2013
Aturde
Por :Enrique Guillermo Avogadro.
Abogado.
“La política es el arte de conseguir
que tus intereses egoístas
parezcan intereses nacionales”.
Thomas Sowell.
Más
allá de los estropicios habituales que practica el Gobierno con su ya increíble
manipulación de los datos estadísticos, que le permite anunciar inexistentes
caídas en los niveles de pobreza e indigencia, ignorar la galopante inflación e
irritar a la compungida ciudadanía con declaraciones ridículas sobre comer con
seis pesos diarios, ahora la Presidente y la banda de delincuentes que encabeza
y la rodea han pergeñado la nueva versión de un robo mayúsculo.
Al
dar a conocer un falso porcentaje de crecimiento del PBI, que no ha sido
confirmado por ningún estudio serio, nacional, extranjero o multinacional, se
verá “obligado” a pagar por los cupones atados a esa variable la muy bonita
suma de tres mil quinientos millones de dólares, que volverán a salir de las
cada vez más magras reservas que aún conserva el Banco Central, afectadas por
el consuetudinario saqueo oficial.
Cuando
se compara esa inexplicable generosidad hacia los tenedores de esos bonos con
las penurias que el cepo cambiario de Patotín impone a la industria nacional y al
ciudadano común, una medida justificada por la catarata de animaladas y
negociados que este Gobierno realizara en materia energética, resulta aún más
llamativa.
Si
bien es cierto que el kirchnerismo ha pagado religiosa e injustificadamente (lo
curioso es que los países serios de la región los han refinanciado a tasas cada
vez menores) hasta la fecha sus compromisos internacionales –si se exceptúa,
obviamente, a los holdouts, al Club de París, a las sentencias
del CIADI y a los dueños de empresas confiscadas- no lo es menos que la
Argentina despierta cada vez menos interés en los inversores internacionales,
aún de aquéllos que están dispuestos a asumir riesgos inmensos en escenarios de
guerra, como las compañías petroleras, por ejemplo. Entonces, cabe preguntarse
quiénes son los mayores tenedores de esos bonos a los cuales les hemos pagado
tanto y, ahora, les regalaremos esa enorme suma de dinero, sobre todo cuando el
desembolso se realizará a contramano de la realidad.
Mi
sospecha –por cierto justificada, conociendo la catadura moral de quienes nos
han gobernado durante la “década
ganada”- es que estos cupones
fueron comprados por quienes, al poder manipular las cifras del INDEC, podían
también asegurar esta pasmosa ganancia. Si no fuera así, ¿qué sentido tendría
hacerlo si pensamos que, con ella, podríamos arreglar, al menos parcialmente, nuestros
problemas con el Club de París, por ejemplo?; si lo hiciéramos, los organismos
estatales comunitarios podrían, nuevamente, garantizar a los exportadores
europeos contra el riesgo argentino, o nos permitirían volver a los mercados
internacionales de crédito, aún baratos. Y ni que decir si los fondos en
cuestión fueran destinados a construir rutas, ferrocarriles, hospitales o
viviendas; en cambio, irán a parar, una vez más, a los bolsillos de los mismos
delincuentes.
Hoy,
mientras escribo esta nota, los argentinos estamos votando (¿o botando?) en
esta encuesta general camufladas de primarias. No puedo negar cuán sorprendido
estoy, ya que siempre descreí de su realización, porque sólo servirán para
identificar, en cada distrito, a quien esté en mejores condiciones de derrotar
al oficialismo en octubre.
Pero
lo adjudico a la mala información de inteligencia de la que, a pesar de los
ingentes fondos que el Gobierno destina –al menos, teóricamente- a su obtención
se suministra a la Presidente, a punto tal que se le dijo, casi hasta la fecha
de cierre de las listas, que Sergio Massa no se presentaría; ahora, es probable
que haya permitido las primarias pensando en que Martín Insaurralde ganaría la
Provincia de Buenos Aires. La otra explicación plausible es la seguridad en
poder manipular las cifras, realizando un fraude monumental, pero debo confesar
que me parece harto difícil de lograr.
Es
altamente probable, por el contrario, que más allá de las formas del relato, esta noche comience el
final de la era kirchnerista. Lamentablemente, y las pruebas están a la vista,
la retirada será cubierta arrasando e incendiando todo a su paso. Porque, como
ya sabemos por el odio y la fragmentación social que la familia imperial ha
sabido instalar en la sociedad, y como producto de las reiteradas humillaciones
que ambos consortes y sus funcionarios han derrochado sobre todos los
estamentos, cuando pierdan el poder todos ellos serán arrojados a la arena del
circo, sin compasión ni tolerancia. Tal vez sea previendo esa situación que
será consumado el atraco descripto más arriba.
La
sociedad argentina, tan habituada y necesitada de transferir sus culpas a
terceros -se llamen éstos sinarquía, monopolios
internacionales, viejos militares, menemistas no reciclados, formadores de
precios, amantes de la convertibilidad, etc., etc.-, tendrá a cercana
disposición una serie de individuos a los cuales endosar la responsabilidad por
todos sus males, que no serán pocos, y pedirá cárceles y confiscaciones. La
monstruosa impudicia (el filósofo Yabrán definía al poder como impunidad) con que
la asociación ilícita que nos gobierna se ha comportado traerá para sus
integrantes inevitables consecuencias, porque sólo un pueblo ahíto está
dispuesto a tolerar bajo el lema “roban pero hacen”; cuando la escasez y la
miseria crecen, las sociedades tienden a pedir venganza y reparación.
Si
esta mini-campaña electoral se transformó en un mero anticipo de las prácticas
a las que recurrirá el kirchnerismo en la verdadera, que comenzará mañana, el
robo perpetrado en la casa de Sergio Massa, la muerte del Lauchón, y el tiroteo al
automóvil del Intendente de Tigre nos parecerán juegos de niños. Estas acciones
resultan más trágicas, aunque menos gravitantes, que las que ya se intentaron
contra Luis Juez, Lilita Carrió, Enrique Olivera, por
inventados enriquecimientos, y contra Francisco de Narváez, con la pretensión
de vincularlo al tráfico de efedrina. Parece que los métodos utilizados, como
sucede con la brutal crispación instalada en la sociedad, involucionan
rápidamente hacia la violencia.
Pero,
como digo, tengo esperanzas; hoy los ciudadanos comenzaremos a optar entre
volver a ser República o convertirnos, sin remedio, en Argenzuela. Esta noche
se develará esa incógnita, tan esencialmente trascendente para el futuro.
Bs.As., 11 Ago 13
Enrique
Guillermo Avogadro
Abogado.
Abogado.
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