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jueves, 4 de abril de 2013


        2013




Estado  y


sociedad... 



Las miserias y los muertos del país sin políticas de Estado‏.


Por :  Fernando Gonzalez.       Director del Cronista.

Colaboración : Dr. Juan Carlo Amatucci.

Entre todas las miserias que hacen de la Argentina un país adolescente, la ausencia de políticas de Estado es quizás la más patética. Y ayer, tras la tormenta que inundó, arruinó e indignó en muchos barrios de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, volvió a quedar en claro que tres décadas ininterrumpidas de democracia no bastaron para que la dirigencia nacional corrigiera esta materia pendiente e inadmisible.
Sorprendido y de descanso en Brasil durante el fin de semana largo, Mauricio Macri fue quien pagó el costo político más alto al volver a una Ciudad sumergida en el caos y con seis muertos como primer saldo del temporal. 
La mañana del 2 de abril le mostró a los argentinos las imágenes desoladas de la inundación en la que la asistencia de funcionarios, policías y bomberos fue mucho menos numerosa y eficaz que en las tormentas anteriores. 
La aparición pública del jefe de gobierno porteño junto a su gabinete fue un gesto rescatable pero no alcanzó para disimular las fallas en la prevención y en los primeros auxilios a las víctimas de la “tragedia climática”, el término incompleto con el que Macri definió el desastre.
En la conferencia de prensa que brindó al caer la tarde, Macri volvió a utilizar el argumento de los créditos internacionales para infraestructura porteña que Cristina Kirchner no les garantiza con su firma. Fue cierto durante un tiempo para las obras de los arroyos Maldonado, Vega y está en plena discusión si sucede lo mismo con las obras del arroyo Medrano. 
Pero, al igual de lo que pasa con la financiación del subte, el jefe de gobierno debe encontrar el modo de ejercer más eficazmente la autonomía del distrito que gobierna desde hace casi seis años.
Lanzado a la aventura presidencial para 2015, Macri venía de otra iniciativa envuelta en la polémica como resultó ser el automovilismo callejero en plena Figueroa Alcorta, con el que incordió el tránsito y la paciencia de muchos. 
Un proyecto atractivo para el turismo interno pero un despropósito para una Ciudad que cuenta con el mejor autódromo del país.
Claro que Macri no es el único responsable de lo que sucedió ayer. La tormenta también provocó zozobras y dos muertos en el Gran Buenos Aires. La Matanza, La Plata o el Tigre fueron sólo algunos de los distritos que sufrieron el asalto de las aguas pero nada se escuchó decir a los intendentes Fernando Espinosa, Pablo Bruera o Sergio Massa, y mucho menos al gobernador Daniel Scioli, demasiado ocupado en estos tiempos por el fuego cruzado con el kirchnerismo.
Y aquí es donde surge el gran reclamo que se escuchó ayer entre los inundados. 
El de la asistencia coordinada del Estado. 
Una asistencia que en la Argentina es excepción pero nunca la regla. 
Resulta difícil establecer políticas de Estado si los dirigentes están siempre más pendientes de la próxima elección que de las obras que se terminarán luego del final de sus mandatos. Bastaba ayer escucharlo al ministro de Planificación, Julio De Vido, hablar de “falta de previsión y de gestión” en vez de aportar ideas o ayuda en medio de la tragedia. 
Justo él, que carga en su espalda la imprevisión y la ineficacia que terminaron en el choque del Sarmiento y sus 52 muertos.

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