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martes, 28 de junio de 2011


  • CRISTINA Y SU MODELO.



NO QUIERE QUE SEMBREMOS MÁS 


TRIGO NI MAÍZ, 
                                                       SÓLO QUIERE MÁS SOJA.






Desde que se implementó el cierre de exportaciones en trigo y maíz en el 2006, el Gobierno trata de dar un mensaje al campo mientras que al mismo tiempo busca disimularlo ante la opinión pública. 
El modelo k dice: “señor productor, si ud. siembra trigo y maíz, sepa que nosotros vamos a cerrar la exportaciones y la vamos a regular con cupos y ROES, (invento kirchnerista para trabar aún más los embarques)”.

La consecuencia directa es que a las retenciones del 23 y 20% que tienen estos productos, respectivamente, debemos sumarle que los precios cayeron otro 30% promedio con respecto a lo que se podría pagar porque se alteró la competencia.

El principal problema es que el productor no puede disponer libremente cuando vender. En trigo hay un importante volumen que pasa más de un año sin poder venderse, pese a que es un derecho elemental poder vender lo que uno produce. Por lo tanto, es mentira que se protege la mesa de los argentinos; el pan está en los barrios de las ciudades a $ 8 el kg, lejos de los $ 2,50 que pretendía el Gobierno. La único que se logró fue destruir los mercados vinculados a estos granos.

Sabe Cristina que si se abrieran la exportaciones, se suprimieran los Roes y las retenciones al trigo y al maíz, cambiaría la decisión de los productores asumiendo un nuevo interés por sembrar un mayor volumen de los cereales en cuestión.
Vale subrayar que esta simple decisión ayudaría a una agricultura más sustentable, con rotación de cultivos y mayor uso de fertilizantes, tendríamos mayor inversión por ha. y por lo tanto se generarían más fuentes de trabajo, más fletes y más actividades colaterales gracias a contar con mayores volúmenes productivos. También sabe que lo recaudado por retenciones de trigo y maíz no es tan significativo como para que afecten al presupuesto y tendría, por otro lado, un efecto multiplicador que hasta la beneficiaría en lo económico y en lo político.

Pero entonces ¿Cuál es la razón por la cual no se le quita a estos dos cultivos estas pesadas cargas?

Tiene una respuesta: Es el temor a que se siembre menos soja. 

Ese calificativo despectivo de ”yuyo”, tal como la presidente la denominó en su momento, es hoy la más importante fuente genuina de ingresos de divisas.

Con el 35 % de impuesto a la exportación más el total de las sumas impositivas, equivale casi un 70% de los dólares que ingresan a las arcas del Gobierno sólo por el cultivo de soja. Mientras tanto, con ese 30% restante el productor debe hacer frente a los gastos del cultivo, la estructura productiva y vivir.

No es que estemos contra la soja, no podemos negar su importancia, queremos decir que sin impuestos a la exportación, sin cierre de exportaciones, es decir sin distorsiones en los precios, el productor decidiría sin condicionamientos qué cultivos sembrar incorporando las rotaciones que el suelo necesita.

El Gobierno trató de disimular su verdadera intención con anuncios que beneficiarían al trigo y al maíz: bonificaciones por su siembra, devolución parcial de retenciones, otorgar cupos de exportaciones privilegiando a algunas provincias o algunas cooperativas. 
Todas medidas pocos significativas y que ni siquiera alcanzaron a ejecutarse sino en ínfimos porcentajes.

Vale destacar que el Ministro de Agricultura, Julián Dominguez, viajó a la cumbre de ministros de Agricultura del Grupo de los 20 (G 20) donde estaba en juego una disputa entre los países centrales y los emergentes sobre frenar o no los precios de las materias primas. 
La posición Argentina fue contundente: oponerse a que se impongan topes a los commodities. 
Difícil explicación para el Gobierno argentino esta contradicción, cuando en su país desalienta la producción mediante impuestos a las exportaciones y cierres de las mismas. 
Se está cometiendo un pecado contra la seguridad alimentaria por no permitir el desarrollo de todo nuestro potencial en alimentos.

En este sentido, un comentario interesante fue el que aportó la ministra inglesa de Agricultura, Caroline Spelman, al remarcar que “las restricciones a las exportaciones de cereales (como las existentes en Argentina y en Rusia) son parte de la causa de la volatilidad de los precios”. Para bien de nuestro país, el G20 no aceptó la propuesta de Francia de regular los precios de las materias primas. De todas maneras, sería sumamente importante que el Ministro Domínguez defienda en su país lo que expuso y defendió con tanta energía en referido encuentro.

Por otra parte, en la última reunión de la Mesa de Enlace con la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados para tratar el tema trigo, los legisladores oficialistas recibieron órdenes de no concurrir. 
No pueden encontrar explicación lógica al cierre de exportaciones. 
Triste rol oficialista que se niega sistemáticamente a dialogar.

Desde la SRR seguiremos insistiendo por un cambio de esta política agropecuaria, esa es nuestra función mientras se siga afectando gravemente a la producción rural y estaremos donde sea necesario para expresarlo.
 No queremos medidas distorsivas de los precios que disminuyen nuestra producción. 
El campo no quiere privilegios, quiere demostrar su potencial.

Falta alimentos en el mundo, Argentina puede llegar a producir un 50% más en poco tiempo con solo suprimir las medidas mencionadas.

¿Será un crimen no hacerlo?

SOCIEDAD RURAL DE ROSARIO.

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