2014
Mario Sandoval |
El derecho
a la
resistencia,
la rebelión
y a la desobediencia.
En nombre
de la libertad, la justicia y
los derechos humanos.
La
Argentina vive actualmente momentos graves, su futuro está en juego. Numerosas
amenazas recorren el territorio
nacional:
Por Prof. Mario Sandoval-
Envío especial: Total
News
(TNA)
... gobierno cleptocrático dictatorial, corrupción
institucionalizada, violencia inter-sectorial coordinada por el Estado,
seguridad negativa permanente bajo protección del estado y magistrados,
políticas de gobierno de no reconciliación, de venganza y de polarización de la
sociedad, impunidad en las acciones de los actores de gobierno y sus asociados,
criminalidad creciente, manipulación histórica decretada por las autoridades en
plaza, inseguridad jurídica como forma de justicia, pobreza en pleno
crecimiento, reducción de libertades y otros indicadores multi-dimensionales
negativos. Las víctimas son numerosas sin diferencia socio-profesional.
Los autores de esas amenazas son los hombres y mujeres que en
un período reciente combatieron al Estado, la sociedad y sus instituciones como
miembro de organizaciones terroristas con el objetivo de llegar al poder por
las armas.
Varios de esos actores políticos, fervientes defensores
de los derechos humanos, tiene sangre en las manos. Son responsables de
numerosos atentados, de asesinatos de inocentes, de crímenes atroces, robos,
secuestros, extorsiones. Esos crímenes y delitos están impunes a la fecha. El
hecho de haber sido terroristas les otorga ese beneficio.
¿Qué poder legitima a los mesías que defienden los derechos humanos
a hablar en su nombre y del pueblo cuando oportunamente contaron
detalladamente, publicaron, reconocieron públicamente haber organizado,
ejecutado, comanditado, acciones violando todos los principios los más
elementales de los derechos humanos?. Quien asume lo contrario se transforma en
enemigo.
En lugar de asumir sus responsabilidades, sus actos (según
dicen políticos), de enfrentar la justicia prefieren justificar lo inaceptable,
presentarse en tanto que victimas, protegerse detrás del poder, la desinformación
o del olvido. Argumentan que en sus acciones representaban el pueblo cuando en
realidad eran miembros de grupos armados y no de una asociación legal o partido
político. Todo es teoría de complot si se quiere hacerle tomar conciencia de
ello. La reconciliación nacional no forma parte de la política del gobierno o
de las acciones de sus aliados.
Actualmente, son parlamentarios, magistrados, altos
funcionarios de la administración, periodistas, artistas, profesores,
diplomático, ministros, hombres políticos, intelectuales, militantes de
ONG’s....pero años anteriores eran sargentos, capitanes, tenientes, aspirantes,
combatientes, oficiales, colaboradores de las organizaciones terroristas.
Cambiaron de forma de vestirse, de técnicas de combate pero están
constantemente en guerra. Lejos están de asumir el rol y sus responsabilidades
de ese momento histórico. Dejaron víctimas inocentes nacionales y extranjeras
que a la fecha unos impunemente están en libertad y otros esperan que la
justicia se manifieste.
Cuanto de esas ilustres personalidades de todos horizontes,
bien presentables, con trajes y vestidos de marca, ocupan puestos en
instituciones que ellos mismos quisieron destruirlas.
Este régimen totalitario con rasgos de democracia es antidemocrático
e ilegitimo en el ejercicio del poder. Se violan los derechos humanos y
sociales, en donde la corrupción, el odio del pasado, la inseguridad pública
como jurídica, son los pilares básicos del gobierno.
La igualdad ante la ley es inexistente pero además la
cultura de miedo y terror se instalan para impedir de solicitar justicia; es
hora entonces de defender la nación, sus instituciones, el pueblo y la
democracia porque el peligro es real. Los responsables de esos crímenes graves
tienen nombre y apellido: los actuales dirigentes del gobierno, sus autoridades
legislativas, judiciales, ejecutivas y sus acólitos de los sectores públicos y
privados de todos los diversos ámbitos de la sociedad. La resistencia, la
desobediencia a esas políticas y acciones de estos actores debe ser total,
permanente y general. El curso de la historia debe ser otro, sobretodo de
reconciliación nacional, democrática, lucha contra la corrupción, de respecto
de normas nacionales e internacionales.
