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jueves, 3 de abril de 2014

¿Violencia?




2014 


PUNTO, 


BANCA 

Y

VIOLENCIA
Por :
 Ernesto Bobek Cáceres.

Abogado (Justa Causa)
ebobek@fibertel.com.ar

En un siniestro juego de bacará, en el que el ciudadano de a pie jamás quiso participar, desde hace tiempo y sin merecerlo es siempre Punto. La Banca es el gobierno que tiene la caja de todos pero que administra como propia. 
Estamos virtualmente quebrados merced al despilfarro de un gobierno prebendario que designa ñoquis; que manipula los índices para hacernos creer a nosotros y al mundo que somos una sucursal del paraíso; que incrementa el gasto público inútil en forma impúdica para enriquecer a algunos y fidelizar a otros; que reparte discrecionalmente tanto los fondos de coparticipación federal como la pauta publicitaria asegurándose de tal modo que el 95 % de los medios repita las mentiras oficiales; que manipula la Justicia desde la que apuntalan a corruptos y destituyen a los que cumplen con el imperio legal.
Tenemos a la vista los padecimientos que sufren educadores, jubilados y personal de fuerzas de seguridad federales, estos últimos con sueldos cargados de adicionales no remunerativos, lo que les augura para cuando se retiren una jubilación miserable.
El pueblo ha sido tolerante con casi 11 años de saqueo a su bolsillo. Hay más pobreza y miseria que al asumir Néstor Kirchner. Pero el crecimiento exponencial de la inseguridad y la violencia desenfrenada en ocasión de hechos delictivos que generan varios muertos por día provocó que el ciudadano común perciba el desinterés absoluto por la seguridad desde un Estado bobo, donde reina la anomia.
El ninguneo hacia cientos de miles de personas que salen a trabajar y vuelven a sus domicilios atemorizadas en cada oportunidad por la posibilidad real y concreta de entraderas, salideras, asaltos y arrebatos llevó a que se sientan en estado de indefensión. Al sentirse acorralado hasta el animal más manso -en defensa de su integridad- se puede tornar muy peligroso. Algo similar ocurre con un ser humano en situación límite.
Respecto al tema de los “linchamientos” como se dio en llamar a la reacción de los ciudadanos en estado de indefensión, en modo alguno se puede justificar la justicia por mano propia en nuestro país como estado republicano. Pero se rompió el pacto social entre gobernantes y gobernados cuando el estado omitió su deber primordial de garantizar la seguridad, encontrándonos en situación permanente de alto riesgo. ¿Dónde quedaron los preceptos de “proveer a la defensa común” y el “asegurar los beneficios de la libertad” que proclama nuestra Carta Magna ya desde su preámbulo?
Podemos recordar la historia de la rana que es colocada en una olla con agua fría, a la que se le sube la temperatura de a poco. El anfibio pierde su capacidad de reacción y muere hervido. Trasladada la historia a nuestra realidad, es como que la rana en la olla con agua aún tibia es el ciudadano aterrado, y en el proceso le dan un pinchazo. En este caso, la rana en vez de quedar adormilada hasta morir, salta.
Estamos entonces ante la reacción de los ciudadanos que fueron asaltados, robados y maltratados, o lo fue un pariente cercano o amigo, padeciendo la ausencia del Estado. 
No hay quien no conozca víctimas directas de toda la gama delictual desde un arrebato de cartera o teléfono celular hasta secuestros virtuales, reales o robos con toma de rehenes.
Así como es complejo analizar las conductas de soldados durante la guerra en tiempos de paz, no deberían algunos señalar con tanta liviandad como homicidio agravado o salvajismo la reacción en un momento pico de tensión por parte de gente aterrada y hastiada de ser permanente víctima de delincuentes inescrupulosos, que llegan a matar sin razón a quienes ni siquiera se resisten.
En países donde impera la racionalidad, un agente de policía es respetado por la sociedad, está orgulloso de su empleo y muy bien remunerado. Cuando reducen a un sospechoso le advierten que no se mueva. Si lo hace generando la mínima sospecha de extraer algún arma, es -en su concepción- “lógica y legítimamente” acribillado. No se concibe la idea de que un agente del orden deba asumir riesgos.
Como referí en otras ocasiones, analizando la creciente sucesión de delincuentes castigados por hastío de las inocentes víctimas, vamos camino a convertirnos en una inesperada sucursal extemporánea del Far West. El único responsable es el Estado ausente, pero jamás lo reconocerá. La sociedad ya interpretó el mensaje del garantismo: Dejen que los roben y maten. Sus victimarios son excluidos sociales.
A raíz de esta temática caemos inevitablemente en la discusión referida al anteproyecto de modificación del Código Penal. Sabido es que una ley es buena cuando es justa. Entonces, respecto a la manifestación en el sentido que “Le hacen creer a la gente que el anteproyecto favorece a los delincuentes” le digo con todo respeto al Dr. Gil Lavedra que el que no entendió nada es él.
CABA, 2 de abril de 2014.

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