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jueves, 6 de marzo de 2014

Peligroso Cambio


2014


REVISTA LATINOAMERICANA DE POLÍTICA, ECONOMIA Y SOCIEDAD





El peligroso cambio de Ollanta Humala. 

Por:
Yesenia Alvarez Temoche. Perú.

Abogada de la Universidad de Piura. 
Presidenta del Instituto Político para la Libertad, IPL Perú 
2014-03-04


El reciente remezón ministerial en el Perú deja consecuencias políticas que merecen serias preocupaciones, pues los últimos encontrones y medidas de fuerza y de poder entre el primer ministro, la primera dama y el ministro de Economía no solo han vapuleado al Consejo de Ministros y la presidencia del mismo, sino los esfuerzos que el país viene haciendo para robustecer su institucionalidad, dejando muy mal parado al presidente de la República.

El desencuentro que termina generando el aprieto ministerial, la renuncia del primer ministro y el nombramiento de un nuevo gabinete, se inicia con las discrepancias por la política de Estado sobre la remuneración mínima vital. Cesar Villanueva, hasta ese entonces primer ministro, declaró en una entrevista al Diario Gestión que tanto él como el ministro de Economía y Finanzas estaban revisando el aumento del sueldo mínimo.
Sin embargo, al día siguiente, Nadine Heredia, primera dama y esposa del presidente Ollanta Humala, desautorizó al premier al señalar que el tema no estaba en discusión, todo esto mientras el presidente se encontraba en Medio Oriente.

La primera consecuencia que afecta a nuestra democracia y a nuestro Estado de derecho es que a la primera dama no le corresponden las funciones del poder ejecutivo. El artículo 118° de la Constitución Política del Perú es claro en señalar que a quien le corresponde dirigir la política general del Gobierno es al presidente de la República. Nadine Heredia, sin ser portavoz del Gobierno ha salido a desautorizar una política de Estado, y a un primer ministro, quien conforme al artículo 123° de nuestra Constitución le corresponde ser el portavoz autorizado del Gobierno, después del presidente.

La situación se agravó con las declaraciones del ministro de Economía, Luis Miguel Castilla, quien desmintió a su primer ministro asegurando en público que en ningún momento conversó con él sobre el aumento del sueldo mínimo.
El debilitado y maltratado jefe de gabinete ministerial, Cesar Villanueva, renunció ese mismo día, convirtiéndose en el cuarto premier del presidente Ollanta Humala en caer (a los dos años y medio de gestión). Sobre ello, el mismo exprimer ministro ha señalado que renunció incluso antes de que el ministro Castilla saliera a la televisión a contradecirlo, y expresó que su renuncia a la jefatura del gabinete ministerial se debió a las injerencias de Nadine Heredia.

Aquí se presenta la segunda consecuencia perjudicial para nuestra institucionalidad y estabilidad política, ¿cómo un ministro subordinado desautoriza de tal manera a su primer ministro? No hubiera sido mejor conversar y solucionar estas discrepancias al interior del gabinete por la vía constitucional, pues como ya hemos señalado a quien le corresponde ser portavoz del Gobierno y de la políticas de Estado, después del presidente es al primer ministro; no a la primera dama, ni al ministro de Economía. Tenemos un desbarajuste sobre quién realmente ejerce el poder en el Perú.
Un mandatario siempre tiene consejeros y personas que tienen influencia sobre él -unas más que otras-, pero para nadie es un secreto que lo de Nadine Heredia no es una mera influencia en temas sociales, pues se ha empeñado en demostrar y hacer patente que es ella quien toma las decisiones. Si antes había dudas, la forma como Nadine Heredia ha desautorizado al premier, incluso al margen de los caminos constitucionales, es la prueba del poder real que ella ejerce actualmente en el Gobierno. La preocupación ciudadana por un poder paralelo como este no debe subestimarse teniendo en cuenta nuestro pasado. Nos alerta sobre lo frágil que puede ser la democracia peruana y en dónde podemos converger si no imponemos los límites al poder que en este momento corresponden. Recordemos que sin incluir el periodo de transición de Paniagua, recién vamos a cumplir tres periodos consecutivos de gobiernos democráticos.

Definitivamente, no vamos bien: el presidente Humala, el partido oficialista, el mismo ministro de Economía y el flamante primer ministro, René Cornejo, en lugar de hacer respetar la Constitución y los límites al poder han salido a defender “la opinión” de Nadine Heredia bajo el supuesto de que ella participa de algunas reuniones por ser además la presidenta del partido nacionalista. Señalan que ella solo opina y que las decisiones las toma finalmente el presidente, lo cual es falso. Es ella quien ha desautorizado al premier y luego ha enviado al ministro de Economía a desmentirlo.
La intrusión de Heredia dentro del Gobierno de su esposo ha dado así su zarpazo más notorio a nuestra institucionalidad.
La Constitución y la forma como debe limitarse el poder, poco les ha importado.
Las declaraciones del nuevo primer ministro en este sentido nos preparan, y son un anticipo de la sumisión con la que comienza su gestión.

Finalmente, una tercera consecuencia muy grave para nuestra democracia, y principalmente para la moral de nuestra nación, es la posición de los pragmáticos en este remezón, a quienes poco les ha importado el orden constitucional o quién ejerce el poder, o sí se cambian ministros determinantes por ministros sumisos. Los pragmáticos están contentos porque creen que Nadine Heredia es quien modera al presidente y su plan de “La gran transformación”; la consideran inteligente y hábil para comprender y garantizar el modelo de la economía de mercado, e igualmente consideran positivo que el presidente la esté escuchado a ella y no a otros. Para convencerse más aún, señalan que los nuevos ministros son muy destacados y mejores técnicos, y que por tanto el camino es el adecuado. Ningún reproche sobre las formas. Con el propósito que se garantice el modelo económico no les ha importado que pasen por encima del orden constitucional.
Si bien el hecho de que no se aumente el sueldo mínimo es beneficioso para la economía del país, no podemos permitir que la política económica liberal se haga por medio del autoritarismo.
El fin no justifica los medios y el liberalismo es muy claro y preciso en ello: las libertades económicas son inseparables de las libertades políticas.
Hoy se le ocurre al Gobierno y a su primera dama saltarse los mecanismos constitucionales y usurpar funciones para apostar por el camino beneficioso del mercado; mañana, amparados en ese autoritarismo, pueden ir completamente en sentido contrario.
No hay garantía.
Tengamos presente que lo que ha sacado adelante al Perú es la economía de mercado de la mano con la democracia liberal; la libertad política y la libertad económica juntas, no el autoritarismo. Al cierre de este artículo a ninguno en el Gobierno parece quedarle claro que las políticas de Estado son decisiones del presidente y de los ministros, ni que resulta peligrosa la intromisión de Nadine Heredia en las decisiones del Gobierno................


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