2014
¿La
Bolsa
(tuya)
o la
Vida
(mía)?
Por :
Enrique Guillermo Avogadro.
“La corrupción, tanto pública
como privada, es un
verdadero
‘cáncer social’,causante de
injusticia y muerte”.
Conferencia Episcopal Argentina.
Hace
unos días, la Iglesia emitió un documento, “Felices los que Trabajan por la
Paz”, que motivó la reacción del Gobierno que, como siempre, ordenó “matar al
mensajero”; pese a que poco tiempo después los monseñores Fernández y Lozano
produjeran comentarios que pretendieron ocultar al destinatario, quedó claro en
el texto que la principal responsable de los desquicios enumerados estaba en la
Casa Rosada.
Para
comprobar la veracidad del diagnóstico de los obispos, basta con pensar en
cuánto se ha incrementado la violencia social en los últimos diez años.
En el
fútbol, por ejemplo, las barras bravas, que siempre han existido, cobraron
especial importancia a partir de su cooptación por el Gobierno y la creación de
ese disparate llamado “Hinchadas Unidas Argentinas”, aplaudida por doña
Cristina desde su atril, y hoy quienes acompañaban a los equipos visitantes
tienen vedada su asistencia a las canchas.
El narcotráfico, con la
indispensable colaboración de políticos, jueces y policías (según la última
encuesta de Giaccobe, más del 80% de los ciudadanos lo cree así), se expande
por todo el país, lava cómodamente su dinero mal habido y la violencia que
genera, tanto por los adictos que roban para drogarse como por la disputa por
los mercados de consumo, se está cobrando vidas de argentinos todos los días.
El 4
de mayo de 2008 -¡hace ya seis años!- escribí mi primera nota denunciando la
corrupción del kirchnerismo y sus diferencias cualitativas respecto a las de
anteriores administraciones: “La verdadera causa de la ‘argentinización’ de las
empresas” (hacer click http://tinyurl.com/qh44mh8); sin embargo, entonces
no imaginaba los extremos a los que conducirían la voracidad del matrimonio que
se había hecho con el poder en 2003.
El
domingo pasado, en mi habitual editorial, a la que titulé “Con el aliento en la
nuca” (hacer click http://tinyurl.com/p4kvd32), apoyado en las noticias de
la semana anterior dije que el fino olfato de los jueces de Comodoro Py había
detectado el putrefacto olor que emana de la Casa Rosada y habían comenzado a
desempolvar viejos expedientes de corrupción oficial; pero no preví el
aceleramiento que llevaría a confirmar la pena impuesta a Avioncito Jaime
ni, menos, a reabrir la causa por enriquecimiento ilícito contra el inefable
Julio de Vido o la re-activación de la causa por “Sueños Compartidos” por
Bonafini y Shocklender. La fuga de Capdevila, por su parte, implicó un nuevo
golpe a la suerte judicial de Guita-rrita, ya que podrá testimoniar
en el exterior o volver con todas las garantías.
Cuando
este ciclo concluya la Argentina se enfrentará a un dilema que, a mi entender,
determinará definitivamente su futuro. Si, como ha hecho históricamente, la
sociedad se olvida de esa corrupción y de los indecibles daños que la misma ha
provocado, sobre todo medidos en vidas humanas, me atrevo a decir que se habrá
convertido en un país inviable y, como tal, condenado a su desaparición como
nación independiente; por el contrario, si decide quitarse el velo y exhibir
sin pudor las lacras que la afectan, y juzga y condena a quienes tanto la han
flagelado, podrá encarar el futuro con esperanzas ciertas de salir de la
ciénaga moral en que hoy se debate.
Cuando
digo que estamos pagando con la vida misma de muchos de nuestros conciudadanos,
me refiero a la miseria, al narcotráfico y su violencia, al hambre y la
desnutrición, a la falta de agua potable y cloacas, al déficit habitacional, a
la proliferación de las “villas miseria”, al deterioro de la salud pública, a
las muertes en las rutas, en los ferrocarriles y en los incendios de archivos y
a tantos males que hoy nos afectan y que podrían haber desaparecido de no
haberse “distraído” tanto dinero de su destino original.
Por
eso, considero indispensable que todos los ciudadanos nos pongamos a hacer un
verdadero inventario de los hechos de corrupción que conozcamos, para permitir,
cuando los vientos políticos y, con ellos, la nariz de los jueces federales
hayan definitivamente cambiado, encarar ese proceso de limpieza generalizada.
Para investigar, procesar y castigar a los culpables e, incluso, para que éstos
restituyan los dineros mal habidos que sea posible localizar, basta con aplicar
los Códigos Civil y Penal vigentes, esos mismos que el Gobierno actual insiste
en reformar bajo la tutela de Zaffaroni.
Cuando
digo que debe investigarse a quienes hayan “metido la mano en la lata”, no me
refiero sólo a los funcionarios de toda laya, de los tres poderes del Estado y
de todas las jurisdicciones (presidente, ministros, secretarios, legisladores,
jueces, gobernadores, etc.), sino también a quienes, desde la actividad
privada, pagaron para obtener favores o prebendas de cualquier tipo, incluidos
aquéllos que han prestado su nombre para enmascarar a los verdaderos
beneficiarios de esos delitos o quienes han servido como canales para el
ocultamiento o blanqueo de los capitales ilícitos. A sólo título de ejemplo,
deberemos investigar actividades como el juego, el petróleo y el gas y sus
importaciones, la electricidad, la obra pública, la deuda externa y su
renegociación, el pago indebido de cupones atados del PBI, la refinanciación de
las deudas provinciales, la adquisición de aviones y material ferroviario, etc.
