31.05.2011 | Política | Por: Jorge Omar Alonso
“Tenemos que sentir cólera y asco con tanta vegetación confusa.
Y sajar sin contemplaciones”.
José Antonio
Tal parece que la cloaca de los negocios de los
“derechos humanos” ha comenzado a destaparse.
El olor que despide es tan nauseabundo como el de las aguas servidas de la corrupción sindical y estatal.
De a poco se va mostrando en su real magnitud la impronta que el difunto déspota dejara en la gestión de gobierno.
Todo lo político se redujo a negocios.
Y entonces comenzó el festival de subsidios, sin control alguno.
Así se dilapidó el dinero de los argentinos, en la compra de trenes a España que quedaron arrumbados en una playa de maniobras de Lanús, inservibles, imposibles de circular por los que se pagó fortunas.
Se subsidia a un transporte deficitario totalmente.
Se subsidia a agrupamientos sociales y políticos afines al poder y de neto corte faccioso.
Se subsidia el futbol, esa mediocre muestra actual de aquel “pan y circo” de la antigüedad.
Y en lo que constituye un tiro al corazón del kirchnerismo, ahora el mito de las “madres” que ha de caerse con todo.
Siempre sostuvimos que estas ancianas, como las “abuelitas”, supieron sacarle abundante jugo al mito de los derechos humanos.
Recibieron edificios de propiedad del estado para que funcionen.
Embolsaron cuantiosas sumas en subsidios que lógicamente les otorgaban, sin obligación de devolución como pudo verse en los Boletines Oficiales.
Así se fueron de viaje en muchas oportunidades a Europa, llevando la bandera de los “derechos humanos” y todo el cuento de las “luchas heroicas”.
Los mismos deudos de desaparecidos y los que estuvieron purgando penas por delitos subversivos, fueron generosamente “recompensados” con pensiones y resarcimientos, que lógicamente pagamos todos los ciudadanos. Como premio por atentar contra la Patria.
Ahora se descubre a través de los turbios manejos de un parricida venido a empresario exitoso, un fabuloso desfalco en la que figura la asociación de las madres de la plaza, devenida en empresa constructora.
Es así que la maniobra se llevó a cabo a través del manejo turbio de U$S 300 millones de fondos públicos.
Pasado en limpio: nuestros aportes al erario fueron timados por las “venerables” ancianas del pañuelo blanco.
El mismo trapo infame con el que un desequilibrado mental propuso reemplazar el Sol de nuestra Bandera.
La asociación de las madres manejaba en forma difusa los dineros recibidos para las construcciones de viviendas, sin control alguno, siendo que en ocasiones se llevaban a cabo ciertas trapisondas con los certificados de obras para recibir más dinero.
En consonancia con esta oscura trama nunca se podrá saber, los montos de dinero que les giraron desde el gobierno para aquellos proyectos.
Como perfectos cómplices el gobierno calla y el lenguaraz de Aníbal Fernández desvía los cuestionamientos a otros tópicos.
Lo cierto es que el kirchnerismo es una gigante cámara séptica en donde se mezclan los desechos cloacales, constituidos por sindicalistas y funcionarios corruptos, amparados por jueces prevaricadores y sospechosos.
Y a todo este caldo putrefacto se viene a agregar ahora, y no como frutilla del postre porque quizás falta aun más, esta secuencia con el negociado de lo que podríamos llamar de ahora en más: los “desechos humanos”.
Está a la vista que en Octubre no deberá ser un simple reemplazo de gobernantes, debe caer toda esta estructura infame llamada kirchnerismo con todos sus cómplices, sus mitos, sus mausoleos de memoria y esa historia revisitada y deformada con la que pretendieron refundar a la Patria. Ésta fue durante ocho años el terreno para la osadía de un sujeto sin escrúpulos, que convirtió al poder supremo de la República que se le entregara, en un negocio lucrativo para sí mismo.
Su muerte no tuvo nada de heroico ni de entrega como la idea que pretenden imponer sus corifeos.
Ha de llevarse a cabo imperiosamente un cambio cultural, que reemplace este mediocre modelo “nacional y popular”, a través de una política de orden y restauración de las instituciones y las leyes.
Volver a levantar el edificio de la Constitución, destruido por este tropel de analfabetos y oportunistas políticos enancados en el Estado argentino.
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