2013
“Game
Over”.
Por :Enrique
Guillermo
Avogadro
“Batí, total que te ha quedado,
si toda aquella guita facilonga
si toda aquella guita facilonga
has reventao,
sin palpitar chabón, qué
venía la quiebra tras el cartón”.
sin palpitar chabón, qué
venía la quiebra tras el cartón”.
Enrique
Cadícamo
El domingo pasado, después de escribir
mi nota, ejercí como fiscal general en una escuela de Quilmes; tan pronto
comenzaron a abrirse las urnas, la abrumadora cantidad de votos por la que se
había impuesto Massa, en una sección electoral que no era, precisamente, uno de
sus puntos fuertes, me dijo mucho acerca de la fuerza del sopapo que había
recibido el oficialismo.
Usted, lector, sabe cuánto descreí de
la realización de las PASO; estaba convencido que el Gobierno sabía que sería
derrotado y que, en los distritos donde no lo fuera, esas primarias sólo
servirían para identificar a quien se encontraría en mejores condiciones para
alzarse con el triunfo en octubre; esas fueron las razones que di, y escribí, para
explicar mi falta de fe. También dije que las había permitido porque la viuda
de Kirchner había sido mal informada.
La señora Presidente, en la peor
performance del kirchnerismo en las urnas durante la“década ganada”, perdió el mágico 54% de octubre de
2011, que sirvió para justificar todos sus disparates y desaguisados, y
transformó su base de sustentación en el pobre 26% actual. Peor aún, la
ciudadanía, por primera vez, es consciente de que el juego terminó y que la
eterna viuda se ha transformado en un pote de yogurt con fecha de vencimiento.
Quienes están preocupados por qué
pueda hacer el Congreso, a instancias del Ejecutivo, hasta el 10 de diciembre,
cuando asumirán quienes resulten elegidos en octubre, debieran tranquilizarse:
entre los actuales legisladores ha comenzado a cundir el pánico al desierto, y
muchos de ellos ya iniciaron su peregrinación al santuario de Tigre. En
resumen, las bancadas tan proclives a levantar la mano para votar sin siquiera
leer los proyectos de ley que enviaba la Casa Rosada, el mismo lunes 12
empezaron a desgranarse, y quienes las integran están con las barbas en remojo.
Lo mismo comenzará, en estas horas, a suceder en Comodoro Py.
Doña Cristina, que conoce muy bien
cómo funciona el peronismo, demostró en su patológico discurso del miércoles,
en Tecnópolis, que sabe que la pitada final del partido que, con su difunto
marido, hizo perder a la Argentina por goleada ya fue dada y que no habrá
vuelta atrás. Con una verba inflamada por los medicamentos que hubieran debido
protegerla de su bipolaridad, se refugió en su núcleo más duro, ése conformado por quienes sólo
pueden huir hacia adelante, porque atrás sólo tienen un futuro de cárcel y
pobreza. El comunicado emitido por La Cámpora, con la firma del Cuervo Larroque, nos mostró a una banda
de iluminados que, con el mismo y enorme desprecio por la voluntad popular que
exhibían los jóvenes
idealistas de los 70’s, se
ven a la cabeza de una ficticia revolución, ahora transformada en un mero
saqueo de las arcas del Estado.
En un almuerzo ese mismo día, desde
una mesa cercana un grupo de amigos me preguntó qué creía que sucedería en
octubre; limitado por lo inapropiado del escenario para el diálogo prolongado,
me limité a responder con una frase: el domingo pasado, el Gobierno encontró su
techo, mientras que la oposición había encontrado su piso. Lo dije antes de
saber que la viuda de Kirchner, totalmente desencajada, lo confirmaría minutos
después.
A la luz de ese discurso, tan
demostrativo de gravedad de la enfermedad que afecta su mente, cabe preguntarse
si no ha llegado la hora de que el Parlamento argentino –en especial aquellos
legisladores que quieran lavar sus culpas por la complicidad en tantas
aberraciones- tome cartas en el asunto, y considere, como lo dispone la
Constitución Nacional, si Cristina Fernández de Kirchner está en condiciones
físicas y psíquicas de continuar ocupando la primera magistratura e
infringiendo terribles daños a la República durante los dos años que restan de
su mandato. Me parece, y así fue previsto en la carta magna, que su incapacidad
manifiesta, que mucho se parece a la locura, debiera habilitar los resortes
legales necesarios para removerla en forma inmediata.
Si la política gubernamental, tan
personalmente dirigida por la señora Presidente como la reciente campaña
electoral, condena al país a seguir sufriendo la terrible sangría que
representa la corrupción; si la vida de sus habitantes corre tan grave peligro
diario, producto de la proliferación de la droga y el narcotráfico; y si la
economía y el futuro son dinamitados cada día para dejar tierra arrasada, creo
que ha llegado el momento de poner
punto final a este modelosatánico,
antes de que sea éste quienes termine con el país. La ciudadanía, más allá de
la curiosa interpretación de los resultados que hizo la viuda de Él, dijo
basta, y en octubre, la caída se transformará en un enorme derrumbe.
Los dirigentes argentinos, y
quienes se vean en tal rol en el próximo período presidencial, debieran
comenzar ya mismo a pensar en cómo sacarán al país de la crisis, mucho más
grave que la del 2001, que dejará el kirchnerismo a sus sucesores. Temas tales
como la energía, la educación, los subsidios, los planes sociales, las futuras
jubilaciones y la deuda previsional, la carencia de infraestructura de caminos
y ferrocarriles, la industria, el campo y su producción, la seguridad
ciudadana, la defensa nacional, la relación con el mundo civilizado, la salud
pública, las reservas del Banco Central, la inflación, la pacificación
nacional, debieran estar ya en la agenda de todos ellos, y obligarlos a
dialogar para llegar a los acuerdos básicos que nos permitan sobrevivir como
nación.
Por mi parte, comenzaré a predicar con
el ejemplo y, a partir de la próxima semana, en esta columna trataré de alguno
de esos temas, proponiendo la solución que creo más correcta. No lo haré por
imaginarme más dotado que nadie sino porque todos debemos poner el hombro, y
esta vez en serio, para sacar al país del pozo ciego en que lo ha sumergido,
durante los diez años del matrimonio imperial en el poder, esta banda de
delincuentes que aún no se resigna a abandonarlo.
Bs.As.,
18 Ago 13
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado.
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