La falsa y direccionada defensa de “ciertos” derechos humanos, ha encontrado un techo y un piso que atrapan a la presidente en una encrucijada sin salida.
Ya soportamos escandalosas inequidades como el alevoso enriquecimiento del matrimonio presidencial, los delitos cometidos por el ex Secretario de Transporte Ricardo Jaime, los dólares de Felisa Micheli, el cargamento de droga a España de los hermanos Juliá, los medicamentos truchos, por citar solo parte de las desgracias que padecimos. A ello podemos sumar los audaces dichos de un diputado ultra K, manifestando su orgullo por el asesinato de Aramburu, lo que -aún cuando se considere que tal aberración delictual se encuentre prescripta, cuando no lo está- no deja de configurar el delito de apología del delito y no tenemos noticia que fiscal alguno haya actuado en consecuencia.
Mientras nuestra presidente viaja por el mundo pretendiendo que gracias al “modelo” los argentinos nos alimentamos de caviar y champagne, siguen saltando oscuros conejos de la galera. Una impresentable y ordinaria aliada del gobierno, la misma que festejó la muerte de un preclaro Pontífice como Juan Pablo II, y el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York, quedó en la mira, cuando su hijo putativo, Sergio Shocklender quedó escrachado por el voraz manoteo de enormes sumas de dinero de los argentinos. Y todo en nombre de beneficiar a los más necesitados, con viviendas cuya construcción rayana en una tapera, nos costaba casi el doble que la edificación de algo digno.
La pregunta fatal es: Cómo se otorgaban esas impúdicas partidas sin un mínimo control por parte del Estado? Cómo se permitió que la agrupación Madres percibiera tamaños montos cuando no estaban acreditadas para construir ni una cucha de perro en un baldío?
Ahora el dilema: Para salvar a la tía Hebe le van a soltar la mano a Sergio? Analicemos algo: Quien percibía los aportes gubernamentales era la agrupación Madres, no Shocklender.
La segunda y no menos importante pregunta es: Quién se va a hacer cargo del reclamo por los fondos mal aplicados en una clara maniobra fraudatoria al Estado? Hebe de Bonafini, amiga íntima del poder gubernamental, siempre en primera fila de cualquier acto de genuflexión primero ante Néstor y luego ante Cristina, esa que logró bajar de aviones de comitivas al exterior a funcionarios para tomar su asiento, está en aprietos.
Aún permitiendo que lo crucifiquen a Shocklender, su responsabilidad penal y patrimonial en los vergonzantes episodios a que nos tiene acostumbrados el ahora “Cristinismo” es insalvable.
Como denunció el prestigioso periodista de un matutino, los sorteos de las causas en el fuero federal parecen estar amañados para que las causas sensibles al poder caigan en manos de jueces (o un juez en particular) afines al gobierno, que permiten el paso de elefantes por el ojo de una aguja como argumento exculpatorio de responsabilidades penales. Muestras sobran.
Cómo explicar que la amiga Felisa terminó derivada a la asociación Madres en vez de terminar con su osamenta en un instituto penitenciario? Hay asociación ilícita, encubrimiento, partícipes primarios de gravísimos delitos que saquean las arcas de nuestro patrimonio, el de todos los argentinos, mientras nuestros gobernantes se mofan de la división de poderes que hace a la esencia de la Democracia. Seguramente prestigiosos juristas y constitucionalistas encontrarán que los delitos aquí enumerados no resultan taxativos sino tan solo enunciativos. Para el ciudadano común, estos hechos, sacando tal vez el delito de aborto, abarcan el Código Penal completo, de cabo a rabo.
Y la última y necesaria pregunta es: Quién le pone el cascabel al gato? Próximos a las elecciones, nos encontramos ante hechos de una gravedad inusitada, y ya sabemos que van a intentar sofocarlos como tapando el sol con las manos y mientras nos quieren convencer que es de noche. (¿“Modelo” dixit?).
De ustedes depende señores magistrados, cumplir con su deber y juzgar imparcialmente a todos los responsables del desmadre. En ustedes, señores jueces y vuestras excelencias confiamos los argentinos para recuperar la dignidad perdida.
Ernesto Bobek Cáceres
Abogado (Justa Causa)
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