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miércoles, 6 de junio de 2012

¿ Cuanto Mas ?



IR POR TODO. . . 



Por Jorge R. Enríquez (*)


Envío de Juan José Rosso.

Uno de los lemas del actual período kirchnerista -

que la presidente de la Nación pronunció desde una tribuna pública - es :
"vamos por todo".

Cuál es el verdadero alcance de esa expresión no es fácil de determinar. 
Una interpretación benevolente podría atribuirle simplemente a la frase el propósito de cumplir integralmente el programa propuesto al electorado por el partido gobernante. 
Si sólo de eso se tratara, lejos de merecer reproche, el lema sería encomiable porque revelaría la intención de coherencia con los compromisos asumidos. 

Pero las acciones del kirchnerismo no alientan esa interpretación generosa. 

Es más plausible una lectura literal de tales palabras.
¿Qué es, entonces, ir por todo? 

A nuestro juicio, terminar con todos los obstáculos que impidan el ejercicio absoluto del poder por parte de la primera magistrada.

Esos obstáculos no son muchos hoy en día. El oficialismo cuenta con cómoda mayoría en ambas cámaras del Congreso, no tiene problemas -por usar un eufemismo- con la justicia federal, no ha sido sustancialmente limitado por la Corte Suprema, domina la mayoría de los medios de comunicación, tiene frente a sí a una oposición débil y fragmentada y casi todas las provincias están gobernadas por administraciones de su mismo signo político. 


Sin embargo, pareciera que ese inmenso poder le sabe a poco a una fuerza política que tiene una fuerte vocación hegemónica.

Así, no le es suficiente haber acorralado a los medios independientes a una expresión menor en el ámbito de la televisión y la radio, dominado por los medios estatales o los privados en manos de amigos.

Desde el vértice del poder mismo son elocuentes mensajes que se emiten: no se admitirá en adelante ninguna tibieza.

Por eso el gobierno presionó a Daniel Hadad para que vendiera sus medios a Cristóbal López, uno de los nombres paradigmáticos del capitalismo de amigos o no le tembló el pulso a la hora de forzar la renuncia de Esteban Righi a la Procuración General o de lanzar furibundos ataques al juez Daniel Rafecas, dos hombres muy vinculados al oficialismo, y está exponiendo a Daniel Scioli, que ha sido extremadamente leal a los Kirchner, a un desembozado esmerilamiento ejecutado con entusiasta obsecuencia por el vicegobernador Gabriel Mariotto.

Ir por todo es una consigna profundamente extraña al Estado de Derecho y a la democracia republicana. 

Es precisamente para evitar esa pretensión de "todo" que nació el constitucionalismo, como reacción frente a las monarquías absolutas. 


Una de dos: 
o vamos por todo. . .
o vivimos bajo la Constitución
La voluntad de acaparar todo es, como su nombre lo indica, totalitaria.

No hemos llegado a ese estadio, pero las señales son ominosas. 

Vamos en el mal camino, resignando cada día alguna libertad, algún límite, algún control.

LA REPUBLICA EN RIESGO .            
No se trata de una frase exagerada surgida al calor de una discusión política, sino de la convicción profunda de que el gobierno nacional ha ingresado en una fase autoritaria que lo aproxima al modelo chavista y lo aleja de las democracias de países vecinos como Uruguay, Chile, Brasil o Perú, que han sabido aprovechar en estos años el extraordinariamente favorable contexto internacional para desarrollar sus economías, fomentar la equidad social, insertarse con inteligencia en el mundo y consolidar sus instituciones, evitando los personalismos retrógrados.
La profundización del populismo, el intento de reverdecer nacionalismos trasnochados, 

el desprecio de la calidad institucional, las presiones sobre la justicia, la concentración excesiva de atribuciones en la primera mandataria, la arbitrariedad y la prepotencia erigidas como principios rectores por el poderoso Secretario de Comercio, 
el avasallamiento de los derechos de propiedad, la indiferencia ante las gravosas consecuencias de transgredir las más elementales reglas de convivencia en el ámbito internacional, la cortedad de miras – que impide la adopción de políticas de mediano y largo plazo -, el culto a la personalidad a través de una cadena de medios de comunicación oficiales y paraoficiales que tiende a ser monopólica, 
la abierta hostilidad hacia la prensa libre, son algunos de los signos ominosos de este tiempo que no presagia nada bueno para la Argentina.
Ante ese panorama tan preocupante, inquieta que no surjan desde la oposición parlamentaria voces más enérgicas que denuncien los desvíos de un régimen hegemónico, que crecientemente exige la sumisión absoluta. En este marco, puede parecer utópico pensar en políticas de estado, como lo proponen las entidades que representamos. 

Y, sin embargo, hacerlo es cada día más trascendente. No nos resignamos a revivir una y otra vez los fracasos de ocho décadas. 
Queremos un país de progreso real, no declamado; respetuoso de la Constitución y las leyes; previsible para propios y extraños; que impulse la igualdad de oportunidades y recree la cultura del trabajo, que hizo grande a nuestra nación; que no vulnere el federalismo que diseñaron nuestros padres fundadores; que se vincule al resto de las naciones del mundo en condiciones de mutuo provecho; que aliente la libertad y suprima el temor; que privilegie el mérito y la creatividad, y no la ilegalidad y la bajeza moral; un país para el mañana, que salga de una vez del laberinto de un pasado ingrato. 

No tenemos mucho más que nuestros sueños y una certeza: nunca es tan negra la noche como cuando está por amanecer.
(*) El autor es abogado y periodista
Viernes 6 de junio de 2012
Dr. Jorge R. Enríquez

jrenriquez2000@gmail.com

twitter: @enriquezjorge 

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