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jueves, 2 de agosto de 2012

Realidad o ficción



SINOPSIS DE UN 


PRESENTE INQUIETANTE.

Por Carlos Berro Madero.


Una persona que no trata de dominar su ira, sus  accesos de odio y de venganza, así como su lujuria,y que, pese a esto, aspira a adueñarse de los demás, es tan 
estúpida como el agricultor que tiene un
campo a orillas de un torrente y no toma
precauciones contra éste”.

-Friedrich Nietzsche-


Muchos de los principios de los grandes maestros del pensamiento -dentro de  la enorme variedad teórica-, deberían ser tenidos siempre en cuenta para privilegiar el mejor reconocimiento de la realidad. Sobre todo, cuando se trata de abordar una interpretación correcta sobre la esencia misma de la naturaleza de las cosas.
Sus experiencias y sus escritos suelen ser una guía invalorable y un motivo oportuno de reflexión.
Algunos problemas graves que aquejan a muchas sociedades, emergen de la conducta de personas que desoyen este consejo y se enamoran de algunas ideas fantasiosas.
Esto es lo que sucedió con el kirchnerismo.
Su gobierno estableció desde el inicio una verdadera “ciencia de la improvisación” que atravesó todo el campo de sus ideas. 
El discurso que volcaron sobre la sociedad, tuvo un contenido eminentemente voluntarista sostenido por una épica colmada de frases guerreras y de engaños.
Al inicio de su gobierno, consiguieron algunos resultados políticos favorables porque quienes les precedieron, como el peronista “sui generis” Menem, los vacilantes Alfonsín y de la Rúa, y Duhalde, el coautor de la “pesificación
asimétrica”, terminaron poniendo al país patas para arriba.
Los Kirchner fueron fundamentalmente –no habría que olvidarlo nunca-, una consecuencia del “dedo” del ex gobernador de la provincia de Buenos Aires en ejercicio de la Presidencia en ese entonces.
Desde el principio pretendieron ignorar un concepto sagrado que sostiene que
quienes aspiran a tener éxito duradero en un gobierno, deben trazar planes
permanentes y procurar cumplirlos.
El kirchnerismo se encogió de hombros e inauguró su tiempo con la misma
impronta “fundacional” de sus antecesores, eligiendo navegar a la pesca de
oportunidades y utilizando cualquier método que sirviera a sus intereses
personales.
Creyeron que el creciente valor de los productos agropecuarios en el mercado
internacional y los consiguientes ingresos millonarios por derechos de
exportación, pondrían a buen resguardo cualquier fantasía ideológica.
En Santa Cruz, ya habían hecho algo semejante “sentándose” en su momento
sobre las regalías petroleras de la provincia –que aún hoy nadie sabe adónde
se han ido de paseo-, así es que sabían muy bien cómo utilizar fondos
providenciales con los que manejaron subsidios con mano de hierro.
Esto se intensificó sobre todo a partir del momento que lograron desembarazarse de Roberto Lavagna.
Se dedicaron así a concentrar poco a poco el monopolio de los negocios y delas ideas, estableciendo reglas desordenadas para desarrollar un indescifrable “modelo” que no ha resultado ser más que pura superchería, desencadenando  finalmente una inflación y un caos social que se han abatido sobre la sociedad
como un vendaval.
Al mismo tiempo, permitieron el montaje de un formidable escenario de corrupción esparcido como pústula sanguinolenta, alentado por obras públicas poco transparentes. 
Una corrupción que hoy atraviesa horizontalmente a la  actividad política y que ha contado con la pasiva connivencia de muchos empresarios arropados al calor oficial.
De Santa Cruz se fueron a tiempo. Los desastres
promovidos allí convirtieron a sus sucesores -
Acevedo, Peralta y compañía-, en arqueros “ataja penales”. 
Aún  hoy nadie sabe bien cómo se la podrá convertir en una provincia viable en el futuro 
próximo.
Cortejaron a Duhalde -un hombre acostumbrado a las “roscas” políticas y a montar su poder sobre pequeños caudillos territoriales que le rendían pleitesia obsecuente-, 