Las autoridades políticas de los tres poderes del régimen
actual pero también sus seguidores de todos los sectores, los oportunistas
adscriptos, los altos responsables institucionales civiles, militares, de
seguridad, policiales, penitenciarios, de servicios de inteligencia, que asumen
actitudes pasivas frente a esos crímenes contra la democracia y los derechos
humanos, son responsables ante la historia, sus ciudadanos, la sociedad y la
comunidad internacional El gobierno y sus cómplices violan los principios
constitucionales, las normas jurídicas, las convenciones, tratados suscriptos y
el derecho internacional. El poder político y sus asociados secuestraron,
violaron, y asesinaron la historia nacional. Manipulan, deforman un pasado
doloroso que pone en riesgo la construcción futura del país, alejándose la
posibilidad de una reconciliación nacional.
Ningún magistrado miembro de un alto tribunal de justicia,
juez, procurador, fiscal, como tampoco un hombre político a nivel nacional o
provincial, representante del universo intelectual, del sector empresarial,
industrial, o de los medios de comunicación diversos, de las artes y culturas,
periodistas comprometidos con la verdad, como también las asociaciones
profesionales, ONG’s, profesores universitarios....han denunciado públicamente esa
situación y propusieron soluciones o acciones respectivas. Prefieren no atacar
al sistema, guardar sus beneficios, sus prerrogativas, y dejar que la sociedad
y el porvenir del país se hundan en lo más profundo de la decadencia. El
silencio de sus manifestaciones es ensordecedor. La pasividad o el miedo
alarmante se imponen como forma de vida sin presentar ninguna forma de
resistencia.
Frente a estas amenazas crecientes que el gobierno cómplice y
beneficiario no aplica políticas para frenarla y ante el peligro inminente que
la nación se transforme en un caos general o la anarquía reine, es una
obligación constitucional defender los valores de justicia, igualdad, libertad,
democracia... La resistencia, la rebelión y la desobediencia son derechos
naturales y legales que se deben asumir. La insurrección no está jamás muy
lejos.
Hay que defender por todos los medios los derechos y
libertades de la sociedad porque nadie quiere hacerlo en vuestro lugar. Con el
fin de la guerra fría los grandes países europeos y los Estados Unidos dieron
las espaldas a la región. Los intereses están en otras regiones (Medio Oriente,
África, Mediterráneo...). Allí las intervenciones se hacen en nombre de la
protección de poblaciones en riesgos, de violaciones de los Derechos Humanos,
de no respecto de la democracia...
La Argentina y la región ya no son prioridades no porque no se
violen los Derechos Humanos o porque existan gobiernos alejados de principios
de democracia, sino porque interviniendo, ayudando, cooperando en esas otras
regiones, esas potencias pueden obtenerse más beneficio, más rentabilidad a
menor costo político y ya no tienen los mismos aliados de entonces.
Las consecuencias, no muy lejanas con este régimen, serán las
no deseadas. Esos cambios ya se los observa cotidianamente, estarán ahí aun
más, en la sociedad, en las familias, en los jóvenes, en la educación, en las
instituciones, en el estado. La Argentina será la Argentina revolucionaria de
los pueblos o la Argentina revolucionaria sin el pueblo.
Para los que quieran crear un nuevo contrato social, en vista
de un nuevo modelo de sociedad y de Estado, de reconciliación nacional, es
urgente asociarse, resistir, combatir. Generar recursos de toda naturaleza,
convocar, provocar una ruptura histórica que sirva a esos objetivos. Hay que
asumir el deber constitucional de proteger los derechos inalienables con todos
los recursos disponibles. La transición no se puede esperar por el lado de la
justicia o de los beneficiarios del régimen. Solamente una acción política
puede modificar la situación. Y ello solo puede venir de una implosión o de una
acción exterior. No hay otras alternativas para la libertad.
¿Cómo hay que hacer para despertar conciencia que no solo está
en juego la situación de algunas personas sino también el futuro del país y de
la sociedad en su conjunto? La libertad de todos peligra. Esperar cambios sin
reaccionar, sin participar, sin hacer proposiciones de proyectos alternativos
es garantizar las acciones del régimen.
