¿Es posible
nuestro futuro?
Por:
Enrique G. Avogadro.
“No necesitamos ser todos amigos, pero tenemos que mantenernos juntos,
tenemos una responsabilidad.
No somos capaces de
cambiar el pasado, pero somos responsables de lo que ocurra en el
futuro”
La Argentina ha entrado en un año que tendrá una relevancia
esencial en su futuro, ya que se jugará en él la posibilidad de reelección de
doña Cristina Fernández de Kirchner y, con ello, la subsistencia del proyecto
político que, habiendo heredado de su marido en 2007, cambió -para peor-
abruptamente a partir de la muerte de éste.
Como he sostenido inveteradamente desde estas notas, ese
proyecto se apoya sólo en dos patas, la ideológica y la ladrona. Ninguna de
ellas, por las razones que ya he expuesto, estará dispuesta a aceptar
pacíficamente el verdadero juego democrático y, por el contrario, creo que
ambas incendiarán Roma antes de resignarse a perder el poder. Para comprobarlo,
querido lector, limítese a cerrar los ojos y trate de imaginar la foto de la
señora Presidente entregando la banda y el bastón a un sucesor que no sea del
propio palo.
Piense, como ya le he propuesto otras veces, si es posible que
nuestro país continúe viviendo este desmadre durante casi tres años más; cuando
se responda, intuya los nuevos niveles de desorden generalizado en todos los
órdenes –la economía (la inflación, el gasto público, la emisión monetaria, la
devaluación y la recaudación), la infraestructura, la educación, la seguridad y
el narcotráfico, la defensa, las relaciones internacionales, la corrupción- que
se alcanzarán cuando la señora de Kirchner se transforme en un “pato rengo” por
tener su mandato fecha cierta de vencimiento.
En la medida en que todos los analistas de opinión, y hasta la
propia percepción, nos dicen que es prácticamente imposible que el cristinismo
obtenga en las elecciones legislativas de octubre –si es que no las adelanta-
los dos tercios de ambas cámaras, que le permitirían habilitar la modificación
de la Constitución para permitir la reelección, el escenario que le pedí
imaginara en el párrafo anterior se verá concretado.
Es cierto que el Gobierno aún dispone de fuertes “banelcos” para
intentar comprar la voluntad de los legisladores que resulten electos por otros
partidos; por eso, he propuesto que todos los pre-candidatos, antes de
someterse a las internas abiertas, adhiera al documento firmado por los
actuales legisladores que se comprometieron a no permitir que la Carta Magna
sea, nuevamente, violada. No sé, en verdad, si eso podrá actuar como freno a la
venalidad pero, al menos, podremos arrastrar a la ignominia a quienes se
presten a “borocotizarse” por treinta monedas de plata; basta recordar que esos
legisladores vendrán de pueblos y ciudades pequeñas, donde todo el mundo se
conoce, y la condena social podrá hacerse allí verdaderamente efectiva.
Todo ese diagnóstico me lleva a pensar que la Argentina
atravesará, mucho más temprano que tarde, un período muy trágico y, por qué no,
violento. Esa situación actuará como un Rubicón para el país ya que, a partir
de su cruce, se sabrá si tiene futuro o, por el contrario, se encaminará hacia
la disolución nacional. Respecto a esta última posibilidad, nada puedo decir
pero, en cambio, tengo una seria propuesta para la primera.
Se trata de formar, al mejor estilo británico, un gabinete de
ministros “en la sombra”; es decir, tener constituido al grupo de hombres y
mujeres que podrán asumir el control del Estado después de la hecatombe que
preveo; por supuesto, habrá que elegir entre aquéllos que puedan exhibir un
importante curriculum en el área que les corresponda, y
carezcan de prontuario. Todos sabemos que la sociedad cuenta en su seno con
personas sumamente valiosas y capacitadas en cada una de los temas que deberán
ser encarados con la urgencia del caso, y conocemos sus nombres; provienen de
todos los partidos y de todas las corrientes, pero su honestidad y sapiencia
están fuera de cuestión; tengo in
pectore a muchos de ellos.
La semana pasada, me llegó un correo electrónico que citaba
frases del Presidente Arturo Frondizi, extractadas de su discurso de asunción
del mando en 1958. El autor, cuya identidad ignoro, encabezaba cada grupo de
citas con un título que considero útil rescatar como tareas para el próximo
gobierno: 1. Gobernar sin enconos ni prejuicios; 2. No usar la Casa Rosada para
hacer política partidaria; 3. Terminar con el clientelismo; 4. Abstenerse de
toda medida discrecional; 5. Respetar celosamente la división de poderes; 6. No
olvidar que libertad y orden son cara y cruz de la misma moneda; 7. Garantizar
la seguridad jurídica; 8. Tener presente que, sin previsibilidad, no hay
inversión; 9. Ofrecer información y estadísticas oficiales verdaderas e
irrefutables; 10. Promover sistemas de capitalización y el ahorro; 11.
Fortalecer el mercado de capitales; 12. Recuperar y asegurar el
autoabastecimiento de energía; 13. No olvidar que el agro es factor de progreso
técnico y social; 14. Promover y garantizar la libre competencia; 15. Terminar
con la estatización de actividades econoómicas; 16. Ratificar la ilegalidad de
las confiscaciones; 17. Recuperar y confirmar el federalismo político y
económico; 18. Combatir la inflación con productividad y manejo responsable de
la emisión, no con controles; 19. No redistribuir pobreza y marginación; y 20.
Convocar a una epopeya económica y social que permita la esperanza.
Por mi parte, como recordará, he formulado propuestas concretas
para muchos de los temas más preocupantes en la actualidad, y las he reunido,
muy desordenadamente por cierto, en una nota, “La Argentina que quiero”, (http://tinyurl.com/bla4n57), y me propongo
comenzar a trabajar, a partir de marzo, para que ese futuro posible –que
requerirá el concurso de muchos argentinos notables y de buena fe- pueda
transformarse en una realidad aunque, para llegar a él, haya que atravesar un
período de tragedia y caos. No se podrá evitar reutilizar la famosa frase de
Churchill, que invocó la necesidad de “sangre,
sudor y lágrimas” para ganar
el porvenir, y lo logró.
Si los argentinos seguimos creyendo en este pseudo-progresismo
que nos ha llevado a la actual decadencia terminal, nada nos será dado y sólo
tendremos por delante un oscuro panorama en el cual nuestro país sólo habrá
existido, como entidad soberana, doscientos años. El Bicentenario, tan
sesgadamente (hoy se cumplió esa fecha respecto a la primera batalla de las
fuerzas armadas nacionales, San Lorenzo, y doña Cristina la ha ignorado)
celebrado con tanta pompa, se habrá transformado así en la partida de defunción
nacional.
Bs. As., 3 Feb 13
Enrique Guillermo Avogadro.
Abogado.
Abogado.
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