Precio
Vil.
CRÍTICA
A CRISTINA ...
Cavallo:
“Y hablan de precio vil los que vendieron
El Calafate a US$ 2 el m2”
Los Kirchner se beneficiaron con el
precio subvaluado de los terrenos fiscales en El Calafate.
Y no solo ellos,
también varios de sus amigos y colaboradores.
¿Ellos pretenden afirmar que el
Estado Nacional le vendió a precio vil el predio de Palermo a la Sociedad Rural
Argentina?
Interesante la explicación de Domingo Cavallo porque es el marco
oportuno para una muy probable medida de no innovar que perjudicará a Cristina
Fernández de Kirchner, quien seguramente protestará contra el Poder Judicial y
las corporaciones, tal como sucede cada vez que la Presidente se equivoca.
Por DOMINGO CAVALLO,
(URGENTE24.COM.AR –
23-12-2012).-
Ya se han escrito muchos artículos, con
sólidos argumentos jurídicos y constitucionales, que demuestran la ilegalidad
del decreto por el que el Gobierno de Cristina Kirchner pretende confiscar el
Predio Ferial vendido en 1991
a la Sociedad Rural. Yo no me voy a referir a ese
aspecto porque lo han hecho voces mucho más autorizadas que la mía, con
argumentos claros y contundentes.
Pero sí siento la obligación de referirme a
las numerosas mentiras que el Gobierno utiliza como fundamento de su ilegítimo
decreto.
Lo hago porque forma parte de la estrategia que en forma alevosa viene utilizando este
Gobierno para tergiversar la historia de nuestra Patria.
Y para el el bienestar
futuro de los Argentinos es imprescindible que las nuevas generaciones no se
dejen engañar por este relato.
La venta a la Sociedad Rural del predio de
Palermo en 1991 por US$ 30 millones, fue no sólo legítima, sino altamente
beneficiosa para los intereses generales de nuestro País. La sociedad Rural
había ocupado este predio, por decisiones de sucesivos Gobiernos, comenzando
por el de Domingo Faustino Sarmiento en 1876, durante más de 100 años.
Todas
las edificaciones realizadas sobre ese predio habían sido hechas por la
Sociedad Rural Argentina que desde 1880 organizó, sin interrupción alguna, la
Feria Ganadera que adquirió fama mundial y que fue siempre un símbolo del
importante progreso de la Ganadería y de la Agricultura de Argentina.
En 1991, pocos meses después de que el
Gobierno del Presidente Menem (en el que yo había sido Ministro de Relaciones
Exteriores desde julio de 1989 y Ministro de Economía y Obras y Servicios
Públicos desde enero de 1991) lanzara la política de re-capitalización y
modernización del Campo Argentino, simbolizado en la eliminación completa de
las retenciones a las exportaciones agropecuarias.
La Sociedad Rural Argentina
ofreció adquirir el predio ferial para posibilitar fuertes inversiones que
producirían una gran jerarquización de los servicios que tradicionalmente había
prestado y seguiría prestando esa institución.
Desde el punto de vista legal, el Poder
Ejecutivo estaba autorizado a vender el predio en forma directa dado que se
trataba de una venta a quienes lo venían ocupando. Además, la venta de ese
inmueble, que de hecho había tenido el destino de predio Ferial desde 1876,
encuadraba perfectamente en la política de venta de los inmuebles innecesarios
del Estado que se lanzó en 1989 precisamente para permitir que esos inmuebles
sirvieran para emprendimientos privados enderezados al crecimiento y la
modernización del País.
Se siguieron todos los pasos
exigidos por las normas en vigencia, incluso excediendo las precauciones
demandadas por la Ley. Por ejemplo, siendo que con una tasación del Banco
Hipotecario o del Banco de la Ciudad era suficiente para cumplir con la
normativa, se pidieron las 2 tasaciones y se solicitó también una tasación
adicional a un grupo de prestigiosas empresas inmobiliarias. Todas las
tasaciones, que obviamente se hicieron teniendo en cuenta las restricciones al
dominio que afectaban a esa propiedad, ascendieron a valores del orden de los
US$ 30 millones en los que se terminó realizando la operación de venta.