Los que hoy controlan la sociedad tienen miedo del otro, miedo
de aplicar realmente la democracia, miedo de combatir las ideas, sobretodo
miedo que se descubra la verdadera cara que es la defensa de otros valores que
no son de democracia, de libertad, de respecto de los derechos humanos.
Cada ciudadano, hombres y mujeres, desde su puesto de trabajo
o en sus hogares deben ser actores activos y testigos privilegiados para hacer
respectar las reivindicaciones, creando una representatividad organizacional,
asociando los esfuerzos, voluntades idénticas, manifestando, comunicando,
solicitando las consultaciones previstas para la constitución.
Ciudadanos, civiles y militares, no se debe reconocer el
gobierno ilegitimo de turno, sus autoridades, sus jueces, los altos
funcionarios nombrados por el régimen como tampoco los parlamentarios que no
defienden el pueblo.
Resistir, desobedecer en nombre de la libertad.
- Los miembros del
poder judicial, las autoridades militares, policiales, seguridad, inteligencia,
penitenciarias, no deben cumplir con las órdenes ilegitimas e ilegales que son
contrarias a los principios del derecho a proteger.
- Las organizaciones
sindicales, profesionales y las ONG’s deben jugar un rol de pacificación
nacional y no corporativistas o ideológicos.
- El gobierno
ilegitimo debe imponer programas en las escuelas, en las universidades, en los
centros de educación que enseñen la verdadera historia dolorosa de los años
pasados y realizar publicaciones respectivas.
- Los autoridades
judiciales, policiales, inteligencia y penitenciarias deben hacer respectar las
normas jurídicas nacionales e internacionales con los prisioneros y perseguidos
políticos.
- El gobierno
ilegitimo nacional debe comunicar la verdad sobre la situación dolorosa que
vivió el país. Su política pública al respecto, las ayudas financieras,
judiciales, políticas
- El gobierno nacional
ilegitimo debe comunicar en qué medida su política de Derechos Humanos
contribuyó según los indicadores internacionales a reducir la pobreza, la
desigualdad, el desempleo, a mejorar la vivienda, la educación, el acceso a la
salud y a la igualdad ante la ley.
- La justicia y el
gobierno ilegítimos deben terminar con la persecución política y dejar en
libertad a todos los prisioneros políticos.
- Los periodistas y
medios de comunicación deben hacer conocer la verdad a la sociedad y no ser el
portavoz del gobierno ilegitimo o de sectores ideológicos partisanos.
- El gobierno
ilegitimo y sus autoridades deben solicitar que la iglesia católica asociadas a
las otras religiones jueguen un rol federador, de propuesta en vista de la
reconciliación nacional.
- Todos los miembros
del gobierno nacional, provincial, parlamentarios nacionales y provinciales,
altos funcionarios, colaboradores próximos, representantes de los tres poderes,
sus familiares directos, deben facilitar el acceso al publico de sus
declaraciones juradas para poder evaluar sus patrimonios actuales. Basta a la
corrupción, al enriquecimiento ilícito, blanqueo de capitales....
- El gobierno debe
comunicar la política de financiamiento a las ONG’s, los montos atribuidos,
tiempos, objetivos.
- Los parlamentarios
deben proponer leyes de reconciliación nacional
- Los jueces,
magistrados, procuradores, fiscales, autoridades judiciales, respetuosos de la
democracia y la constitución, deben dar curso a las denuncias de las víctimas
del terrorismo de las organizaciones armadas. La justicia y el gobierno deben
responder a un sector de la sociedad que espera un reconocimiento e igualdad
jurídica.
- La justicia
independiente debe investigar, juzgar, sancionar los miembros del gobierno, las
autoridades nacionales, personalidades próximas del poder, los responsables de
organizaciones afines, que violen la ley, los principios constitucionales y el mal
desempeño en sus funciones.
- El juicio político
debe ocupar un rol esencial para estos personajes. No dejar que tribunales
populares o de justicia ad-hoc puedan reemplazar ese procedimiento.
Estas autoridades y actores solicitados serán vigilados por la
sociedad, la comunidad internacional, juzgados por la historia y por el peso de
la justicia del pueblo.
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