Buendianoticia 8.Blogspot.com

domingo, 13 de mayo de 2012



Opinión.


-¿El comienzo de una pendiente sin 

retorno?

Por Carlos Berro Madero.
Los argentinos en general, ¿no estamos demasiado satisfechos de hacer de la desesperación una evasión cómoda y casi “pintoresca” acostumbrándonos a la falta de significación de nuestra existencia?




¿Hemos abandonado así cualquier acto de contrición personal que pudiese movilizarnos como ciudadanos?
Leer todos los días las noticias que “llueven” sobre actos de corrupción e inseguridad y tener que sortear los cerrojos “culturales” montados por la burocracia kirchnerista ¿no nos está sugiriendo que ha llegado el momento en que debiéramos afirmarnos sobre nuestros pies, saliendo a defendernos de los atropellos a los que nos someten con su soberbia sin igual?

¿De qué sirve la queja cuando la libertad está atada a las vejaciones de quienes logran sobornarnos con atajos para que sigamos “durmiendo” una siesta inacabable?

¿No estamos participando así del envilecimiento de nuestra propia vida? ¿O esperamos acaso que tenga lugar nuestra “aniquilación final” sin hacer nada al respecto?

No hay necesidad de ser economista de fuste, ni amigo de Clarín, para darse cuenta que las cosas andan “a las trompadas” desde hace tiempo.

Un manto de misterio instalado por el gobierno, oculta las informaciones necesarias para cuantificar la magnitud de sus desaciertos, pero el último “mangazo” de 5.600 millones de dólares al Banco Central para hacer frente a obligaciones del Tesoro y la expropiación de YPF Repsol parecen haber cruzado una nueva frontera “académica”, como producto de un malsano populismo nacionalista.
Son los tiempos del “braguetazo” kirchnerista, para tapar una realidad que se les escapa por falta de orden y programa de gobierno coherente.
Mientras tanto, pasamos de las “estrellas” de “la Cámpora” al nacimiento de “la Juan Domingo” y “la Kirchner” como emblemas de las disputas de facciones del poder que parecerían simbolizar “matriarcados” 
(¿) que pudiesen contener a adolescentes adolescentes que aún tienen las narices sucias.
¿Y la inflación? ¿Y la estrechez presupuestaria de las provincias al borde de la emisión de cuasi monedas (para decirlo claro, “dinero falso sin respaldo”)? ¿Y los desesperados intentos de seducir a inversores norteamericanos para reemplazar a los españoles que echamos a puntapiés, con el fin de explotar una YPF, luego de “descubrir” (¿) que no hay un peso para explorar los yacimientos? ¿Y las nuevas importaciones de gas envasado un 26% más caro, producto de que Repsol se “cerró de piernas” respecto de sus embarques de dicho producto hasta hoy? ¿No es que teníamos “a bordo” a los mejores “expertos en mercados regulados” como definió Cristina a los Esquenazi?

Para mal de nuestros pecados, ahora asistimos a los negocios absurdos iniciados por Moreno con Angola -que parece “rubricará” Cristina yendo de visita el 17 de mayo-, un país con un gobierno totalitario que figura al tope del ranking de corrupción del mundo entero.
¿Podemos creer que es en esos “destinos” que podrá “renacer” nuestra economía en el futuro?
En medio de estos “manotazos” desesperados, solo hemos oído por ahora algunas tímidas voces de los “violados” políticos que se acomodan como pueden a los latigazos recibidos bajo el influjo de un curioso síndrome de Estocolmo, ese vínculo enfermizo que suele establecerse entre secuestradores y secuestrados.
La única diferencia consiste en que el secuestro es aquí de amplitud colectiva y la violación se está ejecutando en la plaza pública, en el Congreso Nacional, en las intendencias, los gobiernos de provincia y las asociaciones empresarias, mientras los involucrados ofrecen mansamente sus cuerpos mientras expresan sus quejas lastimeras.
Hasta hace pocos meses algunas falsedades fraguadas con bastante desparpajo, ciertas “conveniencias” de empresarios comprometidos con el devenir de sus propios negocios y la suficiencia de un gobierno que decía saber qué hacer para “arrancar” nuevamente los motores de la Argentina, fueron desarrollando el “montaje” de una realidad ficticia.
Sin embargo, la procesión siguió su marcha y se comprueba ahora lo que muchos sosteníamos desde hace rato: el “mejor gobierno de los últimos doscientos años” atropella sin sonrojarse todas las barreras que se pongan a su alcance, SIN CONSEGUIR RESULTADOS PRÁCTICOS para una gestión que necesita imperiosamente de la épica para tapar su ineficiencia.
Porque, finalmente, gobernar significa solucionar los problemas que se presentan a diario; no “taparlos” con ditirambos.
Solo oímos a nuestro alrededor algunas frases “de circunstancia” de quienes –como disculpa por su pasividad (¿o complicidad?)-, sostienen que en tanto la soja siga valiendo 500 dólares o más la tonelada, o los autos continúen “saliendo” para Brasil, podríamos esperar algún mejoramiento de las penurias que sufrimos por una inflación que nos come hasta los forros de los bolsillos y una inseguridad que nos mata a todos, dentro y fuera de nuestras casas.
Muchos de estos “analistas” que siguen consolándonos con sus pronósticos benevolentes, ¿no son parte del mismo “sistema” que hay que recomponer ética y moralmente de una buena vez y para siempre?
El gobierno toma por asalto a una sociedad donde casi todos duermen la siesta de un “conformismo protestón”.
Hasta se da el lujo de “amenazar” con una reforma constitucional, sin haber cumplido hasta hoy ni una coma de la que está vigente.
Como el Prometeo de la Biblia, parecería que NO SOMOS CAPACES DE CONCEBIR UNA VERDADERA VICTORIA: hemos aceptado el fracaso como un sino inevitable que nos acerca peligrosamente a un camino sin retorno.
“Hay ciertas morales que están basadas en quienes han decidido ignorar el peso de la verdad POR UNA CONCEPCIÓN DECADENTE DE LA EXISTENCIA, y como a la Naturaleza le horripila el vacío, ese esfuerzo que deja la fuerza ausente de opinión pública, se llena con la fuerza bruta” (Ortega y Gasset).
Esa fuerza bruta está representada entre nosotros por el kirchnerismo.
La resistencia tiene muchas facetas. 

Una de ellas consiste en no repetirnos al menos unos a otros las mentiras que nos “propinan” desde el poder; prepararnos con inteligencia para las próximas elecciones desde ahora y resistir pasivamente a los atropellos, negándonos a convalidarlos, al menos conceptualmente.
Hay algo que debemos tener bien en claro: la historia enseña que no existe proceso político extorsivo y autoritario –aunque se presente a sí mismo como democrático-, que no termine derrumbándose por el peso de sus propios errores.
El kirchnerismo no será una excepción a esta regla.
Carlos Berro Madero
carlosberro24@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario