CONTENIDO
1. ARGENTINA... BAJO UN RÉGIMEN SIN PUDOR.
2. DECADENCIA Y CRISIS MORAL.
3. ESCENIFICACIÓN POPULISTA.
4. LA BATALLA DE LAS APARIENCIAS.
5. DE LOS PEORES INDIVIDUOS QUE GOBIERNAN...
Se recomienda y agradece la reproducción total o parcial con mención de la Fuente.
1. Argentina... bajo un régimen sin pudor
Ni hablar. Entrismo
puro. Entrismo con el poder del Poder en sus manos por casi una década y
entrismo con el Poder de poderoso Don Dinero.
“Negrito, tuve que vender…” contó González Oro al aire en su programa de Radio 10 con la voz entrecortada. Es que esta semana se confirmó lo que era un secreto a voces: El más aventajado empresario Kirchnerista, Cristóbal López, compró finalmente gran parte del Grupo de multimedios de Daniel Hadad en casi 50 millones de dólares.
Todo parecido con el Menemismo no es para nada casualidad. El Modelo Kirchnerista necesita imperiosamente palenque ande ir a rascarse… caja para sostener el festival de populismo salvaje, no aceptar preguntas por las incomodidades que éstas conllevan… y la necesidad indeclinable de un relato único. De gente fanatizada que se encolumne detrás de la mentira oficial. Este sábado el Tono Fiorotto lo pedía desde el programa radial que la Municipalidad de Gualeguay tiene en Radio Gualeguay. El Tono no lo dijo con sus palabras sino que utilizó las de una persona capaz e inteligente como Discépolo. “Dale vení… o ¿tenés miedo de convencerte?”
Está bien el proselitismo y están bien los fanáticos, si es que no llegan a perder la cordura como sí lo hicieron en épocas de sangre terrorista. Pero lo que inquieta… lo que preocupa es que desde el pensamiento oficial Kirchnerista se ha desatado una guerra voraz por denostar a todo aquél que piensa distinto. ¿Acaso las diferencias no es ese el juego de la democracia que a cada paso se les cae de los bolsillos…? Perdón, ¿de la boca?
Si el régimen Kichnerista triunfara por fin en su lucha militonta de ir por todos y por todas y por todo… ¿no sería ese el fin de la democracia? El modelo fanático de los Kichner corre desesperado y termina por morderse la cola. En busca de más democracia milita para llegar a un país sin disidentes ni críticas ni siquiera una pregunta. El relato desesperado de este modelo, que pretende monopolizar el relato para cambiar la historia con mentiras, llega hasta la infamia. En el tren de la desvergüenza viajan hacia la estación del papelón cotidiano. Esta semana la vida me cruzó con dos personas. Con dos vidas. Con dos historias de una Argentina trágica. Con dos historias que el relato oficial intentan tergiversar. El miércoles estuve con Eduardo Navascués. Aquí es cuando usted se encoge de hombros y dice… ¿ajá, y éste quién es? Eduardo Navascués era soldado conscripto, manejaba la ambulancia, cuando el grupo terrorista Movimiento Todos Por la Patria, un grupo fundado entre otros por Enrique Gorriarán Merlo y el recientemente fallecido Eduardo Luís Duhalde (Secretario de derechos humanos del régimen K). Aquella mañana del 23 de enero de 1989, gobernaba el Dr. Alfonsín. Y como todo acto radical, aquél tiempo eran tiempos tibios. Tal vez por eso los terroristas decidieron tomar el cuartel a sangre y fuego. Entraron armados hasta los dientes, con el camión tiraron abajo el portón de entrada y aplastaron a un soldado que barría el camino. Eduardo Navascués fue tomado rehén por un grupo de aquellos asesinos terroristas que intentaron aquella mañana derrocar a un gobierno democrático. Nunca se olvidará de la cara ni de los modos de Claudia Bello, la terrorista que comandaba ese pequeño grupo que lo tomó de rehén. Fusil en mano puso a Navascués y otro soldado de escudo humano en la ventana. Les apoyó su fusil en la espalda y comenzó a tirar. “Nunca vi una persona tan mala…”.
Eduardo Navascués salió con heridas de aquella ventana… su amigo descosido a balazos.
