosada, y la crisis exponga sus más lacerantes
aspectos, los argentinos otra vez buscarán responsables que los exoneren de la
culpa de haber votado, por amor a sus bolsillos, a la asociación ilícita que
hoy nos gobierna. No habrá pacto de impunidad que, en esas condiciones, pueda
garantizarles a los actuales funcionarios, tan odiados, libertad y fortuna, ya
que los jueces federales, que nunca se venden sino que sólo se alquilan, habrán
cambiado de locatario. En el hecho de que doña Cristina y sus cómplices ya lo
han comprendido está la verdadera raíz del monumental ataque golpista que están
llevando a cabo contra la Constitución y, por ende, la República.
Un aspecto, que ya he resaltado en notas anteriores, tuvo una
clara confirmación este jueves, en Rosario. Doña Cristina, de quien ya es
lícito dudar acerca de sus facultades mentales, habló sólo para su núcleo duro,
y agravió, una vez más, al resto de la ciudadanía. Con ello demostró, por si
cabía a esta altura alguna duda, que su voluntad de perpetuarse en el poder no
se apoyará en los votos que pudiera obtener seduciendo al electorado
independiente, al que espanta con sus acciones, sino que, muy por el contrario,
radicará en las curiosas “remedios y antibióticos” que dijo poseer.
Porque, le pregunto, lector.
Si usted quisiera ser presidente
del club de su barrio, ¿insultaría todos los días a los socios? o ¿iría cada
noche a demoler las paredes de la sede? Si su vocación de ser electo –o
re-reelecto- fuera sincera, resultaría obvio que usted no estaría centrando sus
esperanzas en el sistema democrático, que está pensando en otro camino.
Ratificó así que, por delante, sólo tiene dos opciones,
eventualmente combinados: el fraude o la violencia. El primero debería ser tan
masivo que ya puede descartarse, al menos como exclusivo factor de una
victoria. Así, por mera deducción, es seguro que recurrirá a la segunda, tal
vez decretando la toma del Palacio de Tribunales, como anunció doña Bonafini.
Porque, si bien es cierto que está en condiciones de aumentar el
número de los ministros de la Corte Suprema, la designación de cada uno de los
nuevos miembros requerirá el voto de los dos tercios del Senado, una meta
absolutamente inalcanzable para un cristinismo que ya huele a flores marchitas.
Y lo mismo sucederá si pretende una reforma constitucional, como la exigida por
doña Carlotto, doña Conti, don Kunkel, don De Vido y varios corifeos más; todas
las encuestas dicen que la ciudadanía se manifiesta contraria a la misma casi
en un 75%, porcentaje que incluye a muchos oficialistas de buena fe.
Anoche se cerraron, finalmente, las listas de quienes, en la
mayoría de los casos solos, competirán en las abiertas de agosto, si éstas
finalmente se realizan. Desde anoche, y pesar de la creencia generalizada, las
PASO están un poco más lejos; la ciudadanía, pienso, tendería más a votar
dentro de aquellas alianzas que ofrecen varias posibilidades, como la de
centro-izquierda, que por las boletas que, por no tener rivales internos,
resultarán menos atractivas para el ejercicio electoral; siempre resulta más
convocante el voto decisorio que el meramente testimonial.
Anoche también, el cristinismo –al menos, en su actual versión-
recibió el tiro de gracia. No sólo perderá en la ciudad de Buenos Aires, en
Santa Fe, en Córdoba, en San Luis, en Mendoza, en Santa Cruz y, probablemente,
en Chubut, sino que resulta probable que salga tercero en la crucial Provincia
de Buenos Aires. Con ello, seguramente morirá la última esperanza de una
perpetuación democrática del “modelo”, dejando sólo alternativas violentas.
Pero la gran duda nacional radica, precisamente, en el candidato
con mejor imagen en la Provincia de Buenos Aires. Hasta hoy, y seguramente lo
hará hasta octubre, Sergio Massa se ha reservado informar al público cómo
votaran en el Congreso los diputados que su lista consiga imponer; en la medida
en que, en lugares expectantes, aparecen nombres como los de Garfunkel o Daer,
ambos militantes ultra-kirchneristas, ¿cabe esperar que no sumen sus alzadas
manos cuanto la señora Presidente presente sus adefesios jurídicos disfrazados
de proyectos de ley? La ciudadanía debiera exigir que, antes de recibir su
aprobación, suscribieran un compromiso público en contra de la modificación de
la Constitución y a favor de una Justicia independiente y veloz.
En Brasil, el 0,5% de su población salió a la calle y puso en
jaque al PT y a su marketinero modelo, tan impregnado de corrupción; aquí, en
las marchas ciudadanas de septiembre, octubre y abril, se movilizó un
porcentaje diez veces mayor sin que el Gobierno se sintiera compelido a revisar
política o conducta alguna. Creo que la sociedad debe abandonar su proverbial
anomia y, en paz, recurrir a todos los remedios democráticos para terminar con
esta lacra que está matando a la República y cuyas pústulas y llagas nos han
convertido en una payasada mundial, sólo comparable a la que encarna el Pajarico
Chiquitico.
La memoria del Gral. Manuel Belgrano, a quien debemos gran parte
de nuestros ex-eternos laureles, nos lo exige.
Bs.As., 23 Jun 13
Enrique Guillermo
Avogadro
Abogado
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