2013
Tropezón
y Caída
en la
Pasarela.
Por :
Enrique Guillermo Avogadro.
Abogado
“No nos profeticéis lo verdadero,
decidnos cosas halagüeñas;
profetizad mentiras”.
Isaías, XXX, 10.
El despido de tres de los integrantes del quinteto
disonante que ¿condujo? la economía cristinista –el Ministro de Economía, la
Presidente del Banco Central y el Secretario de Comercio Interior-constituyó
una confesión ficta del fracaso de cuanto se hizo hasta la fecha; si no fuera
así, ¿por qué se los habría cambiado?
Pero, más allá de ello y, sobre todo, del
aplauso que prodigo a varias de las nuevas políticas oficiales en tanto van en
la dirección correcta para la reconciliación con el mundo y sus mercados, el
“modelo” primero tropezó frente a la realidad y, ahora, se ha caído
definitivamente de la pasarela en la que el “relato” lo ha hecho desfilar
durante una década.
Y en la caída sufrió una grave fractura cuyas reales
consecuencias no es posible vislumbrar aún.
El reconocimiento de la necesidad de aceptar las
sentencias del CIADI y las auditorías del FMI, arreglar con el Club de París y
con Repsol, sincerar las estadísticas, devaluar sin que se note, etc., son
medidas tendientes a buscar, a como dé lugar, los dólares que tanto faltan y
que el Gobierno no puede imprimir ante la negativa de Obama a prestarle la
maquinita a Cristina, Ciccone, Vandermoco y Guita-rrita.
Como
dije más arriba, estoy de acuerdo con todo ello, pero creo que presentará
algunas dificultades.
Porque, presumo, aún para alguien tan eficiente en
“vender” exitosamente disparates a su clientela como ha demostrado ser la
señora Presidente, será difícil que los que le gritan “acá tenés los pibes
para la liberación” y algunas organizaciones sociales que sinceramente
adoptaron como dogmas religiosos los discursos del kirchnerismo acepten, sin
protestas, rumbos tan contrapuestos como los que ahora parece llevar
adelante la Casa Rosada. Es más, si los llegaran a “comprar” dejarían expuesto
que no acompañaron hasta ahora por ideología sino por meros intereses crematísticos,
de esos a los que esta pseudo izquierda es tan afecta.
Por su parte, y tal como preveíamos, los
opositores no consiguen siquiera aprovechar el cambio de agenda que la realidad
impuso al discurso oficial, y sus mayores exponentes continúan perdidos a la
espera de un rescate que los vuelva a impulsar hacia la superficie del magma en
que se encuentran.
Cuando surgió la disputa que debió ser la más acérrima, la
discusión del Código Civil en el Senado, un silencio profundo fue la respuesta
de quienes hubieran debido gritar su disenso y convocar a la ciudadanía a
manifestarse en calles y plazas; no basta con que hayan dejado al oficialismo
votando en soledad.
Que el pueblo no sepa, en general, de qué se trata no sólo
habla mal del Gobierno y del deterioro que, a pesar de los mayores recursos, se
ha producido en la educación durante esta década, sino de quienes, liderando
otras fuerzas políticas, hubieran debido explicar clara y universalmente la
importancia del tema.
Lo más curioso, por supuesto, en esta semana
aciaga para las esperanzas de futuro, fue la actitud inefable del Senador
Miguel Pichetto –sí, ese que fue menemista, duhaldista, nestorista y
cristinista, sucesivamente. y que, con el mismo fervor, apoyó la privatización
y la confiscación de YPF- que aclaró que, pese a que no estaba de acuerdo con
el proyecto de Código, lo votaría por“obligación política”.
Si a quienes
sostienen que el pejotismo sólo cambia de color para ser siempre el mismo –una
máquina para construir y conquistar el poder, para lucrar desde él- les faltaba
un argumento decisivo, el rionegrino les mostró a qué extremos se puede llegar
y cómo funciona ese hilo conductor.
Mientras tanto, y dando una prueba más de su
innata habilidad, el Gobierno sustrajo del proyecto de nuevo Código uno de sus
temas más complicados –la irresponsabilidad civil del Estado y de sus
funcionarios, a título personal, es decir, una verdadera autoamnistía- para
transformarlo en una futura ley, que ya fue aprobada en Diputados y puede ser
sancionada rápidamente, aún durante las sesiones extraordinarias.
Un nuevo
clavo se habrá puesto entonces en el ataúd donde yacen los restos de la
seguridad jurídica nacional.
La frutilla de este maloliente postre fue la
propuesta de tantos nombres de abogados adictos (incluido quien fue letrado de
Boudou) para integrar la Cámara de Casación Penal.
Y aquí llegamos al problema básico: hasta que no
resucitemos una Justicia independiente y consolidemos ese “concepto
horroroso”(según Kiciloff), no habrá medida que pueda superar la aversión que
produce en los inversores el enorme riesgo que significa invertir hoy en la
Argentina. Si, para muestra, basta un botón, la oferta oficial a Repsol de
pagar con bonos que rinden el 8% anual en dólares permite confirmarlo, ya que
Bolivia, Paraguay y Uruguay están hoy consiguiendo dinero fresco en el mundo a
larguísimos plazos y a tasas que, en ningún caso, superan el 4%; por su parte,
y como era de esperar, Repsol ha pedido mayores garantías que la mera firma de
la señora de Kirchner, a quien no considera merecedora de crédito alguno.
Porque, debemos recordar, fue el propio don Néstor
(q.e.p.d.) quien inventó a los Eskenazi en YPF para robarse el 25% de la
empresa, y que el pago, garantizado por la firma del mismo Kirchner y de Patotín en
el contrato, implicó no sólo la pérdida del auto-abastecimiento energético sino la
necesidad creciente de importar combustibles, primera razón de la inflación
galopante actual. Más tarde, cuando falleció su marido e intentó proteger la
fortuna familiar, la negativa de los testaferros a reconocer esa calidad llevó
a la confiscación del 51% de la empresa y a la contemporánea ejecución de la
deuda que los bancos y Repsol tenían contra quienes habían prestado su nombre
para la maniobra.
En resumen, un cuento tan chino como los que nos
contaron tantas veces y, ahora, el de los préstamos en yuanes que el Gobierno
está tan entusiasmado en obtener, dinero que, si es que aparece, sólo podrá
servir para comprar productos de la propia China, y que necesitará de un nuevo
discurso épico para explicar que entonces será bueno que compitan contra los
artículos fabricados aquí.
El cristinismo va a tratar de sobrevivir –y
conservar libertad y fortuna- cambiando su aspecto.
Dependerá, entonces, de la
inteligencia de nuestros conciudadanos percibir qué hay detrás de los siete
velos con los cuales, como las hetairas musulmanas, intentará esa supervivencia
que, a mi modo de ver, ni siquiera el luto olvidado podrá garantizarle.
R.O.U., 1 Dic 13
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado
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