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viernes, 14 de junio de 2013

              2013


¿CUÁNTOS 

FERRICIDIOS 

MÁS?
Por :

Ernesto Bobek Cáceres.
Abogado (Justa Causa)
ebobek@fibertel.com.ar.



Una vez más hechos de corrupción devoran vidas inocentes. En febrero del corriente año recordaba que desde que asumió la presidencia EL, o sea durante la “década ganada”, se destinaron unos dos millones de dólares por día a los ferrocarriles. Sugería entonces de seguir la ruta del dinero para averiguar dónde recalaron tamaños aportes de la sociedad hacia la disponibilidad de trenes confiables. 
Hablamos de:
SIETE MIL TRECIENTOS MILLONES DE DOLARES.

El problema sería parecido aunque no igual si no se hubiera invertido un solo centavo en mejorar ese imprescindible medio de transporte público ya que al menos nos hubiéramos ahorrado tamaña suma. ¿A quiénes hacemos responsables de la tragedia de Once, y ahora la de Castelar?. Resulta terrible que la presidente mencione que tiene un poquito de bronca e impotencia cuando graves fallas de su gestión provocan muertos y mutilados.
Cada presidente elige su gabinete. La actual presidente dio cabales muestras de la incapacidad criminal de De Vido cuando tras la tragedia de Once, Transporte pasó a Randazzo, a quien le cuesta ahora creer que la tragedia de Castelar fue intencional. 
¿Es que alguien sugirió que tamaña desgracia haya sido intencional? 
Vamos a dejar algo bien claro. 
Si se desvió un solo centavo, la tragedia de Once fue de responsabilidad directa de De Vido y de quien lo puso al frente de Transporte. 
Desde que asumiera el cargo la responsabilidad directa del funcionamiento y mantenimiento adecuado de los trenes es de Randazzo y de quien lo puso como responsable del área. 

El ferrocarril es un medio de transporte esencial para millones de personas. Quienes viven en el conurbano no pueden depender del transporte colectivo con calles y rutas colapsadas en horas pico, precisamente cuando ellos necesitan trasladarse. Jamás podrán llegar a su trabajo a tiempo y volverán a sus hogares destrozados tras un demoledor viaje en un horario que ya no permitirá el mínimo y necesario descanso para encarar un nuevo día.



Si un medio de transporte público no brinda las mínimas garantías debe dejar de operar. Pero hoy no tiene un sustituto siquiera razonable en costos y tiempo de viaje. Este razonamiento tan elemental y sin respuestas es el que lógicamente esgrimen quienes precisan al ferrocarril como medio de transporte en su quehacer diario. Inevitable preguntarse: ¿Cuál fue el destino de los fondos? Algún fiscal tendrá que investigarlo.



A Randazzo hay que explicarle -ya que parece no entender- que la desgracia de sistema ferroviario que tenemos la debemos en primer lugar, -y luego de 10 años de gestión ininterrumpida-, al propio gobierno en cabeza de Néstor y Cristina Kirchner. Luego sigue la responsabilidad de ministros y secretarios. Es sabido que nadie querrá hacerse cargo de desgracias derivadas de ilícitos.



El estricto control de la aplicación del gasto y de la eficiencia del mantenimiento del sistema ferroviario, también es responsabilidad del Ejecutivo. Ya a esta altura no se puede descartar que la nueva tragedia -o la que siga- se la adjudiquen a una Constitución vetusta, a las corporaciones mediáticas y a una Justicia también corporativa. Con la desvergüenza más desembozada ante familiares de nuevos muertos y heridos, ¿Llegará el día en que en el entretiempo de un partido de fútbol escuchemos que un diario miente y las corporaciones hacen chocar trenes matando ciudadanos?
CABA 13 de junio de 2013.

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