La Sociedad Rural no sólo estaba
comprometida a pagar ese precio, sino que debía hacer las inversiones
necesarias para cumplir con un ambicioso plan de ampliación y jerarquización de las
instalaciones y el Estado ingresaría, además, una participación en el precio de
las entradas a los eventos que se llevaran a cabo en el Predio. Fue
precisamente esta operación la que posibilitó que hoy las instalaciones tengan
la magnificencia y funcionalidad que han podido admirar millones de visitantes
argentinos y del exterior en los últimos 20 años.
En el año 2010, 19 años después de que se
hubiera concretado la operación, el juez federal Sergio Torres dispuso mi
procesamiento, junto con los de algunos funcionarios que me acompañaron en el
Ministerio, con los directivos de la Sociedad Rural y con los peritos tasadores
de las instituciones oficiales (Banco Hipotecario y Banco de La Ciudad) que
hicieron las tasaciones en las que se basó la operación.
Nos procesaron por el
supuesto delito de “peculado”, es decir de sustracción del predio de Palermo en
favor de la Sociedad Rural, con el argumento de que un perito oficial designado
por el Juez y sin que hayan participado peritos de las partes involucradas,
sostuvo que el precio correcto del predio, en el año 1991, debió ser de US$ 132
millones.
La tasación presentada 19 años después por el
perito oficial se basó en una supuesta evaluación de los ingresos que
obtuvieron la Sociedad Rural y sus socios inversores luego de la compra del
terreno.
Esa evaluación se hizo sin tener presente que, además de pagar el
precio del terreno, la Sociedad Rural y sus socios invirtieron más de US$ 100
millones adicionales.
Tampoco tuvieron en cuenta el costo del
capital, porque el perito no procedió a descontar a la tasa de mercado el flujo
de fondos para determinar el valor presente en 1991 y, si todos estos errores
fueran pocos, el cálculo se hizo en base a información que obviamente era imposible
que estuviera disponible en 1991. Es tan absurda la valuación, que se desmiente
por la misma realidad del negocio que manejaron la Sociedad Rural y sus socios
inversores.
Lejos de resultar rentable, esas
inversiones le generaron pérdidas, a punto tal que algunos de los inversores
terminaron quebrando y no pudieron pagar,
o demoraron mucho en hacerlo, los créditos que habían obtenido para
financiar las inversiones. Este magro resultado económico no debe sorprender.
En todos los países del mundo, predios feriales como el de Palermo se sostienen
con aportes y subsidios de los Estados, mientras que en este caso, no sólo esos
aportes y subsidios no existieron, sino que los inversores tuvieron que pagar
el precio del terreno y una participación en sus ingresos al Estado.
Hay muchos indicios de la intencionalidad
política de este fallo, como de los muchos que promovió el Gobierno de Cristina
a través de su presión y condicionamiento permanente a los miembros del Poder
Judicial. Lo primero que sorprende es que me haya procesado a mí, mientras
decretó la falta de Mérito del Presidente Carlos Menem. Ambos tuvimos la misma
participación en el proceso de decisión, somos los que firmamos el decreto
aprobatorio de la venta.
¿Por qué a mí me procesaron y a Menem le decretaron
la falta de mérito?
Pues la respuesta es simple: Menem había
comenzado a acompañar con su voto en el Senado algunas leyes claves que el
Kirchnerismo quería sancionar y para las que le faltaban votos en el Senado.
Yo, por el contrario, he sido y seguiré siendo, un crítico severo de todos los
desmanejos y arbitrariedades que ha venido cometiendo el Gobierno de los
Kirchner.