Argentina,
que tiene una matriz social enormemente corrupta, se debe a sí misma, y al
mundo, esa limpieza del pasado inmediato –el anterior, lamentablemente, ha
prescripto-, pero también de su propio carácter. Todos, y no me excluyo,
tenemos algo en nuestros genes que nos hacen ser permisivos y tolerantes con
nosotros mismos cuando de obtener ventajitas se trata. Eso es lo que debemos
cambiar si queremos dejar a nuestros hijos y nietos un país, y no sólo un
territorio desmembrado entre otras naciones más serias y comprometidas con la
recta moral.
Para
modificar el rumbo de colisión que hoy mantiene nuestra egregia conductora y
todos sus cómplices, será necesario una profunda reforma legal pero, sobre
todo, educativa. Tenemos que comenzar a formar a nuestros jóvenes y, para ello,
es indispensable y esencial darles buenos ejemplos en la casa, en la escuela,
en el trabajo y en la política. Resulta muy difícil, por no decir imposible,
que algo cambie si los inmorales no sólo roban desde los más altos niveles de
la sociedad sino que se empeñan en exhibir sus riquezas y su impunidad.
El
próximo Congreso, bajo una enorme presión de la ciudadanía, deberá darnos las
leyes que nos permitan ese cambio de cara al futuro. Para no extenderme
demasiado en este texto, me limitaré a enunciarlas. Obviamente, no se trata de
una lista completa, y usted podrá agregar a ella todas las otras medidas que
considere adecuadas para lograr los fines propuestos.
a) “Tolerancia
Cero”, para todos los hechos de corrupción, pública o privada.
b) “Ley
del arrepentido”, que alivie o perdone las penas a quien provea de las pruebas
que permita llegar a otros delincuentes de mayor nivel.
c) Imprescriptibilidad
de los delitos graves de corrupción, lavado de dinero y narcotráfico.
d) Revisión
de todas las sentencias de absolución dictadas por los jueces sin investigación
y de las causas en las cuales los fiscales no hayan acusado, y revocación de
aquéllas consideradas írritas.
e) Agravamiento
severo de penas para aquellos que concreten, colaboren, amparen, encubran y
faciliten el lavado de dinero y el tráfico de drogas en todas sus formas.
f) Prohibición
de otorgar los beneficios de la excarcelación y reducción de penas para los
delitos de corrupción, lavado de dinero y narcotráfico.
g) Juicio
de residencia obligatorio para todos los funcionarios –jueces incluidos- al
dejar su función.
h) Confiscación
de bienes y dineros mal habidos o injustificados.
i) “Aprovechar
la Mala Fama” (hacer click http://tinyurl.com/7ojl63a) y derogar
los vergonzosos blanqueos de capitales, investigando a quienes hubieran
utilizado el artilugio y divulgando sus nombres.
j) Creación
de una división de asuntos internos, bajo control civil, para vigilar la
conducta de todas las policías y servicios penitenciarios.
k) Creación
de una agencia de investigaciones de delitos complejos, con atribuciones
federales.
l) Auditoría
externa, pública y privada, de todas las campañas políticas y sus fuentes de
financiación.
m) Radarización
de las fronteras y “ley de derribo” de los aviones que se nieguen a
identificarse y obedecer las órdenes de aterrizar.
n) Dictado
de una eficiente ley de inmigraciones, como existen en todos los países, que
impida el arribo y la radicación de delincuentes de toda laya.
o) Construcción
de cárceles de extrema seguridad en medio de la Patagonia para los condenados
por esos delitos, para dificultar su fuga.
p) Auditoría
externa, pública y privada, sobre los casinos, bingos e hipódromos de todo el
país, incluyendo la identificación de los ganadores.
q) Sustancial
mejora en los salarios de los funcionarios, para evitar el pago de
‘sobresueldos’.
r) Auditoría
externa, académica y privada, sobre todas las áreas de la administración que
manejen fondos.
s) Transparencia
total de los actos de gobierno, incluyendo la obligatoria publicación
electrónica de todos sus actos, cuentas, licitaciones y contrataciones, y de
las declaraciones juradas de todos los funcionarios de todos los poderes y de
todas las jurisdicciones.
t) Limitación
de la reelección en todos los cargos políticos y en los entes públicos,
estatales y no estatales, con excepción de jueces y profesores.
u) Derogación
de la reforma del Consejo de la Magistratura, en todas las jurisdicciones.
Pero,
aún si logramos que todas esas leyes sean sancionadas, nada conseguiremos si no
hacemos un gran esfuerzo para mejorar la educación pública, reinsertar
laboralmente de los jóvenes, brindar ejemplaridad y terminar con las
situaciones de marginalidad y pobreza extrema, es decir, si no ponemos fin al
caldo de cultivo generado por la desesperanza.
Como
dije, tenemos esa obligación con el futuro. Si no lo asumimos, la propia
Argentina desaparecerá de la faz de la Tierra. Por eso hoy, en especial,
debemos gritar: ¡Viva la Patria!, como un ruego laico a Dios, como quiera que
lo entendamos, para que nuestro país sobreviva.
Bs.As.,
25 May 14
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado.
Abogado.
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