y obtuvieron su bendición para hacerse cargo de la brasa ardiendo que éste había echado a andar y quería sacarse de las manos porque no sabía qué hacer con ella.
Con un lenguaje audaz comenzaron a hablar de derechos humanos, de memoria, de “redistribución” de la riqueza y de necesarias reivindicaciones, (principios todos que ignoraron por completo en su provincia), vistiéndose
hipócritamente de revolucionarios.
Impulsaron el denominado “garantismo” y destrozaron la cultura, al punto que 02/08/12 
Noticias www.notiar.com.ar/contenido/opinion/
opi_15429.htm#1 hoy su ministro de educación –por dar un solo ejemplo tomado al azar
hoy su ministro de educación –por dar un solo ejemplo tomado al azar-, asegura que “tomar” un colegio “es un triunfo de la democracia”.
 Aunque el objetivo sea, como hace unos pocos días, quejarse de los servicios del buffet y de las 
fotocopiadoras del mismo.
Para remarcar aún más esta barbarie conceptual, la Presidente acaba de alabar a los llamados 
“barrabravas” del fútbol, porque la pasión “es todo en la vida” (sic).
Ella no desconfía de la pasión violenta, claro, porque de alguna manera tiene que justificarse a sí misma.
Como sostiene Marcos Aguinis, los Kirchner dieron cabida en realidad a una verdadera “contrarrevolución montonera”, a la par que amasaban una inmensa fortuna personal.
Antes de eso, como todos los camaleónicos progresistas del mundo entero, se habían sacado fotos con Menem, Cavallo y cuanto militar hoy “excomulgado” encontraron cerca.
Al arribar al gobierno, mientras la sociedad estaba todavía boqueando por los desaguisados de sus antecesores, los K hicieron lo mismo que en Santa Cruz:
Pero claro, no se puede ir siempre contra la naturaleza de las cosas, pues como decía el autor de Disparates y Barbaridades, José María Monner Sans: “el que no sabe, no sabe, que no sabe”. 
La cuestión principal que han debido enfrentar es su increíble incapacidad para gobernar, en el sentido virtuoso del término.
Ante el fracaso de sus groseras improvisaciones, nació como consecuencia una suerte de “doctrina de la desesperación”, que los está llevando a
establecer una dictadura de hecho, con funcionarios que se inmiscuyen cada
vez más en la vida de las empresas privadas y las personas, emitiendo decretos de restricciones de todo tipo, que han terminado asfixiando y
triturando la libre iniciativa individual.
El gobierno de los Kirchner sacralizó el principio de la transitoriedad menospreciando toda buena experiencia comprobada y optando por pragmatismos oportunistas.
Mientras esto ocurría aquí, nuestro vecino Brasil demostraba el beneficio de seguir con fidelidad una conducta planificada e inteligente sin cambios
sustanciales a través del tiempo y pasó a ser una potencia mundial.
A nosotros, en cambio, los Kirchner quisieron convencernos que sus ideas se enhebraban en un “relato”. Una entelequia que pretendieron vendernos mediante la increíble soberbia pedagógica de la actual Presidente. Y
trabajaron duro sobre argumentos francamente sorprendentes que algún día merecerán un análisis más extenso y pormenorizado.
Las arengas monotemáticas que aún sostiene hoy día su “locutora oficial”, los ha enfrentado finalmente con una pared que evidencia que lejos de haberse constituido en los médicos de nuestras enfermedades, han resultado ser más
bien sus síntomas.
Lo que describimos aquí someramente, permite sospechar que estamos muy cerca de un escenario final que arrastrará indeseables consecuencias para todos.
Habrá pues que armarse de valor para cuando llegue ese momento, aceptando desde ahora que costará “sangre sudor y lágrimas” volver a encarrilar nuestro país.
A la Presidente habría que preguntarle mientras tanto usando nuevamente las palabras de Nietzsche: 
“En la primera fase de la humanidad superior, se
considera la valentía como la virtud más noble; en la segunda, la justicia; en la  tercera, la moderación; y en la cuarta, la sabiduría. 
¿En cuál fase vives tú?
Carlos Berro Madero
carlosberro24@gmail.com

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