Otra manifestación de la intencionalidad
política de la decisión del juez Sergio Torres, surge de los fundamentos del
decreto que acaba de firmar Cristina Kirchner. Ahí utilizan el argumento de mi
procesamiento cuando esa decisión ha sido apelada a la Cámara Federal
respectiva y ésta aún no se ha pronunciado.
Es decir, el procesamiento no está
firme.
Pero además, como uno de los procesados
argumentó la prescripción del supuesto delito y la Cámara de Casación le dio la
razón, esta cuestión, que está ahora en manos de la Corte Suprema de Justicia
tampoco está firme, porque de haberlo estado, todos los procesados estaríamos
ya beneficiados por la decisión de la Cámara de Casación.
Nada de esto menciona el decreto presidencial
en sus fundamentos y no cabe duda que persigue constituirse en otra fuente de
presión sobre la Corte Suprema de Justicia para impedir que convalide la sensata
decisión de la Cámara de Casación Penal. Por supuesto, el decreto presidencial
tiene también por objeto presionar a la Cámara Federal de Apelaciones, para que
cuando el expediente vuelva a sus manos, si es que la Corte Suprema revierte la
decisión de la Cámara de Casación, convalide el procesamiento dispuesto por el
juez Sergio Torres. Si el decreto no tuviera el propósito de presionar al Poder
Judicial, no deberían haberse mencionado en su fundamento decisiones no firmes
de un juez de primera instancia, cuando están actuando las instancias de
revisión que prevé nuestro sistema republicano de gobierno.
En síntesis, el decreto de la
Presidente Cristina Kirchner,con que pretende anular al que aprobó la venta
más de 20 años atrás, es una manifestación más del carácter autoritario y
corrupto de este Gobierno.
Pretende apropiarse de un emprendimiento que ha
acompañado con jerarquía el formidable proceso de re-capitalización y
modernización de la capacidad productiva agropecuaria que permitieron las políticas
productivas de la década del '90 y de la que han sacado fuerte provecho los
gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner para financiar los desmanejos y
arbitrariedades de la última década. Y seguramente esa apropiación se lleva a
cabo para aumentar las fuentes de ingresos corruptos con los que se han venido
enriqueciendo muchos de los miembros de este Gobierno.
En la misma época en que el gobierno del que
yo formé parte vendió el predio de Palermo a la Sociedad Rural, se vendieron a
precios que estoy seguro no fueron muy diferentes, teniendo en cuenta los usos
a los que podían estar destinados, todos los terrenos del emprendimiento de
Puerto Madero.
Me pregunto si este Gobierno, cuyos
funcionarios parecen deleitarse de gozar de la alta jerarquía de ese desarrollo
inmobiliario, decidirán en algún momento anular por decreto esas operaciones de
venta y apropiarse de todos los inmuebles de Puerto Madero, con el argumento
que sus desarrolladores parecen haber hecho muy buenos negocios. No me
sorprendería que lo hicieran, si es que siguen saltando evidencias de que
algunos de esos inmuebles son la prueba del enriquecimiento ilícito de varios
funcionarios kirchneristas. Podrían llegar a argumentar que lejos de haber
adquirido esos inmuebles con dineros mal habidos, lo hicieron con préstamos de
sus amigos para permitir la recuperación por parte del Estado de bienes que
nunca deberían haber salido de su patrimonio.
Después de todo, no sería un argumento
distinto al que en la práctica usaron para expropiar a la empresa Ciccone
Calcográfica cuando esta había, previamente, pasado a manos de los amigos de
Boudou.
Por supuesto, son muchos los que ya le han
preguntado a la Presidenta si piensa anular por decreto las operaciones de
venta de terrenos hechas por el Municipio de Calafate.
Es asombroso que se considere “precio vil” los
US$ 30 millones más los US$ 100 millones que agregaron los inversores socios de
la Sociedad Rural y no se considere “precio vil” el que pagaron los Kirchner, a
razón de menos de US$ 2 el metro cuadrado, los terrenos que pocos meses después
le vendieron a Cencosur por más de US$ 100 el metro cuadrado.
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