Luego los terroristas lo pasearon por medio regimiento mientras combatían con él como escudo. Escuchar el relato de Navascués causa estupor. Siempre le agradece al suboficial Raúl García que lo sacó del infierno…en un descuido de los terroristas, García pudo abatir a su carcelero y escapar. Nunca el gobierno le pagó una aspirina. Nunca.Nunca el gobierno argentino lo llamó a declarar. Es que a los pocos meses de aquél ataque terrorista, cuando salía de su Mar del Plata natal para Buenos Aires para declarar… un sicario de MTP le tiró un tiro a su camioneta y le atravesó la espalda.
“Vas a morir” le habían pintado en la pared de su casa.
El relato oficial luego mutó. Indultó a los asesinos diez años más tarde. Y los asesinos de La Tablada salieron en libertad y se presentaron en tribunales y pidieron indemnización y denunciaron a Eduardo Navascués, soldado conscripto chofer de ambulancia herido en el ataque terrorista y al que quisieron matar para que no hablara, lo denunciaron por delitos de lesa humanidad. Eduardo es un tipo simple con un alma machacada por tiros, esquirlas, amigos muertos, olvidos e injusticias. Tiene un dolor más grande que el de todas sus heridas… y es escuchar cada día el relato mentiroso de un gobierno que apaña a los terroristas que aquella mañana se organizaron para matarlo a tiros… en eso, solo en eso, fallaron.
Aníbal Gaviglio es un reconocido profesor de educación física en San Francisco, Córdoba. Tiene 54 años y con su escuela asistió al acto de inauguración del paseo de la memoria en su ciudad. Cuando comienza el acto, se escucha el relato ideológico de una historia contada a medias. Llegó el momento en que la locutora comienza a nombrar a cada uno de los “detenidos desaparecidos” de la ciudad, y por orden alfabético primero lo nombran a José Luís Boscarol, como “víctima de la dictadura militar”. Aníbal Gaviglio es primo de Boscarol y conoce la verdad de la historia. Convencido de que “nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”, levanta la mano en pleno acto, se presenta en voz alta como familiar del médico que acababan de nombrar, y cuenta cómo fue que murió su primo. “Lo de mi primo no fue un asesinato, sino que murió en un accidente automovilístico en el año 74 no fue la Dictadura”. Efectivamente, el médico J. L. Boscarol, miembro del grupo terrorista ERP, murió en un accidente de auto al volcar su fíat 128 escapando de la policía tras el ataque del ERP a la fábrica militar de Villa María, donde secuestraron a Larrabure. Tras el “descaro” de Gaviglio al desenmascarar la mentira, Mirta Gallegos, esposa de Boscarol y también ex miembro del ERP, denunció por todos los medios los dichos de Gaviglio. Mirta Gallegos es miembro de una familia dónde su hermana, su cuñado y hasta su madre pertenecían al grupo terrorista ERP. El profesor Gaviglio recibió una sanción verbal en su escuela. Curiosamente, no por haber descubierto la mentira del relato, sino por “haber interrumpido un acto oficial”. Estimado lector, si un régimen de gobierno no tiene reparos en borrar la historia y escribirla a su antojo. Ni reparos en mentir los hechos para justificar a los asesinos… entonces… esperemos sentados a que nos llegue lo peor. Pero en ese momento, no aceptaré quejas de los que hoy callan cómplices. Horacio R. Palma - El Día de Gualeguay.
2. DECADENCIA Y CRISIS MORAL.
Se debe trabajar duro y responsablemente
para recuperar los valores que hacen grande a un país.
