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domingo, 16 de diciembre de 2012



¿ CEREBRO ?

LA “DEMOCRATIZACIÓN” EN EL CEREBRO PRESIDENCIAL.
Por :
Carlos Berro Madero. 

En boca de Cristina Fernández, la propuesta de “democratizar” la justicia, causa escozor y una fuerte sospecha de que su pretensión encubre en realidad su deseo subliminal de “ejecutar” un combate contra una institución que intenta oponerse a su mentalidad cesarista.
Mientras la Presidente finge ser la primera
defensora de la democracia -cuando de hecho todos sus “enemigos” son partidarios de ella-, 
su escuela del miedo y la imposición pone a la
vista lo único que quizá dista de ser auténticamente democrático de los tres poderes del Estado hoy día: es el desempeño de quien se halla a cargo del Ejecutivo cada vez que debe enfrentarse con quienes no comulgan con sus ideas.
Todas las revoluciones son la obra de una minoría, sostiene Alphonse Aulard, y ésta trata de encontrar errores de “referencia” en los demás,
para establecer nuevos códigos de “conductas legales” que luego exigen autocráticamente.
Cada batalla que inicia Cristina amparada en estos juicios de valor

absoluto, procura exhibir –falsamente, por supuesto-, que su régimen
está bien de salud y continúa su camino; aunque lo que se perciba sean
las flaquezas de una inspiración autoritaria de quien pretende arrogarse
el derecho de juzgar “errores” que pretende corregir en forma
“imperial”.
Para lograr dichos supuestos “democráticos”, parte paradojalmente de la base de un pensamiento único sin derecho a réplica.
La cuestión no estriba en saber si la Presidente podrá alcanzar con su prédica la verdad absoluta, sino si conoce o ignora los hechos necesarios para el juzgamiento de cuestiones sobre las que se explaya,y si los ha “digerido” previamente con la debida imparcialidad.
Los episodios que le han movido en estos días a embestir a la justicia con expresiones sibilinas pueden ser interpretadas únicamente –una vez
más-, como un ataque a mansalva contra otro poder constitucional.
Su deseo parece ser enjuiciar todo orden que se oponga a sus designios, porque está convencida que ha venido a la política para reinar sobre cualquier institución creada para establecer el equilibrio del poder público.
El perfil ideológico de CFK no hace más que agravar y enconar dentro de ella ese temor natural a hechos que podrían comprometer su autoridad, que considera de poder absoluto.
No parece haber comprendido que hay una enorme masa de ciudadanos que comienzan a rechazar enérgicamente los “sapos” que intenta hacerles digerir.
carlosberro24@gmail.com

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