2013
Sin pan y
sin tortas
(¿o con?)
Por :
Enrique Guillermo Avogadro.
La ridícula participación de nuestra
egregia Presidente en la Asamblea General de las Naciones Unidas fue, tal vez,
la mayor muestra del profundo estropicio que el kirchnerismo ha cometido en
materia de relaciones internacionales, no todas ellas atribuibles a la
estupidez y a la ignorancia de nuestro lamentable Canciller, el Twitterman. Ir a Nueva York a rogar que el
Parlamento de Irán apruebe el memorándum que tuvo un trámite express, hace ya
un año, en su homólogo argentino por orden de doña Cristina, torna aún más
inexplicable todo el asunto, que tuvo un enorme costo político interno para el
Gobierno.
Las razones que los mentideros locales
dieron, en su momento, a esa enorme torpeza tampoco permitieron, a la fecha,
justificarla: ni la balanza comercial con Irán ha mejorado y, mucho menos,
llegaron combustibles para paliar la profunda crisis energética en que la
voracidad y la rapiña del matrimonio imperial ha provocado y que, seguramente,
tendrá consecuencias gravísimas en el futuro inmediato. Peor aún: el
alineamiento de los países del arco chavista con el régimen de Ahmadinejad
terminó abruptamente cuando éste perdió el poder y la realpolitik obligó a su sucesor a abrir
promisorias negociaciones con Occidente. O sea, Argentina no obtuvo beneficio
alguno con la firma del memorándum en cuestión y, por el contrario, quedó del
lado de quienes perdieron.
La soledad de nuestro país se
manifestó, una vez más, en el silencio de Brasil y otros países amigos que, más
allá de la habitual retórica diplomática, siguen discutiendo fuertemente las
maniáticas posiciones de Patotín Moreno, pero quedó cruelmente expuesta
por la casi total ausencia de delegaciones extranjeras durante el prolongado
discurso -¡duró 45 minutos, cuando lo permitido es 15!- con el cual la
Presidente apabulló al mundo entero. Inclusive España, que tiene similares
problemas a Malvinas en Gibraltar, rechazó asociarse a nuestro país en su
reclamo.
En otro orden de cosas, muchísimo más
gravitante por cierto, debo referirme a un tema al que hice a lo largo de
varias notas recientes: el inminente robo de más de cuatro mil millones de
dólares de las ya exhaustas reservas del Banco Central. Obviamente, estoy
hablando de la obligación de pagar, el año próximo, esa enorme suma a los
tenedores de los bonos atados al crecimiento del PBI argentino.
Como recordará, expliqué claramente
que, al falsear el Indec las cifras de ese crecimiento, nacería esta obligación
que, incluida en la Ley de Presupuesto 2014, ya ha recibido media sanción en la
ex H° Cámara de Diputados y que, seguramente, será sancionada por el ex H°
Senado en quince días, conjuntamente con la extensión de la absolutamente
justificable emergencia económica. Me permitiré, entonces, volver a formularle
una pregunta: si todos los economistas y analistas del mundo, incluidas las
universidades de Harvard y Buenos Aires, están convencidos que la Argentina no
creció este año, ¿quién puede haber comprado anónimamente esos bonos, salvo
quien hubiera podido manipular las cifras? Al cobro los presentarán bancos, que
actuarán en nombre de ocultos clientes, pero tenga la más absoluta certeza de
que, tras esos velos, se ocultan caras en exceso conocidas. ¿Serán éstas las
tortas finales de la década rapiñada?
Habría que pensar, e investigar, qué
–o cuánto- pueden haber recibido los diputados teóricamente de oposición que
contribuyeron, con su esencial voto, a que el Gobierno obtuviera tal regalo para
sus bolsillos, por lo demás ya tan llenos y, sobre todo, analizar muy bien
quiénes integran cada una de las listas-sábana que nos serán propuestas en
menos de un mes, cuáles son sus antecedentes personales, cuán honestos son. No
vaya a ser cosa que elijamos, los argentinos, otra vez mal y sigamos
convalidando nuestro derrumbe como sociedad y como país.
La educación o, mejor, la increíble
decadencia que ha sufrido, pese al incremento de la asignación de recursos,
sólo superada durante la presidencia de Arturo Illia, ha vuelto a aparecer en
los titulares de la semana por los mismos motivos, la toma de colegios por
estudiantes que pretenden decidir acerca de cómo debe educárselos.
La frutilla
de ese trágico postre fue, por supuesto, la invasión de cinco alumnos del
otrora glorioso Nacional Buenos Aires a la iglesia de San Ignacio, que
intentaron destruir e incendiar después de profanarla; increíblemente, el acto
fue justificado por el Ministro del área, el compañero Sileoni.
La violencia habitual, incrementada al
punto de poner en riesgo la vida del candidato a diputado que encarna el fin de
ciclo presidencial y matrimonial, volvió por sus fueros hace ya una semana; la
forma en que reaccionaron los naturales responsables de la seguridad pública
–tan preocupados por el desierto que comenzarán a atravesar cuando concluya-
dejó muy pocas dudas acerca de qué filiación tenían los agresores.
Finalmente, un pequeño párrafo para
referirme a la encendida defensa que hizo doña Cristina de DirecTV y la
posibilidad que el sistema de televisión satelital brinda a sus usuarios de
acceder a todos los canales del mundo; si los más pobres y miserables de los
argentinos tuvieran acceso a ellos y, entonces, verificaran cómo viven los
españoles, los griegos y los portugueses que se encuentran en su misma
condición (caídos del sistema), rápidamente comenzarían a construir balsas para
emigrar a esa Europa en crisis con que la Presidente dice comparar a nuestro
exitoso país, después de quemar la Casa Rosada, Olivos y los hoteles de
Calafate.
En resumen, el Gobierno sigue bailando
en la cubierta del Titanic, a pesar de saber el tamaño –del cual ha sido gran
responsable- del iceberg puesto a flotar por una ciudadanía harta de
prepotencia, de mentira, de inseguridad y de tantos otros males que nos
aquejan, agravados después de toda una década
ganada por tan pocos, contra
el cual chocará el buque kirchnerista.
Bs.As.,
29 Sep 13
Enrique Guillermo Avogadro
Abogado.
Abogado.
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