Por Ángel Enzo Baltuzzi
Para el Informador Público.
El ajustado triunfo de Antonio Bonfatti en las recientes elecciones de Santa Fe fue presentado al escenario nacional como una irrestricta ratificación de la ciudadanía a la gestión de Hermes Binner. Ello como base de lanzamiento a su campaña presidencial. Sin embargo veremos que ello no es exactamente como se lo vende o se lo pretende vender.
En primer lugar, el candidato Bonfatti bajó del orden de ocho puntos respecto de la elección a gobernador que ganó Hermes Binner cuatro años atrás. Y ganó por escasos tres puntos contra un candidato absolutamente nuevo, casi diríamos improvisado. Antes habían triunfado por más de cinco puntos de ventaja contra la candidatura del Dr. Rafael Bielsa, que puede merecer cualquier calificativo menos que sea un improvisado.Pero lo que es más grave y casi patético para la futura gestión socialista es su contundente derrota en las listas del poder legislativo, al punto tal que será una exigua minoría en las dos cámaras. En efecto, el senado ha quedado constituido, de un total de 19 miembros, por 11 justicialistas, 1 socialista y 7 radicales, que si bien éstos integran la alianza gobernante no son, ni mucho menos, lo mismo que el socialismo.
Pero lo más significativo es que, por primera vez en la Provincia de Santa Fe, un candidato a gobernador electo pierde la elección con su lista de diputados. Teniendo en cuenta que la constitución de la Provincia asigna 28 bancas sobre 50 a la lista más votada, la situación queda así: 28 bancas para el peronismo que concurrió como “Frente Santa Fe para todos”, 7 bancas para el PRO, y de las 15 restantes solo 7 son propiamente del socialismo ya que las 8 restantes son radicales o de otros aliados del denominado “Frente Progresista”.
Si bien cabe suponer que el peronismo hará una oposición inteligente, sin duda hará prevalecer su criterio en cuestiones esenciales como son la distribución de gastos en el presupuesto, la aprobación o no de nuevos impuestos o incremento de los existentes, el control de los pliegos de jueces u otros funcionarios que requieren acuerdos, la reforma judicial en curso, etc. etc.
Para un gobierno que se ha mostrado insaciable en el gasto público, que aumentó extraordinariamente la burocracia del Estado, en especial con la creación de cinco nuevos ministerios y decenas de secretarías, subsecretarías y direcciones, sufrirá una suerte de síndrome de abstinencia al tener que conformarse con administrar los recursos actualmente existente, sin imponer nuevos tributos, como ya lo intentó en años anteriores cuando todavía contaba con una mejor situación legislativa.
La elección del 24 de julio pasado está muy lejos de ser la deseada por el socialismo. Digamos, sin ninguna duda, que se trató de una victoria pírrica, casi una derrota solo disimulada por el marketing socialista para afectar lo menos posible el lanzamiento nacional de Binner. Y que seguramente los próximos cuatro años del gobierno socialista serán extremadamente complicados y tendrán que recurrir a alambicados mecanismos de consenso a los que no está acostumbrada la omnipotencia de Binner y sus muchachos.
Como vemos, el 24 de Julio pasado hubo, sí, un gran derrotado en Santa Fe, que se llamó Agustín Rossi y todo el Kirchnerismo, pero no hubo un triunfo del socialismo. En todo caso Bonfatti y el PSP salvaron la ropa con un gran interrogante sobre cuál será el futuro del socialismo en Santa Fe. Y se abrió un tercer espacio formado por las incipientes estructuras del PRO y el denominado “Peronismo Disidente”. Allí sí parece haber un espacio con futuro. El prestigio de Reutemann sigue sobrevolando sobre Santa Fe.
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