Perfume de Flores,
Marchitas.
Marchitas.
Luego hazte la pregunta: ¿dónde está ahora todo esto?
Humo, cenizas, leyenda;
o, tal vez, ya ni siquiera leyenda”.
Marco Aurelio.
Por:
Enrique Guillermo Avogadro.
La viuda de
Kirchner confundió –al igual que su marido desde los lejanos días de la
Gobernación de Santa Cruz- “Estado” con “Gobierno”, “Gobierno” con “Poder
Ejecutivo”, la “representación” de los votantes por la “delegación” de esa
soberanía, y “República” con “Imperio”. En razón de esa confusión, actuó como
hemos visto, es decir, transformó a los bienes y medios del Estado en
gubernamentales, redujo a una categoría constitucional inferior al Poder
Legislativo y pretendió hacer lo mismo con el Judicial, y desconoció que, en
una República, “gobierno” son los tres poderes, transformándola, en su febril
imaginación, en una monarquía absoluta.
El jueves, un día antes del
terrorífico pero finalmente inocuo 7D, la Cámara de Apelaciones en lo Civil y
Comercial Federal, objeto de un inmundo e irracional atropello del Poder
Ejecutivo, dictó una resolución que, sin exageración alguna, salvó a la República
del abismo en cuyo borde mismo se encontraba. Doña Cristina, la auto-celebrada
“abogada exitosa”, resultó aplazada en el examen de Derecho Constitucional al
que eligió presentarse sin leer bolilla alguna.
El jueves, un día antes del
terrorífico pero finalmente inocuo 7D, la Cámara de Apelaciones en lo Civil y
Comercial Federal, objeto de un inmundo e irracional atropello del Poder
Ejecutivo, dictó una resolución que, sin exageración alguna, salvó a la
República del abismo en cuyo borde mismo se encontraba. Doña Cristina, la
auto-celebrada “abogada exitosa”, resultó aplazada en el examen de Derecho
Constitucional al que eligió presentarse sin leer bolilla alguna.
Por la noche, después de digerir lo
sucedido durante el día (más allá de la nube tóxica y el diluvio, el hecho más
relevante de la década fue la declaración de todas las asociaciones de jueces
del país) se me ocurrió una metáfora muy complicada. Los emperadores romanos,
para calmar los reclamos de los ciudadanos en épocas de crisis, celebraban
grandes fiestas, cuyo epicentro era el Coliseo, en el cual los cristianos y los
gladiadores debían enfrentar a fieras salvajes. Doña Cristina hizo lo propio
pero, con las tribunas llenas de fanáticos que aspiraban ver sangre, los que
debían morir para contentarlos faltaron a la cita, por orden judicial.
Lo lógico hubiera sido que uno de los muchos maestros de
ceremonias de la Casa Rosada –Sanatella, Ala-k, Abalito,
Anímal, Guita-rrita o Metralleta Kunkel- presentara
las excusas del caso y despidiera a la multitud vociferante. Por orden directa
de la Presidente, no se hizo y los actos previstos para hoy continuarán su
desarrollo, aunque deban haber cambiado sus consignas. ¿Será así o seguirá
echándose leña al fuego, aunque esté mojada? Con las desmesuras a las que la
Casa Rosada nos tiene acostumbrados, es muy difícil prever qué sucederá, y ese
incierto futuro inmediato no puede más que generar una honda preocupación.
Si la Comisión Nacional de Valores decidiera utilizar su nuevo
recurso pseudo legal, que le permite prácticamente intervenir, en nombre de las
minorías, los órganos de administración de las empresas, para destruir a
Cablevisión con la excusa de “proteger” a Fintech, dueña del 40% (una situación
incompatible con su condición de prestador de servicios públicos), generaría no
sólo el descontento de sus usuarios, que son muchísimos, sino la reacción
airada de sus combativos empleados; en resumen, una situación de complicado
pronóstico.
Desde el viernes,
desde Olivos emana un perfume a flores marchitas que predice, sin dudas, el
comienzo del período del “pato rengo” en el pseudo imperio kirchnerista,
confesamente sin herederos. Los sindicalistas, los suboficiales de las fuerzas
armadas y de seguridad, los “barones” del Gran Buenos Aires, los gobernadores,
los jubilados, la clase media, la Iglesia, los empresarios, los jueces y hasta
los caciques del PJ han comenzado a percibirlo en sus fosas nasales y están
preparando sus garrochas para abandonar el fracasado “modelo” de tan
rimbombante nombre.
La señora de
Kirchner, que no tiene un pelo –ni una extensión- de tonta, también está
olfateando su final pero, como sostengo desde hace años, creo que estará
dispuesta a transformarse en Nerón e incendiar Roma antes que someterse a la
reglas de la democracia. Si Ud., lector, no me cree, simplemente cierre los
ojos y trate de pensar en una foto en la cual se vea a doña Cristina
entregándole banda y bastón a un sucesor que no sea del mismo palo. En
cualquier escenario, el desastre que dejará cuando, finalmente, sea desalojada
del poder –se mida en términos económicos o sociales- exigirá de quien se
siente en el sillón de Rivadavia y en la ciudadanía toda un verdadero esfuerzo
de imaginación y de coraje, de seriedad y de sacrificio.
Nada de eso es
imposible, salvo que los argentinos insistamos en preferir este falso
progresismo que tanto nos ha costado en materia de educación, de desarrollo, de
empleo, de producción, de inseguridad, de descontrol gubernamental y hasta de
secuestros de naves. Para readmitirnos en su seno, el mundo entero nos exigirá
comportarnos como si fuéramos gente civilizada, capaz de respetar las normas y
ser esclavos sólo de las leyes y de la palabra empeñada. Si, en lugar de buena
educación o adecuado sistema de salud, de una infraestructura adecuada, de
viviendas dignas o del autoabastecimiento energético, seguimos optando por
irracionales subsidios, Fútbol para Todos, Aerolíneas Argentinas o la
confiscación de YPF, si continuamos sin respetar contrato alguno o sentencia
desfavorable, si continuamos tolerando que se barra con las instituciones,
nuestro futuro será la nada, vestida de disolución nacional.
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado .
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