Crisis moral; desconocimiento incluso de los fallos del más alto tribunal; falta de apego a la ley y de sanciones que, por insistentes, parecieran que terminan siendo aceptados socialmente; ausencia de controles; la construcción de un relato peligrosamente ficcionado de la realidad y el despojo de las libertades más elementales son apenas algunos de los comportamientos a los que diariamente nos estamos acostumbrando los argentinos. No son nuevos, es cierto, pero se han venido profundizando en el contexto de un pueblo casi anestesiado al ver caer sus reclamos sistemáticamente en saco roto. La confiscación de YPF a los socios españoles bajo el dudoso paraguas de la recuperación de una soberanía nacional que no estaba cuestionada; el impulso oficial a una reforma electoral sospechada de maniobras fraudulentas para favorecer e incrementar el clientelismo prebendario, y el elusivo monólogo del vicepresidente, ante periodistas acallados ex profeso, para intentar despegarse de la investigación judicial por tráfico de influencias en el caso de la ex Ciccone, llevándose puestos con su arenga al procurador general de la Nación y al juez que entendía en la causa, indican que más que de una crisis estamos siendo espectadores de un drama institucional, de una decadencia que se ahonda desde hace décadas. Amado Boudou no es el único exponente de la crisis moral, pero la ha venido representando con creces. No bastó con que forzara la salida de funciones del procurador Esteban Righi, a quien acusó bastante a destiempo de haberlo tentado con facilitarle las cosas en la Justicia. En tanto, el candidato de la Presidenta para sucederlo como jefe de los fiscales, Daniel Reposo, carece de los méritos personales y profesionales más elementales para ocupar ese cargo, amén de haberse comportado explícitamente como un puntero más de la militancia kirchnerista. El juez Daniel Rafecas acaba de ser apartado del caso Ciccone por decisión de la Cámara Federal a pedido de José María Núñez Carmona, amigo y socio del vicepresidente. A Rafecas se le cuestionó su "pérdida de imparcialidad" a partir de que se conocieron intercambios de mensajes con quien alguna vez había sido amigo del juez, el abogado Ignacio Danuzzo Iturraspe. En ellos, Rafecas quedaba mal parado, pues aparecía aconsejando en privado al allegado a un investigado. Más allá de la actitud cuestionable del juez, su amigo, el abogado, el que trocó amistad por moneda, difícilmente consiga que otro amigo se le sincere en el futuro si el "pago" por ello será usar los dichos en su contra. La política ha dado sobradas muestras de que la crisis moral en el país siempre puede llegar a ser más profunda. Pero también las han dado la Justicia y la policía. Basten ejemplos como el caso Candela, que acaba de quedar en la nada al declarar la Cámara de Apelaciones de Morón la nulidad de lo actuado. Alrededor de la horrenda muerte de una pequeña niña se había armado un "relato oficial" tendiente a exhibir una respuesta judicial que tapase la impericia de los investigadores. Tampoco se perfilan culpables de la inexplicable tragedia de Once, en la que hubo 51 muertos y más de 700 heridos. El Gobierno intentó ser querellante cuando debió haber controlado a la concesión. Suena muy parecido a lo que se ha hecho con YPF y a lo que se pretende hacer con el subte, un servicio virtualmente abandonado en una puja absurda entre el gobierno nacional y el porteño, que no quieren ponerse de acuerdo para que la crisis en el transporte no se cobre nuevas víctimas. Como en una montaña rusa pareciera que a los argentinos se nos trata de convencer de las bondades del vértigo. Pero algo muy distinto es liberar adrenalina en un juego a tener que ahogarse en ella cada vez que alguien amenaza con cambiar la ley. Si no, cómo se explica el apuro para que la gente perdiera horas en largas colas y se cocinara bajo el sol para obtener la tarjeta SUBE si, después, ninguno de los males que se prenunciaban que acarrearía no tenerla se vieran concretados. Difícil es explicar el desprecio que públicamente mostró por la seguridad jurídica nada menos que el viceministro de Economía, Axel Kicillof, o la falta de mención al tema de la inseguridad en los mensajes presidenciales. De una enorme gravedad para la independencia de poderes resulta el silencio de los empresarios y el servilismo de algunos jueces para con el Poder Ejecutivo, del mismo modo que el daño a las instituciones está provocando la cada vez menos disimulada campaña para volver a modificar la Constitución. El irritante aumento del ciento por ciento en las dietas de los legisladores nacionales, el avance del narcotráfico, el empleo ilegal de servicios de inteligencia con fines políticos, el avance de la censura a la prensa con burdos y condenables pretextos, el oscuro financiamiento de las campañas políticas y el silencio de una oposición cada vez más atomizada mientras que el Poder Ejecutivo arremete contra las instituciones no hacen más que contribuir al deterioro de la crisis moral y cultural, en el más amplio sentido de estas palabras. Parece que algunos sobreestiman el adagio que sostiene que "un político pobre es un pobre político". Será por eso que Florencia Kirchner viajó sola en uno de los aviones presidenciales y que los jóvenes de La Cámpora se vanaglorian de copar puestos claves del Gobierno y de maltratar a empresarios temerosos.
La impune y rampante corrupción oficial, la
falta de independencia judicial, el desapego al
Estado de Derecho... Donde se busque, se
pueden hallar más muestras de la decadencia
profunda por la que se desliza la Argentina.
Salir de ella, como despertar de la anestesia,
debe ser el objetivo para la construcción de
un futuro sano, sin más abismos morales y
con la mira puesta en la indispensable
recuperación de los principios y valores que
hacen grande a un país.
Editorial de La Nación, lunes 30 de abril de 2012.
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